Novelas Cortas | Page 6

Pedro Antonio de Alarcón
verdad! He tocado la corneta de llaves; he sido
una... una especialidad,[14-10] como dicen ustedes ahora...; pero
también es cierto que hace dos años regalé mi corneta a un pobre
músico licenciado, y que desde 25 entonces no he vuelto[14-11]... ni a
tararear.
--¡Qué lástima! (p15) --¡Otro[15-1] Rossini!
--¡Oh! ¡Pues lo que es esta tarde,[15-2] ha de tocar[15-3] usted!...
--Aquí, en el campo, todo es permitido....
05 --¡Recuerde V. que es mi día,[15-4] papá abuelo[15-5]!...
--¡Viva! ¡Viva! ¡Ya está aquí la corneta!
--Sí, ¡que toque!
--Un vals....
--No..., ¡una polca!...
10 --¡Polca!... ¡Quita allá![15-6]--¡Un fandango!
--Sí..., sí..., ¡fandango! ¡Baile nacional!
--Lo siento mucho, hijos míos; pero no me es posible tocar la corneta....

--¡Usted, tan amable!...
15 --Tan complaciente....
--¡Se lo suplica a V.[15-7] su nietecito!...
--Y su sobrina....
--¡Dejadme, por Dios!--He dicho que no toco.
--¿Por qué?
20 --Porque no me acuerdo; y porque, además, he jurado no volver a
aprender....
--¿A quién se lo ha jurado?
--¡A mí mismo, a un muerto, y a tu pobre madre, hija mía!
25 Todos los semblantes se entristecieron súbitamente al escuchar estas
palabras.
--¡Oh!... ¡Si supierais a qué costa aprendí a tocar la corneta!...--añadió
el viejo.
--¡La historia! ¡La historia! (exclamaron los jóvenes.) 30 Contadnos esa
historia.
--En efecto.... (dijo D. Basilio.)--Es toda una historia. Escuchadla, y
vosotros juzgaréis si puedo o no puedo tocar la corneta....
Y sentándose bajo un árbol rodeado de unos curiosos y (p16) afables
adolescentes, contó la historia de sus lecciones de música.
No de otro modo, Mazzepa,[16-1] el héroe de Byron, contó una noche a
Carlos XII,[16-2] debajo de otro árbol, la terrible historia 05 de sus
lecciones de equitación.
Oigamos a D. Basilio.

II
Hace diez y siete años que ardía en España la guerra civil.
Carlos e Isabel[16-3] se disputaban la corona, y los españoles,
divididos en dos bandos, derramaban su sangre en lucha fratricida.
10 Tenía yo un amigo, llamado Ramón Gámez, teniente de cazadores
de mi mismo batallón, el hombre más cabal que he conocido....--Nos
habíamos educado juntos; juntos salimos del colegio; juntos peleamos
mil veces, y juntos deseábamos morir por la libertad....--¡Oh! ¡Estoy
por decir[16-4] 15 que él era más liberal que yo y que todo el
ejército!...
Pero he aquí que cierta injusticia cometida por nuestro Jefe en daño de
Ramón; uno de esos abusos de autoridad que disgustan de la más
honrosa carrera; una arbitrariedad, en fin, hizo desear al Teniente de
cazadores abandonar las filas de sus hermanos, al amigo dejar al amigo,
al liberal pasarse a la facción, 20 al subordinado matar a su Teniente
Coronel....--¡Buenos humos tenía[16-5] Ramón para aguantar insultos e
injusticias ni al lucero[16-6] del alba!
Ni mis amenazas, ni mis ruegos, bastaron a disuadirle de su 25
propósito. ¡Era cosa resuelta! ¡Cambiaría el morrión[16-7] por la
boina,[16-8] odiando como odiaba mortalmente a los facciosos!
A la sazón nos hallábamos en el Principado,[16-9] a tres leguas del
enemigo.
Era la noche en que Ramón debía desertar, noche lluviosa 30 y fría,
melancólica y triste, víspera de una batalla.
A eso de las doce entró Ramón en mi alojamiento.
Yo dormía. (p17) --Basilio....--murmuró a mi oído.
--¿Quién es?

--Soy yo.--¡Adiós!
--¿Te vas ya?
05 --Sí; adiós.
Y me cogió una mano.
--Oye... (continuó); si mañana hay, como se cree, una batalla, y nos
encontramos en ella....
--Ya lo sé: somos amigos.
10 --Bien; nos damos un abrazo, y nos batimos en seguida.
--¡Yo moriré mañana regularmente,[17-1] pues pienso atropellar por
todo hasta que mate al Teniente Coronel!--En cuanto a ti, Basilio, no te
expongas....[17-2]--La gloria es humo.
--¿Y la vida?
15 --Dices bien: hazte comandante.... (exclamó Ramón.) La paga no es
humo..., sino después que uno se la ha[17-3] fumado....--¡Ay! ¡Todo
eso acabó para mí!
--¡Qué tristes ideas! (dije yo no sin susto.)--Mañana sobreviviremos los
dos a la batalla.
20 --Pues emplacémonos para después de ella....
--¿Dónde?
--En la ermita de San Nicolás, a la una de la noche.--El que no
asista,[17-4] será porque haya muerto.--¿Quedamos conformes?
25 --Conformes.
--Entonces.... ¡Adiós!...

--Adiós.
Así dijimos; y después de abrazarnos tiernamente, Ramón desapareció
en las sombras nocturnas.

III
30 Como esperábamos, los facciosos nos atacaron al siguiente día.
La acción fué muy sangrienta, y duró desde las tres de la tarde hasta el
anochecer. (p18) A cosa de las cinco, mi batallón fué rudamente
acometido por una fuerza de alaveses[18-1] que mandaba Ramón....
¡Ramón llevaba ya las insignias de Comandante y la boina blanca de
carlista[18-2]!...
05 Yo mandé hacer fuego contra Ramón, y Ramón contra mí: es decir,
que su gente y mi batallón lucharon cuerpo a cuerpo.
Nosotros quedamos vencedores, y Ramón tuvo que huir con los muy
mermados restos de sus alaveses; pero no sin que antes 10 hubiera dado
muerte por sí mismo, de un pistoletazo,[18-3] al que la víspera era su
Teniente Coronel; el
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