Un paseo por Paris, retratos al natural | Page 5

Roque Barcia
presumir que el amo habia de
exponerse á perder los muchos objetos de valor que decoran nuestra
vivienda? ¿Por qué presumir que un establecimiento tan importante,
podia aceptar el riesgo de desacreditarse en una hora, supuesto un robo
ó un asesinato?
Yo preferiria que estos balcones tuviesen maderas; preferiria que los
transeuntes no tuvieran la tentacion contínua de ver dos balcones á su
disposicion, dos balcones que pueden tocarse con la mano; pero visto
que esto es aquí un hecho normal, me parece tan extravagante y tan
ridículo querer otra cosa, como lo seria en Constantinopla el pretender
que cada casa no fuese un palacio encantado.
En fin, mi mujer se acostó, por obediencia, y no cerró los ojos hasta
que observó que estaba muy entrado el dia. Pero luego que nos
habituamos á la vida nueva, tanto el dinero como los relojes quedaban
sobre la mesa ó sobre el armario, casi á la vista del que pasara por la
calle. Excusado fuera decir que nadie vino á desposeernos ni á
matarnos.
Hemos atravesado varias veces todo Paris: jamás hemos tenido noticia
de un robo á mano armada, de un asesinato, de un tumulto de ninguna
especie. Sólo hemos presenciado una riña entre dos hombres en la calle
de Buenavista _(Beauregard)_, disturbio que duró un momento y que
no tuvo consecuencias desagradables. Trato, pesos, medidas,
comestibles, todo se ajusta perfectamente á la ley.
Estudiado Paris en otras tendencias, apenas se concibe, ó se concibe
como concebimos un prodigio, la existencia de ese escrupuloso nivel
entre la conducta social del que obedece, y la voluntad del que manda.
Este nivel es evidente, y sólo la ignorancia, la preocupacion ó el odio
pueden desconocerlo.
Hemos estudiado con el mayor esmero esta faz de la civilizacion
parisiense, y debemos decir que muy rara vez hemos visto que una
manifestacion pública del individuo, esté en discordancia con el
precepto de la sociedad: es decir, con las leyes escritas.
No falta quien haya atribuido este resultado á la vigilancia de la policía;
pero esta manera de juzgar no es la que más revela un conocimiento
sazonado de las cosas.
La policía, como todo hecho represivo, podrá evitar casos particulares,

accidentes de localidad y de hora; no producir un caso general,
unánime, con rarísimas excepciones. Aquí es una disposicion general
de los ánimos y de las costumbres no herir la propiedad, en cuanto esta
propiedad está garantida por una proclamacion formal de la ley.
Para que esta disposicion de los ánimos y de las costumbres fuese
resultado de la vigilancia de la policía, fuera menester que cada
individuo tuviera un vigilante tan unido á él como el pié á su huella, lo
cual nos llevaria á suponer la existencia de tantos espías como
ciudadanos. Esto es absurdo.
Cuando un pueblo es tan inmoral que cada uno de sus hijos necesita un
espía para no ser asesino ó ladron, no hay fuerzas humanas que impidan
que el individuo de aquella sociedad sea ladron ó asesino. El espía no
puede hacer otra cosa que añadir á la suma un guarismo nuevo. El
ciudadano criminal tendria necesidad de un cómplice: este cómplice
seria su propio guardian, la policía, el espionaje. El espionaje, pues,
sólo serviria para dar autoridad á los crímenes, ó para sucumbir en la
lucha. Sí, la policía tendria que ser cómplice, ó robada y asesinada por
el ladron y por el asesino.
¿Quién lo duda? Cuando un cáncer se apodera de todo nuestro cuerpo
¿dónde encontrareis carne sana que oponer á la carne cancerosa? Si el
cáncer está en todas partes, si hay que cortarlo todo, ¿en qué punto
concebís la vida? ¿De qué manera concebís la vida en una carne que
debe cortarse?
Esto no puede ser, y no pudiendo ser en ningun país del mundo, no hay
razon para que sea en Paris. No, no es la policía. Policía hay en Austria,
y la criminalidad es incomparablemente mayor. La Inglaterra mantiene
hoy menos policía que el imperio francés, y la Inglaterra es un país más
morigerado que Francia. Menos policía tiene Bélgica, mucha menos, y
las costumbres de aquel país son bastante mejores que las del pueblo
que examino. En caso parecido se encuentran la Holanda, algunos
Estados alemanes, las Ciudades Libres y la Suiza.
Cerdeña tiene menos policía que Nápoles, y Nápoles es más criminal
que Cerdeña en una proporcion fabulosa.
No, la policía es un hecho puramente exterior, y de este orígen no
pueden provenir las altas razones morales, religiosas, políticas y
económicas, que marcan los grados de sociabilidad en todos los
pueblos de la tierra, sociabilidad que es el gran círculo donde todos los

hechos humanos se contienen, las costumbres tambien.
No; la represion hace lo que una argolla. La argolla no tiene la virtud de
convertir á los malvados. La argolla no
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