Parnaso Filipino | Page 9

Eduardo Martin de la Camara
dormida con ellas, y con ellas,
Que se reían bajo la luz de
las estrellas,--
Lámparas de oro puestas en el celaje cónico,--
Flora, a la luz del alba amaneció abrasada,
Completa y dulcemente,
de muerte perfumada.
¡Las flores la mataron con su ácido carbónico!
1910.
EL VOLCAN DE TAAL
(HACIA LO PARADÓJICO)
Y Dios cogió una vara de estrellas encendidas
Para prenderle fuego al
cráter del volcán.
Temblaron las entrañas del monstruo, sacudidas.
La noche se tiñó del
sol de sus heridas.
Y al despertar del sueño de siglos el titán,
Buscó

a las dulces vírgenes al pié de su albo lecho,
Buscó a las flores hechas
de todos sus vapores
Para clavar--¡qué loco!--sus garras en el pecho
De vírgenes y flores.
Cayeron. Y por ellas
Lloró el coloso luego sus lágrimas de estrellas.
Y es que algo en el zarpazo del débil a los fuertes
Pudiera
aventurarnos a inmensos silogismos.
Si fueran esas cumbres
eternamente inertes
Las águilas no harían su nido en los abismos

¡Oh ejemplo de las lavas!
¡Oh, tú, que matas vírgenes y rosas con tus
babas
Llorando aquella risa con que rodó Satán!
Sigue rompiendo
almas, sigue rompiendo prados.
Dios cogerá una vara de lirios perfumados
Para apagar el fuego del
cráter del volcán.
1910.
EN EL CIRCO
Alma bohemia que jamás se abate,
gemela de Talión y Prometeo,

antes que suene el grito de combate
por la arena del circo me paseo.
No temas tú, oh Amor, porque me veas
despreciando mi vida ante el
Coloso;
Una gota de sangre en las ideas
¡es Jesús en el Gólgota
glorioso!
¡Y yo no temo al César! Por mis venas
corre sangre de mártires
malayos...
¿Quién dijo que con balas o cadenas
puede atajarse el
vuelo de los rayos?
Se ha de inclinar su testa coronada
bajo el verbo de gloria que
pregono,
¡que es más grande mi pluma que su espada!
¡y hay más
fuerza en mi pecho que en su trono!

Pero no has de temblar, ¡oh dulce amada,
Luz de mis ojos, paraiso
mío!
Cuando tú veas fulgurar mi espada
en el solemne y loco
desafío.
Que así cubra mi frente la victoria
como sobre la arena me desangre,

¡Si triunfo, para tí toda mi gloria!
¡Si caigo, para tí toda mi sangre!
BIENAVENTURANZA
Yo he abierto mi puerta al mendigo
y le he dado el dinero que tengo.

El pobre es mi padre y mi amigo,
y es pobre el hogar de que vengo.
He dado mi plata, a los ruegos
del viejo que llama a mi puerta
y
clava sus ojos, ya ciegos,
en mi alma al amor siempre abierta.
Yo he dado mi plata ¡qué importa!
No lloren por mí los abuelos.
La
vida es muy triste y muy corta,
y hay algo que premian los cielos.
Y no ha de faltarme a la mesa
el triste mendrugo que he dado;
que
un ángel de Dios siempre besa
la mesa del que es desgraciado.
Bendiga mi frente la muerta;
la madre que lloro y bendigo.
Por ella
yo he abierto mi puerta,
y he dado mi plata al mendigo.
A NUESTRO SEÑOR DON QUIJOTE DE LA MANCHA
(PREMIADA EN CONCURSO ORGANIZADO POR LA "CASA
DE ESPAÑA", DE MANILA, 1920).
Señor de los poetas, de los desventurados
De todos los de ensueño de
libertad turbados,
De los que han hambre y sed de justicia en la tierra!

Señor de los esclavos, señor de las zagalas,
En cuya frente baten
las águilas sus alas,
Y en cuyo pecho España su corazón encierra!
En la vida que es triste, que es llena de amargura,
Y que sólo el amor
salpica de ventura,
Como a ingrata doncella amante dadivoso,
¿Qué

corazón que suena, que espíritu que adora,
No convierte en princesa
la humilde labradora
Y no cree que Aldonza es la flor del Toboso?
Aún seguimos soñando castillos las posadas,
Ejércitos de príncipes
altivos las mesnadas,
Jardines encantados los páramos sin dueño,
Y
en todos los instantes y en todos los caminos,
Todos vamos cayendo
por luchar con molinos,
Y a todos nos destrozan las aspas del
ensueño!
¿Qué sería del mundo sin el halo divino
Que nos cubre lo mismo que
el yelmo de Mambrino?
¿Qué sería la vida sin la dulce poesía
Que
ciega nuestros ojos con sus flotantes tules,
Para llenar el alma de
límites azules,
Y partir con un Sancho el pan de cada dia?
¡Oh, señor, ve que es cosa de gran desesperanza
salir por esos campos
empuñando la lanza,
A desfacer entuertos en sin igual empresa!

¡Luchar con la quimera hasta rendir los brazos,
Y azotarse las carnes
hasta hacerlas pedazos,
Por romper el encanto que aduerme a una
princesa!
Pero todos lo hacemos. Todos siguen de trote
No hay un hijo de
España que no sea Quijote,
Y aunque vaya soñando, haga el bien por
doquiera.
Destrozado y herido le hallarán en la vida,
Pero no habrá
una herida más ideal que su herida,
Ni habrá estrella más alta que su
noble quimera.
Nada importa el que clama que su esfuerzo es locura,
Que es inútil su
arrojo, que es fatal su aventura
¡Don Quijote discute todo eso con su
lanza!
Y, en tanto ya ensartando malandrines follones,
Cargado de
esperanzas, de ensueños, de visiones,
Por los campos del mundo
avanza, avanza, avanza....
A su paso
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