Relacion historica de los sucesos de la rebelion de Jose Gabriel Tupac-Amaru | Page 4

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Tupac-Amaru la acabaron de matar "d��ndole patadas en el est��mago." _?Horrcaco referens!_]
Pocos ejemplos ofrecen los anales de las naciones de una carniceria tan espantosa. No solo se atorment��, y sacrific�� �� Tupac-Amaru, su muger, su hijo, sus hermanos, tios, cu?ados, y confidentes, sino que se proscribi�� en masa �� todo su parentezco, por mas remotos que fuesen los grados de consanguineidad que los unian. Solo se perdon�� la vida �� un ni?o de once a?os, hijo de Tupac-Amaru, que despues de haber presenciado el suplicio de sus padres y deudos, fu�� remitido �� Espa?a, donde falleci�� poco despues. As�� es que debe tenerse por ap��crifo el t��tulo de _Quinto nieto del ��ltimo Emperador del Per��,_ que asumi�� Juan Bautista Tupamaru, para conseguir del Gobierno de Buenos Aires una pension vitalicia.[6]
[Nota 6: El t��tulo del folleto que este impostor public�� en Buenos Aires, es: _El dilatado cautiverio bajo el gobierno espa?ol de Juan Bautista Tupamaru, quinto nieto del ��ltimo Emperador del Per��._
_Buenos-Aires, 2 de Setiembre de_ 1837.
PEDRO DE ANGELIS]
El ��nico resultado ��til de este gran sacudimiento fu�� la nueva organizacion que la Corte de Espa?a di�� �� la administracion de sus provincias de ultramar, y la abolicion de los repartimientos. De este modo qued�� legitimado el principio que invoc�� Tupac-Amaru para mejorar la suerte de los indios, que hallaron despues en sus Delegados, administradores mas responsables, y por consiguiente mas ��ntegros que los Corregidores.

RELACION HISTORICA &
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Aunque las crueles y sangrientas turbaciones, que han excitado y promovido los indios en la provincias de esta Am��rica Meridional, han sido la causa total de tantas lamentables desdichas, como se han seguido �� sus habitantes, es no obstante preciso confesar que el verdadero y formal or��gen de ellas no es otro que la general corrupcion de costumbres, y la suma confianza �� descuido con que hasta ahora se ha vivido en este continente. As�� parece se deduce de los propios hechos, y lo persuaden todas sus circunstancias.
De algunos a?os �� esta parte se reconocian en esta misma Am��rica muchos de aquellos vicios y des��rdenes que son capaces de acarrear la mas grande revolucion �� un estado, pues ya no se hallaba entre sus habitadores otra union que la de los bandos y partidos. El bien p��blico era sacrificado �� los intereses particulares: la virtud y el respeto �� las leyes, no era mas que un nombre vano: la opresion y la inhumanidad no inspiraban ya horror �� los mas de los hombres acostumbrados �� ver triunfar el delito. Los odios, las perfidias, la usura y la incontinencia representaban en sus correspondientes teatros la mas tr��gica escena, y perdido el pudor se transgredian las leyes sagradas y civiles con esc��ndalo reprensible.
Tal era el infeliz estado de estas provincias en punto �� disciplina, y no mejor el que se manifestaba en ��rden �� la seguridad y defensa de ellas; pues no se encontraban armas, municiones ni otros pertrechos para la guerra, carecian de oficiales y soldados que entendiesen el arte militar: porque, aunque en las capitales de este vasto reino, como son Lima y Buenos Aires, se hallasen buenos �� inteligentes, como el fuego de la rebelion se encendi�� en el centro de las mismas provincias y casi �� un mismo tiempo en todas, y la distancia de una �� otra capital es mil leguas, cuando menos, no di�� lugar �� otra cosa que �� hacer inevitables los estragos, pues aunque tenian nombrados regimientos de milicias, cuya fuerza se hizo crecer en los estados remitidos �� la Corte, se conoci�� despues que solo existian en la imaginacion del que los form��, tal vez con miras poco decorosas �� su alto car��cter, por la utilidad que producian los derechos de patentes y otras gabelas.
Los corregidores, poseidos de una ambicion insaciable con cuantiosos �� inutiles repartos, cuyo cobro exigian por medio de las mas tiranas egecuciones, con perjuicio de las leyes y de la justicia, se les habia visto en algunas provincias hacer reparto de anteojos, polvos azules, barajas, libritos para la instruccion del egercicio de infanteria, y otros g��neros, que lejos de servirles de utilidad, eran gravosos y perjudiciales. Por otra parte se veian tambien hostigados de los curas, no menos crueles que los corregidores para la cobranza de sus obvenciones que aumentaban �� lo infinito, inventando nuevas fiestas de santos y costosos guiones con que hacian crecer excesivamente la ganancia temporal: pues si el indio no satisfacia los derechos que adeudaba, se le prendia cuando asistia �� la doctrina y �� la explicacion del evangelio, y llegaba �� tanto la iniquidad, que se le embargaban sus propios hijos, reteni��ndolos hasta que se verificaba la entera satisfaccion de la deuda, que regularmente se la habia hecho contraer por fuerza el mismo p��rroco.
En algunas ocasiones habian manifestado anteriormente los indios estos justos resentimientos, que ocasionaron
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