Schopenhauer El Arte De Tratar A Las Mujeres | Page 8

Schopenhauer, Arturo (1788-1860)
cuenta y reflexiona sobre el pasado y el futuro; de ah� su previsi�n, su preocupaci�n y su frecuente sentido de angustia. La mujer, por el contrario, dada su raz�n m�s d�bil, participa menos de las ventajas y desventajas de todo ello. Ella acusa una cierta miop�a intelectual porque su intelecto intuitivo ve de manera distinta las cosas cercanas, present�ndole un horizonte mucho m�s restringido, en el que no caben las cosas lejanas. Justamente por ello, todo lo ausente, lo pasado o lo futuro, act�a mucho menos sobre las mujeres que sobre los hombres. De all� deriva tambi�n la tendencia, mucho m�s frecuente en las mujeres, al despilfarro, que llega a veces a la insensatez. Pese a las muchas desventajas de esta situaci�n, tambi�n ofrece un lado positivo: la mujer se cala mucho m�s que nosotros en el presente y, por ende, lo disfruta m�s, mientras �ste sea tolerable. De ah� esa especial
17. EL ARTE DE TRATAR A LAS MUJERES serenidad de la mujer, que le permite brindarle al hombre cargado de preocupaciones horas placenteras de descanso. III SUS TAREAS NATURALES COITO Y GRAVIDEZ El coito es sobre todo asunto del hombre, la gravidez, por el contrario, s�lo de la mujer. HUMILDAD Y PACIENCIA Ya la simple vista de la figura femenina nos permite ver que la mujer no est� destinada a grandes trabajos, ni espirituales ni f�sicos. Ella paga la culpa de vivir, no actuando sino sufriendo con los dolores del parto, con los cuidados del ni�o y con la sumisi�n al hombre, del que tiene que ser una compa�era paciente y tranquila. MISI�N DE LA MUJER Las mujeres est�n destinadas exclusivamente a la propagaci�n del g�nero humano, y all� termina su tarea� A ellas les toca tomar a pecho los intereses de la especie m�s que los del individuo. Ello confiere a toda su existencia y a todo su actuar una cierta despreocupaci�n y, por lo general, una orientaci�n b�sicamente distinta a la del hombre: de ah� deriva la frecuente y casi normal desarmon�a matrimonial. EL DEBER DE SACRIFICARSE A mujer le toca o sacrificar el esplendor de su juventud a un hombre ya maduro, o tener despu�s la sensaci�n de no ser m�s de un objeto apropiado para un hombre todav�a en la plenitud de sus a�os.
18. EL ARTE DE TRATAR A LAS MUJERES SU OCUPACI�N PRINCIPAL En el fondo de su coraz�n, las j�venes consideran los trabajos dom�sticos o profesionales como algo secundario, y hasta lo consideran, quiz�s, como un simple pasatiempo. Ellas creen que su �nica profesi�n seria es el amor, las conquistas y todo lo relacionado con ello, como arreglarse, ir a bailes, etc. LA MUJER Y EL MANDO Que la mujer, por naturaleza, est� destinada a la obediencia, se reconoce por el hecho de que toda mujer que sea puesta en posici�n, para ella innatural, de total independencia, se une enseguida a un hombre, del que se deja guiar y dominar, porque necesita un due�o. Si es joven ser� un amante, si es vieja, un confesor. IV SUS CUALIDADES EL REALISMO FEMENINO Las mujeres son, sin duda, m�s prosaicas que los hombres y, por tanto, no ven en las cosas m�s all� de lo que realmente hay en ellas; mientras que el hombre, si sus pasiones se agitan, termina agradando las cosas reales o a�adi�ndoles rasgos imaginarios. EL CONSEJO DE LAS MUJERES En circunstancias dif�ciles, no es para nada equivocado pedir consejo tambi�n a las mujeres, como acostumbraban a hacer los antiguos germanos. Su manera de ver las cosas es, de hecho, totalmente distinta a la del hombre, en especial por la frecuente tendencia femenina a tomar de buen grado la v�a m�s corta para alcanzar las metas y en general, todo lo que se encuentra m�s cerca.
19. EL ARTE DE TRATAR A LAS MUJERES Nosotros, los hombres, por tenerlo precisamente debajo de nuestras narices, normalmente no lo vemos y lo apartamos, haciendo necesario que nos redireccionen hacia ello, para adquirir de nuevo una opini�n inmediata y sencilla. V SUS DEFECTOS EL DEFECTO FUNDAMENTAL DE LA MUJER: CAUSAS Y CONSECUENCIAS El defecto fundamental del car�cter femenino se encuentra en la injusticia. Ello tiene su origen en la ya mencionada falta de raciocinio y reflexi�n, y se ve impulsado adem�s por el hecho que las mujeres, cuanto m�s d�biles, m�s obligadas por la naturaleza a recurrir no a la fuerza sino a la astucia; de ah� su picard�a instintiva y su irreprimible tendencia a la mentira� De este defecto fundamental que hemos constatado, se desprenden la falsedad, la infidelidad, la traici�n, la ingratitud, y muchos m�s. MENTIRAS Y SIMULACIONES Como la jibia, la mujer se enrolla en el disimulo y nada a su gusto en la mentira. Todo hombre ya ment�a desde los
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