05 --Pronto.... ¡Márchese V.!--repitieron todos volviéndole la espalda.
El segador alargó la mano maquinalmente.
--¿Te parece poco? (gritó uno.)--¡Pues no quiere su 10
dinero![8-1]--Vaya..., vaya.... ¡No nos tiente V. la paciencia! El pobre
padre se alejó llorando, y a poco desapareció.
Media hora había transcurrido, empleada por los ladrones en jurarse
unos a otros no decir nunca a su capitán que habían perdonado la vida a
un hombre, cuando de pronto apareció _Parrón_, trayendo al segador
en la grupa de su yegua.
15 Los bandidos retrocedieron espantados.
_Parrón_ se apeó muy despacio, descolgó su escopeta de dos cañones,
y, apuntando a sus camaradas, dijo:
--¡Imbéciles! ¡Infames! ¡No sé cómo[8-2] no os mato a todos!--¡Pronto!
¡Entregad a este hombre los duros que 20 le habéis robado![8-3]
Los ladrones sacaron los veinte duros y se los[8-4] dieron al segador, el
cual se arrojó a los pies de aquel personaje que dominaba a los
bandoleros y que tan buen corazón tenía....
_Parrón_ le dijo:
25 --¡A la paz de Dios![8-5]--_Sin las indicaciones de V., nunca
hubiera dado con ellos._ ¡Ya ve V. que desconfiaba de mí sin motivo!...
He cumplido mi promesa.... Ahí tiene V. sus veinte duros....--Conque...
¡en marcha!
El segador lo abrazó repetidas veces y se alejó lleno de júbilo. 30 Pero
no habría andado[8-6] cincuenta pasos, cuando su bienhechor lo llamó
de nuevo.
El pobre hombre se apresuró a volver pies atrás.[8-7]
--¿Qué manda V.?--le preguntó, deseando ser útil al que había devuelto
la felicidad a su familia. (p9) --¿Conoce V. a _Parrón_?--le preguntó él
mismo.
--No lo conozco.
--¡Te equivocas! (replicó el bandolero.) Yo soy _Parrón_.
El segador se quedó estupefacto.[9-1]
05 _Parrón_ se echó la escopeta a la cara[9-2] y descargó los dos tiros
contra el segador, que cayó redondo[9-3] al suelo.
--¡Maldito seas![9-4]--fué lo único que pronunció.
En medio del terror que me quitó la vista, observé que el árbol en que
yo estaba atado se estremecía ligeramente y que 10 mis ligaduras se
aflojaban.
Una de las balas, después de herir al segador, había dado en la cuerda
que me ligaba al tronco y la había roto.
Yo disimulé que estaba libre, y esperé una ocasión para escaparme.
15 Entretanto decía _Parrón_ a los suyos, señalando al segador:
--Ahora podéis robarlo.--Sois unos imbéciles..., ¡unos canallas![9-5]
¡Dejar a ese hombre, para que se fuera, como se fué, dando gritos por
los caminos reales!... Si conforme soy yo[9-6] quien se[9-7] lo
encuentra y se entera de lo que pasaba, 20 hubieran sido los
_migueletes_[9-8] habría dado vuestras señas y las de nuestra guarida,
como me las ha dado a mí, y estaríamos ya todos en la cárcel!--¡Ved las
consecuencias de robar sin matar!--Conque basta ya de sermón y
enterrad ese cadáver para que no apeste.
25 Mientras los ladrones hacían el hoyo y _Parrón_ se sentaba a
merendar dándome la espalda,[9-9] me alejé poco a poco del árbol y
me descolgué al barranco próximo....
Ya era de noche. Protegido por sus sombras salí a todo escape,[9-10] y,
a la luz de las estrellas, divisé mi borrico, que 30 comía allí
tranquilamente, atado a una encina. Montéme en él, y no he parado
hasta llegar aquí....
Por consiguiente, señor, déme V. los mil reales, y yo daré las señas de
_Parrón_, el cual se ha quedado con[9-11] mis tres duros y medio....
(p10) Dictó el gitano la filiación del bandido; cobró desde luego la
suma ofrecida, y salió de la Capitanía general, dejando asombrados al
Conde del Montijo y al sujeto, allí presente, que nos ha contado todos
estos pormenores.
05 Réstanos ahora saber si acertó o no acertó Heredia al decir la
buenaventura a _Parrón_.
III
Quince días después de la escena que acabamos de referir, y a eso de
las nueve de la mañana, muchísima gente ociosa presenciaba, en la
calle de San Juan de Dios y parte de la de 10 San Felipe de aquella
misma capital, la reunión de dos compañías de migueletes que debían
salir a las nueve y media en busca de _Parrón_, cuyo paradero, así
como sus señas personales y las de todos sus compañeros de fechorías,
había al fin averiguado el Conde del Montijo.
15 El interés y emoción del público eran extraordinarios, y no menos la
solemnidad con que los migueletes se despedían de sus familias y
amigos para marchar a tan importante empresa. ¡Tal espanto había
llegado a infundir _Parrón_ a todo el antiguo reino granadino!
20 --Parece que ya vamos a formar... (dijo un miguelete a otro[10-1]), y
no veo al cabo López....
--¡Extraño es, a fe mía,[10-2] pues él llega siempre antes que
nadie[10-3] cuando se trata de salir en busca de _Parrón_, a quien odia
con sus cinco sentidos![10-4]
25 --Pues ¿no sabéis lo que pasa?--dijo un tercer miguelete, tomando
parte en la conversación.
--¡Hola! Es nuestro nuevo
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