Schopenhauer El Arte De Tratar A Las Mujeres | Page 7

Schopenhauer, Arturo (1788-1860)
LAS MUJERES se quedan toda la vida como ni�as grandes: ellas ocupan un escal�n intermedio entre el ni�o y el hombre, que viene siendo el verdadero ser humano. II LAS DIFERENCIAS CON EL HOMBRE LA MUJER Y EL HOMBRE Cuando la naturaleza dividi� al g�nero humano en dos partes, no lo hizo exactamente por la mitad. A pesar de su polaridad, la diferencia entre el polo positivo y el polo negativo no es s�lo cualitativa sino tambi�n cuantitativa. Nuestros ancestros y tambi�n los pueblos orientales han considerado as� a las mujeres, asign�ndoles el sitio adecuado mucho mejor que nosotros, que practicamos la galanter�a francesa de viejo corte y profesamos una tonta veneraci�n al sexo femenino, flor suprema de la estupidez cristiano-germ�nica, que tan solo sirvi� para volverlas arrogantes y descaradas tanto que, a veces, nos recuerdan a los simios sagrados de Benar�s, que, conscientes de su propia santidad e inviolabilidad, se atreven a hacer de todo. LA INJUSTICIA DE LA NATURALEZA La naturaleza muestra una gran predilecci�n por el sexo masculino. �l posee el privilegio de la fuerza y la belleza; en el campo de la satisfacci�n sexual le corresponde s�lo el placer, mientras que a la mujer le tocan todas las cargas y las desventajas� Si el hombre quisiera sacar provecho de esa parcialidad de la naturaleza, la mujer ser�a el ser m�s infeliz porque el cuidado de los hijos recaer�a totalmente sobre ella, y ella, con su poca fuerza, quedar�a totalmente privada de cualquier ayuda.
15. EL ARTE DE TRATAR A LAS MUJERES LA MADUREZ EN EL HOMBRE Y EN LA MUJER Cuanto m�s noble y perfecta es una cosa, tanto m�s tarde y m�s lentamente llega su madurez. Dif�cilmente el var�n alcanza la madurez de la raz�n y de sus fuerzas intelectuales antes de los veintiocho a�os; la mujer, por el contrario, ya la alcanza a los dieciocho; pero, justamente por ello, su raz�n es muy limitada. Por tal motivo se quedan ni�as toda la vida, tan solo ven lo que les queda m�s cerca, viven apegadas al presente, confunden la apariencia de las cosas con la sustancia y prefieren las tonter�as a los asuntos m�s importantes. LA VANIDAD FEMENINA Y MASCULINA La vanidad de las mujeres, as� no fuese mayor que la de los hombres, posee un aspecto muy negativo: est� enfocada totalmente hacia objetos materiales, es decir, hacia la belleza de su propia persona y, por ende, hacia el lujo, los adornos y la magnificencia� Todo ello, aunado a su escasa inteligencia, hace que sea m�s propensa al despilfarro; por ello un antiguo sabio dijo: la mujer es despilfarradora por naturaleza. La vanidad de los hombres, por el contrario, se enfoca a menudo hacia privilegios no materiales, como la inteligencia y la erudici�n, la valent�a, y cosas de este estilo. EL HONOR SEXUAL MASCULINO Y FEMENINO El honor sexual se divide en honor femenino y honor masculino. Dado que en la vida de la mujer la relaci�n sexual es lo m�s importante, el honor sexual prioritario y m�s significativo es el femenino. Para una doncella, �ste consiste en la convicci�n general que tienen los dem�s de que ella no se ha entregado a ning�n hombre; y para una mujer, el que s�lo se haya entregado al hombre con que se cas�. En cuanto al sexo masculino, el honor sexual consiste en pensar que un esposo tan pronto se entera del adulterio de su mujer, se separar� de ella y, en general, la castigar� cuanto sea posible. EL AMOR MATERNO Y PATERNO POR LOS HIJOS El amor materno primitivo es, como en los animales, puramente instintivo, por tanto, cesa cuando los hijos no necesitan m�s de los cuidados f�sicos� El
16. EL ARTE DE TRATAR A LAS MUJERES amor del padre por sus hijos es muy diferente y mucho m�s s�lido: se basa en el reconocimiento del propio yo m�s �ntimo en sus mismos hijos y es, por tanto, de origen metaf�sico. SABIDUR�A Y CURIOSIDAD MASCULINA Y FEMENINA El deseo de conocimiento, cuando se enfoca hacia lo universal, se denomina anhelo de sabidur�a; cuando se enfoca hacia lo singular, se denomina ansia de novedad, curiosidad. Los ni�os demuestran, por lo general, deseo de aprender; las ni�as, por el contrario, demuestran s�lo curiosidad, a veces en grado asombroso y marcado, a menudo, por una exasperante ingenuidad. Es aqu� cuando ya se anuncia la inclinaci�n espec�fica del sexo femenino hacia lo particular y su insensibilidad hacia lo universal. BELLEZA MASCULINA Y FEMENINA La belleza de los varones es a la de las ni�as lo que la pintura al �leo es al pastel. PERCEPCI�N DEL TIEMPO EN EL HOMBRE Y LA MUJER El ser humano, a diferencia de los animales, no vive tan s�lo en el momento presente sino que tambi�n toma en
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