Lentamente se mustian mis pobres ilusiones
Tristemente se mueren
mis ensueños en flor...
Y en todas mis endechas y en todas mis
canciones
Solo hay cantos de pena y quejas de dolor.
Ignoro este misterio tan triste de mi vida
Que a veces con mis lloros,
yo quisiera morir...
Ignoro si hay otra alma sensible y dolorida
Que
en esta vida quiera mis penas compartir.
Ni los labios henchidos de mimos y embelesos
Que mitigan las penas
con caricias y besos
Han podido de mi alma suavizar el dolor.
¡Misterio de mi vida! ¡Oh mi queja infinita!
¡Sólo a ti te comprende,
mi fiel madre bendita,
Que con su santo beso, regenera mi amor!...
DULCEMENTE
Hay como besos locos de bocas olorosas,
hay brisas perfumadas de
lejanos abriles,
hay aromas quiméricos de mileguas y rosas,
al
oscular la aurora los dormidos pensiles.
Hermosa está Natura. Albarizos encajes
pueblan el azúl cielo. En
amorosas citas
las aves mañaneras juegan en los ramajes
y se
inebrian de esencias de suaves sampaguitas.
Besos de sol se posan en las cabezas mustias,
y ante las plantas de
una Virgen de las Angustias,
musitando plegarias de matinal candor,
como una blanca sombra, está Mimí de hinojos
desgreñada la trenza,
soñolientos los ojos,
--princesa fugitiva de un país del amor.
HOMENAJE
A SALVADOR RUEDA
Embajador poeta que vienes a esta tierra
donde flameó un día la
enseña roja y gualda,
toma las galas todas que mi solaz encierra
y
danos de tus rimas la perennal guirnalda.
De tus gloriosos versos la prodigiosa alquimia
afianzará los vínculos
de nuestra antigua alianza,
que no en balde parlamos la hispana
lengua eximia
y bruñó el sol nativo del "Quijote" la lanza.
No morirá en mi tierra la lengua de Castilla,
la cultura española no
encontrará su ocaso,
las leyes del Rey Sabio tendrán vida inmortal;
porque en la historia un nombre eternamente brilla,
al lado de
Cervantes, Molina y Garcilaso,
el nombre de aquel vate, héroe y
mártir: Rizal.
Octubre, 1915.
Balmori (Jesús)
Manileño. Comenzó a metrificar para el público a los quince años, y a
los diez y siete publicó su volumen Rimas malayas (Manila, 1904). Sus
primeros modelos fueron Bécquer, Espronceda y otros bardos hispanos.
Idolatró, luego, en Rubén. También cree en Villaespesa, Rostand y
D'Annunzio. Es padre de dos novelas y dos zarzuelas. Laureáronle en
copia de certámenes poéticos.
¡GLORIA!
(LETRA DE UN HIMNO ESCOLAR A RIZAL, PREMIADO
NOVIEMBRE, 1908), EN CONCURSO PROMOVIDO POR El
Renacimiento, DIARIO NACIONALISTA DE MANILA.
Del suelo de la patria que vuestra, sangre encierra
hoy brota un himno
santo en vuestro augusto honor.
¡Gloria al que abrió los surcos para
labrar su tierra!
¡Gloria al que abrió las almas para enseñar su amor!
No se extinguió en los aires vuestra palabra amada;
no faltan labios
jóvenes que besen vuestra cruz;
y la legión de apóstoles por vos
fructificada
no olvida al que en la noche cayó pidiendo luz.
Luz para las conciencias, para las almas todas;
luz para el ara triste
del olvidado altar;
que aquella vuestra lámpara que se apagó en las
bodas
iluminó, estallando, el alma popular.
Brotan frutos del suelo que el germen vuestro encierra;
las almas
aprendieron a amar en vuestro honor...
¡Gloria al que abrió los surcos
para labrar su tierra!
¡Gloria al que abrió las almas para enseñar su
amor!
LA VENGANZA DE LAS FLORES
(CUENTO)
I
Señor: Pues ésta era una gentil chiquilla
Hija de un primitivo y
autóctono rajhá,
Más bella que la estrella que sobre el viento brilla,
Más dulce que este cuento que a tí brindado vá.
¡Si hubieras visto qué ojos! ¡Lo mismo que dos frutas
De un
lomboy[14] que tuviera las ramas perfumadas!
¡Y qué labios de rosa!
¡Y qué gloriosas rutas
Y líneas las del cuerpo de carnes encantadas!
Y se llamaba Flora, como la primavera,
Y su voz como el canto de
los pájaros era,
Y sus cabellos negros y largos, y su frente...
Su frente era como un jazmín harto de aurora,
Con mucho de
románticos amores soñadora
Y mucho de los rayos de luna.
Dulcemente.
[Nota 14: Fruto negro, brillante, del árbol así nombrado.]
II
Señor: Pues esta niña estaba abandonada
Por el rajhá, ocupado en
combates sin fin,
Y como ya muriera su madre, infortunada,
Ahora
buscaba amor y aroma en el jardín.
Pero las flores, muchísimo menos amorosas
Que esas santas llamadas
las madres de los hombres,
De la gentil chiquilla y su beldad celosas
Acordaron matarla, señor, aunque te asombres.
Que a veces la flor mata, como matan las leyes,
Así sean las víctimas
diosas o hijas de reyes,
Así el verdugo luego grite arrepentimiento.
Y el acuerdo de todas las flores vengativas,
Desde las sampaguitas
hasta las siemprevivas,
Quedó temblando a modo de una hoz sobre el
viento.
III
Y aquí viene lo triste, señor, de todo esto;
Porque una tarde Flora
cortó y cortó más flores,
Y luego de apiñarlas en su tagalo cesto,
Se
fué a su lecho para contarlas sus amores.
Y se quedó
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