á decir que nos volviésemos á las naves, y nos darian
bastimento y lo demas que necesitásemos para volver á nuestra tierra
cuanto antes. Despreciamos esta oferta, por ser muy á propósito este
provincia para nosotros, por la abundancia de bastimentos, y
especialmente porque en cuatro años continuos no habiamos comido
pan, sino carne y pescado solamente, y muchas veces escasísimamente.
Empezaron los Cários á disparar contra nosotros, y no quisimos
hacerles mal, sino darles á entender que queriamos ser sus amigos: no
quisieron aquietarse por no haber experimentado nuestras espadas ni
los arcabuces. Acercámonos y disparamos la artilleria, á cuyo estruendo
y estrago, viendo que caian tantos muertos sin saber de que, y las
disformes heridas y agugeros en sus cuerpos, espantados con gran
temor, huyeron tumultariarmente, cayendo unos sobre otros en los
hoyos, mas de 300, dándose gran prisa á meterse en su pueblo.
Sitiamos la ciudad, y se defendieron los indios fuertemente, hasta el
tercero dia, matando 16 españoles: pero temiendo el daño de sus
mugeres é hijos que tenian consigo, pidieron perdon y las vidas, y se
entregaron á nuestra voluntad, ofreciendo hacer lo que les mandásemos,
y admitimos la paz. Regalaron al capitan Oyolas con siete indias, la
mayor de 18 años, y seis ciervos, rogándole que nos quedásemos con
ellos. A los soldados dieron dos indias para que los sirviesen, y comida
y otras cosas necesarias: y de este modo quedamos amigos. Entróse al
pueblo el dia de la Asumpcion, del año de 1539, y le dimos el nombre
del dia, y así se llama hoy.
CAPITULO XXII.
Hácese un castillo en Lambaré, con el nombre de la Asumpcion; y los
Cários, con socorro de los cristianos, van contra los Agaces.
Mandóse despues á los Cários que hiciesen una gran casa de piedra,
tierra y madera, para seguridad y defensa de los cristianos, en caso de
alzarse los indios. Estuvimos aquí dos meses.
Ofrecieron tambien los Cários ayudarnos en la guerra, y que si era
contra los Agaces, (que distan 30 leguas de ellos, y cerca de 334 de la
isla de Buena Esperanza, poblada de Timbúes), que darian 18,000
indios. Con lo cual dispuso nuestro capitan 300 españoles, y bajó con
ellos y los Cários el rio Paraguay 30 leguas, hasta el pueblo de los
Agaces, que estaban durmiendo en el sitio que les habiamos dejado.
Reconociéronlo los Cários, é improvisamente dieron sobre ellos, entre
3 y 4 de la mañana, y mataron á todos sus enemigos, viejos y mozos,
segun la costumbre que tienen cuando quedan victoriosos.
Tomamos despues cerca de 500 canoas: quemámos todos los pueblos
donde llegamos, haciendo otros daños. Al cabo de un mes vinieron
algunos Agaces, que no se habian hallado en el estrago por estar lejos
de esta tierra, pidiendo perdon. El capitan se lo concedió, segun la
órden del Rey, y los admitió de paz, como debia hacerlo; aunque la
pidiesen tercera vez, porque solo si se rebelasen despues, quedaban
esclavos perpetuos.
CAPITULO XXIII.
Quedan los soldados en la Asumpcion; reconocen el sitio y condicion
de la tierra, y suben por el rio mas arriba.
En seis meses que estuvimos en esta ciudad, nos reparamos con la
quietud, y en tanto nuestro capitan Oyolas se informó de los Payaguás
que están poblados cerco de 100 leguas de la Asumpcion, á las riberas
del rio Paraguay, segun le dijeron los Cários; y que su principal
alimento era caza y pesca, y tambien tenian algarroba de que hacian
harina que comian junto con el pescado, y vino tan dulce como nuestro
mosto. Entonces mandó Oyolas cargar cinco navios de maiz, y
prevenirlos de todas las cosas necesarias, y dar á los marineros cuanto
habian menester para el buen suceso del viage, que á los dos meses
meditaba. Primero queria hacer guerra á los indios Payaguás, y despues
á los Caracarás. Asistian á todo los Cários con mucho cuidado y
sumision, y prometian obedecer fielmente en todos los puntos las
órdenes del capitan.
Ordenado así lo referido, y prevenida la nave de todo, escogió el
capitan 300 soldados, los mejor armados y compuestos, y dejó 100 en
la ciudad de la Asumpcion. Navegando siempre rio arriba, á las cinco
leguas llegamos á un pueblezuelo, cuyos indios trageron carne, gallinas,
ganzos, ovejas y avestruces; y llegando al último pueblo de los Cários,
llamado Itatin, distante 80 leguas de la Asumpcion, nos dieron sus
indios bastimentos y otras cosas con que nos socorrimos.
CAPITULO XXIV.
Del monte de San Fernando y Peyaguás.
De allí llegamos al monte llamado San Fernando, semejante al que
llaman Bogemberg[17], y dimos con los indios Payaguás, á 12 leguas
de Itatin: recibiéronnos de paz, aunque fingida como se conoció
despues, llevándonos á sus casas, y nos regalaron con pescados, carnes,
algarrobas, ó Pan de Juan; así
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