Viajes por Filipinas: De Manila á Albay | Page 8

Juan Álvarez Guerra

las rojas campanillas de las trepadoras enredaderas, á cuya sombra se
resguardaban gran número de macetas en las que se criaban pintadas y
caprichosas flores.
--Siento no estar en Manila en esta ocasión,--dije cuando concluyó
Enriqueta de darme aquellos pormenores.
--¿Y por qué lo siente V.?--me replicó aquella.
--Lo siento porque quizás cuando V. vuelva á Manila encontrará secas
y mustias las flores, mientras que si yo estuviese allí las hallaría cual
las dejó.
--Mi ausencia será corta, pues mi cuñado trata de realizar su negocio, y
nos volveremos en seguida; entretanto he dejado bien gratificado al
guarda, con promesa de aumentar el premio, si á mi vuelta encuentro en
perfecto estado el pequeño jardín que sombrea los dorados caracteres
que señalan sobre el mármol el nombre de mi padre.
Enriqueta al pronunciar aquellas palabras se quedó callada, vagando su
mirada por el Océano en cuyo majestuoso desierto quizá evocaría su
querida memoria. Hay silencios que deben respetarse. Enriqueta por
largo tiempo no separó sus negrísimas pupilas de las azules ondas, cuya
movible superficie retrataba las cenicientas nubes que preceden á la

noche. Esta bien pronto nos envolvió con sus sombras.
--¿Conoce V. la provincia de Albay?--dijo Enriqueta rompiendo el
silencio.
--No, señora; es la primera vez que voy á ella, y lo hago como el que
nada busca ni desea.
--Ya deseará y buscará.
Yo no pude sondear toda la intención de aquellas palabras.
--¿Y piensa V. describir su viaje?--añadió Enriqueta.
--No pienso escribir una línea más. Todos los hombres nacemos con
una cruz que llevar y un calvario que recorrer, la cruz del escritor es
muy pesada y su calvario muy largo, así que creo imposible el que
vuelva á emprender tan espinoso camino.
--Creo haber oído ó leído no sé en donde, que la palabra imposible no
estaba en el diccionario español.
--Si V. la borra del mío, de seguro no estará--repliqué no con malicia
sino con ingenua seguridad.
--De modo que si yo borro esa palabra, no habrá imposible para V.;
pues bien,--me dijo con gran viveza,--queda borrada, escriba V.
--¿Lo manda V.?
--Si tuviera derecho para ello lo mandaría; Como no lo tengo solo me
limito á expresar un deseo.--Al decir esta última palabra, sin duda
creyendo había ido más allá de lo que se proponía, se levantó, dándome
las buenas noches, al par que me tendía una de sus manos.
--Puesto que V. me manda que escriba, escribiré--la dije, reteniéndola
un momento,--y es más, la prometo que el primer ejemplar de mi nuevo
libro será para V.

--No lo hará V.
--Juro que sí.
Al alejarse Enriqueta de mi lado experimenté un triste vacío dentro de
mi alma.
A los pocos momentos oí se cerraba su camarote.
Dormí aquella noche, pero no cual la anterior: soñé que Enriqueta y yo
arrancábamos juntos las gramas de la tumba de su padre.
* * * * *
Al amanecer del día 7 teníamos á la vista un extenso caserío.
El Sorsogon disminuyó su marcha, evitando con grandes precauciones
los bajos de que estaban sembradas aquellas mares.
Una boya que se balanceaba á un tiro de pistola de un rústico pantalán
de madera se puso al alcance de las maniobras del barco y ... ¡fondo!
gritó el capitán, confundiéndose él ruido de hierro de la cadena, con el
del bronce de dos campanas que tocaban en tierra. La una se alzaba en
el torreón de la iglesia, la otra en la puerta de un almacén de depósito.
La religión llamaba al cristiano, el trabajo convocaba al obrero. Aquel
pueblo se despertaba á la voz de la fe y á la voz del trabajo.
¡¡Sacrosanto lenguaje, que hace feliz á todo el que comprende!!....
Quico quedó en el encargo de recoger los equipajes. Luís y yo pusimos
el pie en la plancha; nos columpiamos dos minutos sobre las movibles
tablas del pantalán y pisamos tierra de Albay.
Estábamos en Legaspi.

CAPÍTULO II.
La provincia de Albay.--Situación.--Etimología.--Pueblo de Albay--Su

aspecto--Casa Real.--La Administración de Hacienda.--El
Tribunal.--La cárcel.--Su mala disposición.--Obras
principiadas.--Principios humanitarios convertidos en
inhumanitarios.--Monumento á Peñaranda.--La iglesia.--El Gogong y el
Ligñion--La raza bicol.--Estadística.
La provincia de Albay se encuentra situada en el extremo S. de la isla
de Luzón; palabra cuya raíz es Lúsong, nombre con que se conoce el
mortero en donde descascarilla el indio el palay; antiguamente el
lúsong no solo era un utensilio doméstico, si que también un
instrumento de guerra. Cuando había alarmas batían la cavidad del
mortero con el mazo de su servicio, dando en sus broncos sonidos
voces de alarma.
Luzón según algunos cronistas se llamó isla Manila, tomando el
nombre de la capital; otros, entre ellos el erudito Padre Colín, tratan de
aclarar la noche de los tiempos queriendo ver en las islas Maniolas que
marca Ptolomeo á los 142° long., en sus tablas geográficas
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