Proyecto de traslacion de las fronteras de Buenos Aires al Rio Negro y Colorado | Page 8

Sebastian Undiano y Gastelu
En este punto se concluye la jurisdiccion de la capital, y comienza la de Córdoba. Advirtiendo que, como llegué tarde, no pude observar la latitud, ni tampoco la pude verificar de noche, por hallase el cielo nublado: por cuyo motivo no pude descubrir estrella conocida.]
[Nota 3: Desde este parage nos volvimos al fuerte de San José, para proseguir nuestra marcha por otro camino.]
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EXCELENTISIMO SE?OR VIREY.
SE?OR:--
Muy venerado Se?or: tengo el honor de remitir á V. E. el itinerario que he formado de la derrota que he seguido desde la capital de Buenos Aires, dirigiéndome por las poblaciones de todas las fronteras, hasta la orilla y márgenes del rio Diamante, en el paso antiguo que llaman de Romero, que es en donde se han abierto los cimientos del nuevo fuerte, llamado de San Rafael. De allí, pasando por los cerritos de la Casa Pintada, por las Salinas que abastecen las ciudades de Santiago de Chile y Mendoza, y á la distancia media de los dos cerros grandes, que es el Diamante al norte, y el Nevado al sur, llegué en un boquete de la Cordillera Grande, que llaman los Manantiales del rio Atué, que es adonde pasa el invierno la cacica D.a Maria Josefa: y aunque con dicha entrada podia haberme trasportado al Valle Hermoso, me pareció, por las noticias que habia adquirido, me seria mas facil hacer mi entrada por el otro boquete porque la direccion para mi regreso debia de ser mas directa. Por la que pasé la noche y el dia siguiente en dicho boquete para instruirme y observar la latitud: pero como hubiese llovido, me ví precisado á salir de dichos manantiales, el dia once, dirigiéndome para el otro boquete, que lo forma un arroyo llamado el Saladillo, agua muy superior, el que con los manantiales forma el rio Atué. Y come dicha entrada fuese la mejor que pudieramos desear para los dignos objetos de V. E., me tomé la libertad de ponerle su nombre. De allí me dirigí aguas arriba de dicho arroyo, hasta llegar á las tolderias del cacique y cacica que nos acompa?aban.
En esta primera jornada, aunque buena, se halla en tropiezo de una ladera algo escabrosa, la que se puede componer con mucha facilidad, pues que es de tierra, y una piedrecitas que pueden servir para empedrar el camino; porque no hay rios, precipicios, bajadas ni subidas peligrosas, que puedan impedir el carruage.
De los toldos de dichos naturales, hasta llegar al potrero de D. José María Maturana, las subidas y bajadas, sin peligro ni precipicios, son las mismas que las antecedentes: bien que se deben gastar algunas cantidades, no muy crecidas, para componer el camino, á fin de que puedan transitar toda especie de carruage, porque toda aquella distancia, digo de los citados toldas, hasta la mesita del Planchon, no es mas que un vergel que ha formado la naturaleza.
La citada Cordillera la dividió la naturaleza de tal modo, que en el parage que llaman del Planchon, en donde debia de ser lo mas peligroso, Dios le ha colocado un terreno tan llano, como los Pampas de Buenos Aires, y á proporcion de su longitud y latitud, y con un bueno y hermoso arroyo, el cual está muy abundante de todas especies de aves silvestres y cuadrúpedos, conducentes á la situacion del terreno; como tambien pastos y bastante le?a para el abasto de cualquiera tropa que puedan ofrecerse pasar. Porque en toda la extension del boquete ya descubierto, todo abunda para los fines de un viagero económico, y sin asomo de peligro, pues que jamas hemos pensado en descargar una de las diez cargas que traimos para nuestras urgencias, ni menos el apearnos temerosos de algun quebranto.
Pasado el citado Planchon, y dejando el camino que lleva para la villa de Curicó (el que es casi intransitable, por las muchas nieves y barrancos que se manifiestan á la primera vista), y el que conduce aguas abajo para el Valle Grande, se baja la citada Cordillera con une suavidad inexplicable como cuatro leguas; y de allí bajamos, y pasamos dicho rio, el que dista del otro, como cuatrocientas varas, que es el que viene caracoleando desde el Valle Grande: y de dicho paso bajando siempre como una legua, se halla el Volcancito en que hay dos sitios buenos, hermosos y cómodos para tomar ba?os. En este corto trecho hay una bajada muy corta pero muy mala, cuyo terreno es de tierra y piedrecitas, de fácil composicion, y de un regular gasto; respecto de que dichos arroyos, jamas podrán impedir el transito del carruage, porque la confluencia de los citados arroyos no tienen peligro algun, y el curso de los dos con una regular corriente.
De esta confluencia, hasta el puesto de D. José Maria Maturana, y tambien hasta el parage que llaman de
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