Novelas Cortas | Page 8

Pedro Antonio de Alarcón
en mis brazos y te conduje a este calabozo.

VIII
No bien dej�� de hablar Ram��n, cuando me levant�� y le dije, 25 con l��grimas, con risa, abraz��ndolo, tr��mulo, yo no s�� c��mo:
--?Te debo la vida!
--?No tanto!--respondi�� Ram��n.
--?C��mo es eso?--exclam��.
--?Sabes tocar la corneta?
30 --No.
--Pues no me debes la vida, sino que he comprometido la m��a sin salvar la tuya. (p24) Qued��me fr��o como una piedra.
--?Y m��sica? (pregunt�� Ram��n.) ?Sabes?
--Poca, muy poca....--Ya recordar��s la que nos ense?aron en el colegio....
05 --?Poco es, o, mejor dicho, nada!--?Morir��s sin remedio!... ?Y yo tambi��n, por traidor..., por falsario!--?Fig��rate t�� que dentro de quince d��as estar�� organizada la banda de m��sica a que has de pertenecer!...
--?Quince d��as!
10 --?Ni m��s ni menos!--Y como no tocar��s la corneta.... (porque Dios no har�� un milagro), nos fusilar��n a los dos sin remedio.
--?Fusilarte! (exclam��.) ?A ti! ?Por m��! ?Por m��, que te debo la vida!--?Ah, no, no querr�� el cielo! Dentro de 15 quince d��as sabr�� m��sica[24-1] y tocar�� la corneta de llaves.
Ram��n se ech�� a re��r.

IX
--?Qu�� m��s quer��is que os diga, hijos m��os?
En quince d��as... ?oh poder de la voluntad! En quince d��as con sus quince noches (pues no dorm�� ni repos�� un momento 20 en medio mes), ?asombraos!... ?En quince d��as aprend�� a tocar la corneta!
?Qu�� d��as aquellos!
Ram��n y yo nos sal��amos al campo, y pas��bamos horas y horas con cierto m��sico que diariamente ven��a de un lugar 25 pr��ximo a darme lecci��n.... 25
_?Escapar!_...-- Leo en vuestros ojos esta palabra....--?Ay! Nada m��s imposible!--Yo era prisionero, y me vigilaban.... Y Ram��n no quer��a escapar sin m��.
Y yo no hablaba, yo no pensaba, yo no com��a....
30 Estaba loco, y mi monoman��a era la m��sica, la corneta, la endemoniada corneta de llaves....
?Quer��a aprender, y aprend��! (p25) Y, si hubiera sido mudo, habr��a hablado....
Y, paral��tico, hubiera andado....
Y, ciego, hubiera visto.
?Porque _quer��a_!
05 ?Oh! ?La voluntad suple por todo!--QUERER ES PODER.
_Quer��a_: ?he aqu�� la gran palabra!
_Quer��a_..., y lo consegu��.--?Ni?os, aprended esta gran verdad!
Salv��, pues, mi vida y la de Ram��n.
10 Pero me volv�� loco.
Y, loco, mi locura fu�� el arte.
En tres a?os no solt�� la corneta de la mano.
_Do-re-mi-fa-sol-la-si_; he aqu�� mi mundo durante todo aquel tiempo.
15 Mi vida se reduc��a a soplar.[25-1]
Ram��n no me abandonaba....
Emigr�� a Francia, y en Francia segu�� tocando la corneta.
?La corneta era yo! ?Yo cantaba con la corneta en la boca!
Los hombres, los pueblos, las notabilidades[25-2] del arte se 20 agrupaban para o��rme....
Aquello era un pasmo, una maravilla....
La corneta se doblegaba entre mis dedos; se hac��a el��stica, gem��a, lloraba, gritaba, rug��a; imitaba al ave[25-3], a la fiera, al sollozo humano....--Mi pulm��n era de hierro.
25 As�� viv�� otros dos a?os m��s.
Al cabo de ellos falleci�� mi amigo.
Mirando su cad��ver, recobr�� la raz��n....
Y cuando, ya en mi juicio, cog�� un d��a la corneta... (?qu�� asombro!), me encontr�� con que[25-4] no sab��a tocarla....
30 ?Me pedir��is ahora que os haga s��n[25-5] para bailar?
Madrid, 1854.

LAS DOS GLORIAS (p26)
Un d��a que el c��lebre pintor flamenco Pedro Pablo Rubens[26-1] andaba recorriendo los templos de Madrid acompa?ado de sus afamados disc��pulos, penetr�� en la iglesia de un humilde convento, cuyo nombre no designa la tradici��n.
05 Poco o nada encontr�� que admirar el ilustre artista en aquel pobre y desmantelado templo, y ya se marchaba renegando, como sol��a, del mal gusto de los frailes de Castilla la Nueva,[26-2] cuando repar�� en cierto cuadro medio oculto en las sombras de fe��sima capilla;[26-3] acerc��se a ��l, y lanz�� una exclamaci��n de asombro. Sus disc��pulos le rodearon al momento,[26-4] pregunt��ndole:
--?Qu�� hab��is encontrado, maestro?
--?Mirad!--dijo Rubens se?alando, por toda contestaci��n, al lienzo que ten��a delante[26-5].
15 Los j��venes quedaron tan maravillados como el autor del Descendimiento.[26-6]
Representaba aquel cuadro la Muerte de un religioso.-- Era ��ste muy joven, y de una belleza que ni la penitencia ni la agon��a hab��an podido eclipsar, y hall��base tendido sobre los ladrillos 20 de su celda, velados ya los ojos por la muerte, con una mano extendida sobre una calavera, y estrechando con la otra, a su coraz��n, un crucifijo de madera y cobre.
En el fondo del lienzo se ve��a pintado otro cuadro, que figuraba estar colgado[26-7] cerca del lecho de que se supon��a haber 25 salido el religioso para morir con m��s humildad sobre la dura tierra.
Aquel segundo cuadro representaba a una difunta, joven y hermosa, tendida en el ata��d entre f��nebres cirios y negras y suntuosas colgaduras.... (p27) Nadie hubiera podido mirar estas dos escenas, contenida la una en la otra, sin comprender que se explicaban y completaban rec��procamente. Un amor desgraciado, una esperanza muerta, un desencanto de la vida, un olvido eterno del mundo: 05 he aqu�� el poema misterioso que se deduc��a de los dos asc��ticos dramas que encerraba aquel lienzo.
Por lo dem��s, el color, el dibujo, la composici��n, todo revelaba un genio de primer orden.
--Maestro, ?de qui��n puede ser esta magn��fica obra?--preguntaron 10 a Rubens sus disc��pulos, que ya hab��an alcanzado el cuadro.
--En este ��ngulo
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