que no había un cristino[21-4] en
el campo de batalla.... (p22) Cuando salió la luna, me acordé de
ti.--Entonces enderecé mis pasos a la ermita de San Nicolás con
intención de esperarte.
Serían las diez de la noche. La cita era a la una, y la noche 05 antes no
había yo pegado los ojos....--Me dormí, pues, profundamente.
Al dar la una, lancé un grito y desperté.
Soñaba que habías muerto....
Miré a mi alrededor, y me encontré solo.
10 ¿Qué había sido de ti?
Dieron las dos..., las tres..., las cuatro....--¡Qué noche de angustia!
Tú no parecías....
¡Sin duda habías muerto!...
15 Amaneció.
Entonces dejé la ermita, y me dirigí a este pueblo en busca de los
facciosos.
Llegué al salir el sol.[22-1]
Todos creían que yo había perecido la tarde antes....
20 Así fué que, al verme, me abrazaron, y el General me colmó de
distinciones.
En seguida supe que iban a ser fusilados veintiún[22-2] prisioneros.
Un presentimiento se levantó en mi alma.
--¿Será Basilio uno de ellos?--me dije.
25 Corrí, pues, hacia el lugar de la ejecución.
El cuadro estaba formado.
Oí unos tiros....
Habían empezado a fusilar.
Tendí la vista...; pero no veía....
30 Me cegaba el dolor; me desvanecía el miedo.
Al fin te distingo....
¡Ibas a morir fusilado!
Faltaban dos víctimas para llegar a ti....
¿Qué hacer? (p23) Me volví loco; dí un grito; te cogí entre mis brazos,
y, con una voz ronca, desgarradora, tremebunda, exclamé:
--¡Éste no! ¡Éste no, mi General!...
El General, que mandaba el cuadro, y que tanto me conocía[23-1] 05
por mi comportamiento de la víspera, me preguntó:
--Pues qué, ¿es músico?
Aquella palabra fué para mí lo que sería para un viejo ciego de
nacimiento ver de pronto el sol en toda su refulgencia.
La luz de la esperanza brilló a mis ojos tan súbitamente, que 10 los
cegó.
--¡Músico (exclamé); sí..., sí..., mi General! ¡Es músico! ¡Un gran
músico!
Tú, entretanto, yacías sin conocimiento.
--¿Qué instrumento toca?--preguntó el General.
15 --El... la... el... el...; ¡si!... ¡justo!..., eso es..., ¡la corneta de llaves!
--¿Hace falta un corneta[23-2] de llaves?--preguntó el General,
volviéndose a la banda de música.
Cinco segundos, cinco siglos, tardó la contestación.
20 --Sí, mi General; hace falta--respondió el Músico mayor.
--Pues sacad a ese hombre de las filas, y que siga la ejecución al
momento....--exclamó el jefe carlista.
Entonces te cogí en mis brazos y te conduje a este calabozo.
VIII
No bien dejó de hablar Ramón, cuando me levanté y le dije, 25 con
lágrimas, con risa, abrazándolo, trémulo, yo no sé cómo:
--¡Te debo la vida!
--¡No tanto!--respondió Ramón.
--¿Cómo es eso?--exclamé.
--¿Sabes tocar la corneta?
30 --No.
--Pues no me debes la vida, sino que he comprometido la mía sin salvar
la tuya. (p24) Quedéme frío como una piedra.
--¿Y música? (preguntó Ramón.) ¿Sabes?
--Poca, muy poca....--Ya recordarás la que nos enseñaron en el
colegio....
05 --¡Poco es, o, mejor dicho, nada!--¡Morirás sin remedio!... ¡Y yo
también, por traidor..., por falsario!--¡Figúrate tú que dentro de quince
días estará organizada la banda de música a que has de pertenecer!...
--¡Quince días!
10 --¡Ni más ni menos!--Y como no tocarás la corneta.... (porque Dios
no hará un milagro), nos fusilarán a los dos sin remedio.
--¡Fusilarte! (exclamé.) ¡A ti! ¡Por mí! ¡Por mí, que te debo la
vida!--¡Ah, no, no querrá el cielo! Dentro de 15 quince días sabré
música[24-1] y tocaré la corneta de llaves.
Ramón se echó a reír.
IX
--¿Qué más queréis que os diga, hijos míos?
En quince días... ¡oh poder de la voluntad! En quince días con sus
quince noches (pues no dormí ni reposé un momento 20 en medio mes),
¡asombraos!... ¡En quince días aprendí a tocar la corneta!
¡Qué días aquellos!
Ramón y yo nos salíamos al campo, y pasábamos horas y horas con
cierto músico que diariamente venía de un lugar 25 próximo a darme
lección.... 25
_¡Escapar!_...-- Leo en vuestros ojos esta palabra....--¡Ay! Nada más
imposible!--Yo era prisionero, y me vigilaban.... Y Ramón no quería
escapar sin mí.
Y yo no hablaba, yo no pensaba, yo no comía....
30 Estaba loco, y mi monomanía era la música, la corneta, la
endemoniada corneta de llaves....
¡Quería aprender, y aprendí! (p25) Y, si hubiera sido mudo, habría
hablado....
Y, paralítico, hubiera andado....
Y, ciego, hubiera visto.
¡Porque _quería_!
05 ¡Oh! ¡La voluntad suple por todo!--QUERER ES PODER.
_Quería_: ¡he aquí la gran palabra!
_Quería_..., y lo conseguí.--¡Niños, aprended esta gran verdad!
Salvé, pues, mi vida y la de Ramón.
10 Pero me volví loco.
Y, loco, mi locura fué el arte.
En tres años no solté la corneta de la mano.
_Do-re-mi-fa-sol-la-si_; he aquí mi mundo durante todo aquel tiempo.
15 Mi vida se reducía a soplar.[25-1]
Ramón no me abandonaba....
Emigré a Francia, y en Francia seguí tocando la
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