Romance de lobos, comedia barbara | Page 5

Ramon del Valle-Inclan
FARRUQUINO
Ahora no la hay, y fuerza es conformarse.
DON ROSENDO
Pues la habia.
DON PEDRITO
Silbale, a ver si acude.
DON FARRUQUINO
El capellan se la llevo machacada, cuando estuvo en la faccion. Creo
recordar eso.
DON ROSENDO
iMentira! Yo la he visto despues, y comi con ella. iY no hace mucho!
DON MAURO
Yo tambien.
DON GONZALITO
Toda la plata ha desaparecido hoy mismo, y el ladron no es el capellan.
DON ROSENDO
?Quien de vosotros llego el primero?
DON PEDRITO
Yo llegue el primero. ?Que hay?
DON ROSENDO

Pues tu eres el ladron.
DON PEDRITO
iY tu un hijo de puta!
_Don Pedrito y Don Rosendo se abalanzan y se agarran. Los otros
hermanos se interponen con gran vocerio. El capellan asoma en la
puerta: Es un viejo seco, membrudo de cuerpo y velludo de manos,
vestido con una sotana verdeante que se le enreda en los calcanares_.
EL CAPELLAN
iAun esta caliente el cuerpo de vuestra madre, y ya peleais como
Caines! iRespetad el sueno de la muerte, sacrilegos! Esperad a que
llegue vuestro padre, y el dara a cada uno lo que en herencia le
corresponda. No seais como los cuervos, que caen en bandada sobre los
muertos para comerselos. iCuervos! iCaines!
_Los cinco hermanos, revueltos en un tropel, siguen gritando en el
centro de la estancia, y los brazos se levantan sobre las cabezas
amenazadores y colericos_.
DON FARRUQUINO
Don Manuelito, esto no se arregla con sermones.
EL CAPELLAN
iTambien has manchado en este saqueo tus manos que consagran a
Dios! Esperad a que llegue vuestro padre y el dara a cada uno lo suyo.
iLos lobos en el monte tienen mas hermandad que vosotros! iNacidos
sois de un mismo vientre, y peleais como fieras que por acaso se hallan
en un camino!
DON FARRUQUINO
?Quien aviso a Don Juan Manuel?

EL CAPELLAN
Yo le avise. Esta tarde salio con una carta mia, la barca de Abelardo.
DON PEDRITO
iEsa es una conspiracion!
DON MAURO
iQue se pretende con avisar a mi padre!
DON GONZALITO
Debio respetarse la voluntad de mi madre, que no le llamo cuando
estaba moribunda.
EL CAPELLAN
Porque vosotros lo habeis estorbado. Pero harto sabeis que su ultimo
suspiro fue para el. iCuervos! iLobos!
DON PEDRITO
iBasta de insultos, que la paciencia se me acaba!
EL CAPELLAN
iY tu el mayor cuervo! iY tu el mayor lobo!
DON FARRUQUINO
iQue valor da el vino!
DON MAURO
iUn rayo te parta, Don Manuelito!
EL CAPELLAN

Guardad esos fieros para las mujeres y para los rapaces, que a mi no se
me asusta con ellos. iSacrilegos! Vendra Don Juan Manuel y os
arrojara de esta casa que estais profanando con vuestras
concupiscencias.
DON PEDRITO
iUn rayo me parta! iMe da el corazon que hoy ceno lengua de clerigo!
DON FARRUQUINO
iAdobada en vino!
EL CAPELLAN
iSacrilegos! iSeriais capaces de poner las manos sobre esta corona!
DON FARRUQUINO
iNo lo consentiria yo!
EL CAPELLAN
iTu eres el peor de todos!... Ya tendreis el castigo, si no en esta vida, en
la otra... Os dejo, os dejo entregados a este latrocinio impio... ?Ois esa
campana: Llama por mi y llama tambien por vosotros... Voy a decir la
primera misa por el descanso de nuestra madre, mi protectora, mi
madre. Vosotros, Caines, bien haceis en no oirla. iSeria un escarnio!
Sois como los perros, que no pueden entrar en la casa de Dios.
_El capellan sale, y el doble de la campana que resuena en la sala
desmantelada, detiene por un momento aquel expolio a que se entregan
desde el comienzo de la noche los cinco bigardos_.

JORNADA PRIMERA
ESCENA QUINTA

_La alcoba donde murio Dona Maria. Es el amanecer, uno de esos
amaneceres adustos e invernales en que aulla el viento como un lobo y
se arremolina la llovizna. En la alcoba, la luz del dia naciente batalla
con la luz de los cirios que arden a la cabecera de la muerta, y pasa por
las paredes de la estancia como la sombra de un pajaro. La lluvia azota
los cristales de la ventana y se ahila en un lloro terco y frio, de una
tristeza monotona, que parece exprimir toda la tristeza del invierno y de
la vida. La ventana se abre sobre el mar, un vasto mar verdoso y
temeroso. Es aquella una de esas angostas ventanas de montante,
labradas como confesionarios en lo hondo de un muro, y flanqueadas
por poyos de piedra donde duerme el gato y suele la abuela hilar su
copo. Dos mujeres velan el cadaver: La una, alta y seca, con los
cabellos en mechones blancos y los ojos en llamas negras, es sobrina de
la muerta y se llama Dona Moncha. La otra, menuda, compungida y
melosa, con gracia especial para cortar mortajas, es blanca, con una
blancura rancia
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