Este pueblo nos
recibió de guerra con 500 canoas: matamos muchos indios con los
arcabuces, retirándose esparcidos una legua de las naves, porque nunca
habian visto cristianos. Pasamos á sus casas: no conseguimos nada,
porque cerca de su pueblo se rezumaban de una legua aguas tan hondas,
que ni pudimos seguirlos, ni hacer mas que quemarles 250 canoas que
les tomamos: y temiendo que envistiesen nuestras náos, volvimos á
ellas. Estos indios Mepenes solo pelean en agua, y están de los Zemais
Salvaiscos 95 leguas.
CAPITULO XIX.
Del rio Paraguay y de los pueblos Curumias y Agaces.
Proseguimos nuestra navegacion ocho dias, y dimos en un rio, y
despues en el pueblo de los Curumias, que es de muchos indios que se
mantienen de caza y pesca, y hacen vino de la algarroba,[15] (que
llaman los alemanes joannesbrot). Este pueblo procuró servirnos en
todo, y nos dió cuanto necesitábamos con mucho agrado, en tres dias
que allí estuvimos. Hombres y mugeres de grandes estaturas: los unos
traen en la nariz un agugerillo, en que por galanura se ponen una pluma
de papagayo; y las otras se pintan la cara con raices azules, que nunca
se quitan, y traen un paño de algodon desde la cintura á las rodillas.
Distan de los Mepenes 40 leguas.
[Nota 15: CABEZA DE VACA en su comentários cap. 18, fol. 16.
BARCO, canto 25.]
De allí fuimos á los Agaces, que tambien se mantienen de caza y pesca.
Indios é indias son altos, y estas se pintan y cubren como las
antecedentes. Recibiéronnos de guerras, queriendo estorbarnos el viage;
y no pudiendo reducirlos á razon, peleamos con ellos en agua y tierra, y
matamos á muchos: de los nuestros murieron 15. No les tomamos nada,
porque al tiempo de pelear habian retirado mugeres é hijos, y escondido
los bastimentos y cuanto tenian. Estos Agaces son obstinados guerreros
en agua, en tierra no. Diremos despues lo que sucedió: su pueblo dista
de los Curumias 35 leguas. Está situado cerca del rio Jepido,[16] que
del otro lado tiene el rio Paraguay, que baja de las montañas del Perú,
cerca de los Xarayes.
[Nota 16: Talvez sea el Tebicuary.--EL EDITOR.]
CAPITULO XX.
De los pueblos Cários.
Desde estos pueblos pasamos á los de los Cários, que están á 50 leguas
de los Agaces, donde hallamos mucho maiz y algodon. Comen los
indios las raices batatas, que saben á manzanas, y la mandioca, que
sabe á castañas, de que hacen cerveza (mandel-bee-re). Tienen tambien
peces, carnes, puercos, avestruces, ovejas indianas, tan grandes como
mulos, cabras, gallinas, conejos, y otras cosas de este género. Hay miel
en abundancia, de que hacen tambien vino, cociéndola.
Es tan dilatada la tierra habitada por los Cários, que tiene 300 leguas de
ancho y largo. Los indios son pequeños y gordos, y mas trabajadores
que los demas. Traen un agugerillo en los labios, y en él un cristal
leonado, que llaman en su idioma tembetá, de dos palmos de largo, y
del grueso de un cañon de ganzo: andan desnudos como las indias.
Usase entre ellos vender los padres á las hijas, los maridos á las
mugeres, y algunas veces los hermanos á las hermanas; y el valor de
una india es una camiseta ó cuchillo, ó hocecilla, ó cosa semejante.
Comen carne, aunque sea humana, si pueden adquirirla. Matan á los
cautivos en guerra, sean hombres ó mugeres, mozos ó viejos, y los
asesinan como nosotros los puercos. Conservan por algunos años una
india, recomendable en edad y traza, pero sino se acomoda á los deseos
de todos, la matan y comen en convite, tan célebre como el de nuestras
bodas; mas si dá gusto á todos, y llega á vieja, la guardan hasta que ella
se muere. Hacen estos Cários mas largos viages que los demas indios
del Rio de la Plata. Son feroces en la guerra, y tienen sus poblaciones y
fortalezas cerca del rio, en parages altos.
CAPITULO XXI.
De la ciudad de Lambaré, y como fué sitiada y rendida.
La ciudad de estos indios, que llaman estos moradores Lambaré, está
rodeada de dos cercas de palos, del grueso de un hombre, puestos de
doce en doce pasos, hincados en la tierra; quedando fuera tanto como la
altura de un hombre con la espada y brazo levantados; y á quince pasos
tenian hechos fosos y hoyos de tres estados de hondo, cubiertos con
ramas y tierra, y en medio de cada uno, una lanza fijada, aguda. Este
aparato es para coger á los cristianos, porque dejando Juan de Ayólas
60 hombres en guarda de los bergantines, fué en contra la ciudad, en
órden, con 300 soldados bien prevenidos, y llegando á un tiro de bala
del egército de los indios, que eran 4,000 armados con arcos y flechas,
nos enviaron
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