Schopenhauer El Arte De Tratar A Las Mujeres | Page 9

Schopenhauer, Arturo (1788-1860)
tiempos de Salom�n; pero entonces la mentira, vicio natural o capricho del momento, no era a�n, como se volvi� despu�s bajo el bendito reinado de las mujeres, una necesidad y una ley. As� como la naturaleza dot� al le�n con garras y dientes, al elefante y al jabal� con colmillos, al toro con astas y a la jibia con tinta que enturbia el agua, tambi�n dot� a la mujer con el arte de fingir para protegerse y defenderse, y toda la fuerza que le provey� al hombre, bajo la forma de vigor f�sico y de raz�n, se la concedi� tan bien a la mujer bajo la forma de las mencionadas cualidades. Por ende, la simulaci�n es innata en la mujer y propia tanto de la est�pida como de la inteligente, en casi igual medida. Hacer uso de ella en toda oportunidad es
20. EL ARTE DE TRATAR A LAS MUJERES natural en la mujer, as� como es natural para aquellos animales usar de inmediato sus armas frente a cualquier ataque. Tal vez sea imposible encontrar una mujer en verdad sincera, que no finja. M�s, por la misma raz�n, las mujeres descubren muy f�cilmente la simulaci�n ajena, y no es aconsejable tratar de usarla en nuestra relaci�n con ellas. EL PATRIMONIO Todas las mujeres, con raras excepciones, son proclives al despilfarro. Por ello, todo patrimonio, exceptuando los casos en que lo hayan adquirido ellas mismas, deber�a de ser protegido de su estupidez. EL DINERO En lo profundo de su coraz�n, las mujeres creen que el hombre est� destinado a ganar dinero y ellas a gastarlo, en lo posible mientras viva el esposo, si no, al menos, despu�s de su muerte. El simple hecho de que el marido entregue a su esposa el dinero para los gastos dom�sticos le refuerza a la mujer esta opini�n. VI C�MO ESCOGER LA MUJER ADECUADA LA IMPORTANCIA DEL FIN La profunda seriedad con que los hombres examinamos y evaluamos todas las partes del cuerpo de una mujer, y con la que ella, a su vez, hace lo mismo; el escr�pulo cr�tico con que escudri�amos a una mujer que empiece a gustarnos; la obstinaci�n que ponemos en nuestra selecci�n; la preocupaci�n con que el esposo observa a su mujer; las precauciones que toma, en cualquier parte, para no ser enga�ado; as� como el gran valor que asigna a cualquier exceso o defecto de sus partes esenciales, todo ello es plenamente apropiado dada la importancia del fin. Porque el hijo a engendrar tendr� que llevar, durante
21. EL ARTE DE TRATAR A LAS MUJERES toda su vida, una parte parecida. Por ejemplo, si la mujer es torcida, as� sea ligeramente, podr�a f�cilmente traspasarle a su hijo una joroba; y as� con el resto del cuerpo. �DE QU� EDAD? La principal consideraci�n que gu�a nuestra escogencia y nuestra decisi�n es la edad. Por lo general, los a�os m�s favorables son aquellos comprendidos entre la primera y �ltima menstruaci�n, aun cuando nosotros preferimos sin duda el periodo que va entre los dieciocho y los veintiocho a�os. Fuera de �ste, ninguna mujer puede resultarnos atractiva: una repulsi�n. La juventud, aun cuando sin belleza, tiene siempre, sin embargo, su atractivo. Pero, la belleza sin juventud no posee ninguno. �DE QU� MEDIDAS? Un seno femenino t�rgido ejerce una atracci�n extraordinaria sobre el sexo masculino porque, estando en directa relaci�n con las funciones reproductoras de la mujer, promete abundante alimentaci�n para el reci�n nacido. Por otra parte, las mujeres excesivamente gordas nos producen repulsi�n, pues tal conformaci�n f�sica indica atrofia del �tero, es decir, esterilidad. Y no es la mente, sino el instinto, el que lo sabe. OJOS, BOCA, NARIZ Y FACCIONES La belleza de la cara es tan s�lo el �ltimo criterio de escogencia. Aqu� hay que mirar, ante todo la estructura �sea; por tanto, se toma en cuenta, principalmente, una linda nariz; una nariz corta y respingada lo arruina todo. Una peque�a curva de la nariz, hacia abajo o hacia arriba, ha decidido, y con raz�n, la felicidad en la vida de innumerables muchachas; dado que all� radica el rasgo de la especie. Una boca peque�a, con mand�bulas peque�as, es absolutamente esencial, como rasgo espec�fico del rostro humano, en contraste con los hocicos de los animales. Un ment�n retra�do, y de alguna forma truncado, es particularmente repugnante, ya que el mentum prominulum es una caracter�stica exclusiva de nuestra especie. Finalmente, hay que considerar la belleza de los
22. EL ARTE DE TRATAR A LAS MUJERES ojos y de la frente: esta �ltima est� en estrecha relaci�n con las cualidades ps�quicas, es especial con las intelectuales, que se heredar�n de la madre. LA ALQUIMIA INDISPENSABLE Para que haya lugar a una atracci�n verdaderamente apasionada, se requiere de algo que s�lo puede ser expresado con
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