Viajes por Europa y América | Page 7

Gorgonio Petano y Mazariegos

Habiendo trazado el cuadro de nuestros viajes por Europa y América,
hemos creido de nuestro deber dar tambien un lugar en nuestras páginas
á la España, con el único objeto de darla á conocer tal cual es,
deshaciendo en cuanto podamos las equivocadas opiniones que de ella
se han formado por muchos viajeros. Y como publicamos nuestro libro
en Paris, haciendo ademas una edicion francesa, esperamos que nuestra
patria será debidamente apreciada, con lo cual queda satisfecho nuestro
primer deseo. Nosotros no pedimos mas que imparcialidad: así como
en nuestro libro se encontrará un juicio desapasionado y exacto de
cuanto hemos visto en las diferentes naciones que conocemos, del
mismo modo reclamamos para España narraciones verídicas y justas.
Nosotros para ser estimados y respetados no necesitamos mas que una
circunstancia, una sola, la de ser estudiados y conocidos.
Previa esta indispensable manifestacion, vamos á terminar nuestro
capítulo sobre España, no sin consignar ántes algunas otras notas de
importancia é interes para mejor conocer y apreciar el estado actual de
España.
El clero español, que en muchos pueblos de Europa suponen poderoso,
y á quien atribuyen una inmediata influencia sobre la marcha social de
España, ocupa una posicion inmensamente diferente de la que hasta
hace poco disfrutaba, y carece de esa accion que los que no conocen
nuestro pais le suponen.

La revolucion política y social operada en España á consecuencia de la
muerte de Fernando VII, ha emancipado para siempre al pueblo español
de la influencia clerical que de un modo ilegítimo pesaba sobre él: las
inmensas riquezas que la Iglesia española poseia, han sido vendidas por
la nacion en su mayor parte: con la regeneradora medida de la
desamortizacion, se ha prodigiosamente aumentado la riqueza pública,
se ha impreso un poderoso movimiento de institucion al comercio y á la
industria, se han creado muchos propietarios, se ha dado mayor vida á
la agricultura, y se ha libertado el pueblo español de una influencia que
le entorpecia en su majestuosa marcha.
Yo, que me vanaglorio de ser cristiano, no quiero en modo alguno para
el clero otra influencia que la de su talento y su virtud, ninguna otra; no
quiero jamas un clero rico que influya bajo tal consideracion.
Por fortuna la España no tiene que temer ese grande inconveniente:
declarados justamente bienes de la nacion los que el clero retenía en su
poder, y vendidos como están aunque por desgracia no todos, la
influencia del clero español es hoy limitada y corta. Como en nuestra
actual sociedad significa tanto, por desgracia, la riqueza, el clero ha
perdido con los bienes que poseia la influencia que le daban: en los
presupuestos de la nacion figuran las sumas con que el Estado atiende á
los justos y necesarios gastos del culto y sus ministros: con esto solo se
prueba que el clero no es rico, y no siéndolo como no lo es, no tiene
otra influencia que la que de derecho le pertenece, la que le da su
augusto ministerio y la que puedan prestarle sus virtudes y sus talentos.
Con esta manifestacion quedan victoriosamente contestados cuantos
suponen equivocadamente que el clero de nuestros dias en España
ocupa el mismo puesto que el de hace cien años: no hay mas diferencia
que la de un siglo, y la de un siglo de constante progreso.
La clase media, que ántes que en ningun otro pueblo de Europa tomó
puesto y lugar, definiendo sus títulos y aspiraciones ante el clero y la
nobleza, porque nosotros apénas hemos conocido el feudalismo, tiene
hoy entre nosotros grande importancia y significacion. Los mas ilustres
representantes de la literatura, la política, la filosofía, las artes, la
iglesia y la milicia han salido de sus filas: las eminencias todas del pais

reconocen por orígen á la clase media, que es rica, ilustrada, numerosa.
Nuestro ejército, aguerrido y valiente como el primero del mundo, se
halla hoy en un estado de organizacion admirable. Yo, que soy enemigo
de los ejércitos permanentes y que con profundo dolor reconozco hoy
como una fatal necesidad, hasta que los gobiernos, cumpliendo con sus
deberes, eduquen é instruyan al pueblo, no puedo ménos de admirar el
estado del ejército español, que es brillantísimo.
La marina de guerra, que fué un dia la primera de Europa, y que hace
veinte años se hallaba en un lamentable estado de postracion y
abandono, se fomenta y engrandece extraordinariamente en nuestros
dias. Las construcciones de buques de guerra ocupan hoy nuestros
arsenales, y cada año se aumenta nuestra armada, que muy pronto será
respetable y numerosa. La prosperidad creciente y asombrosa de
nuestras colonias de Asia y América, para cuya defensa tenemos
constantemente en ellas mas de treinta buques de guerra, hace necesaria
la grande proteccion con que hoy miramos á la armada.
Nuestro comercio exterior, que cada dia aumenta
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