Novelas Cortas | Page 3

Pedro Antonio de Alarcón
muy lentamente.) Vas a
quedarte en mi poder....--¡Si en todo el mes que entra no me ahorcan, te
ahorco[5-6] yo a ti, tan cierto como ahorcaron a mi padre!--Si muero
para esa fecha,[4-7] 15 quedarás libre.
--¡Muchas gracias! (dije yo en mi interior.) ¡Me perdona ... después de
muerto![5-8]
Y me arrepentí de haber echado tan corto el plazo.[5-9]
20 Quedamos en lo dicho: fuí conducido a la cueva, donde me
encerraron, y _Parrón_ montó en su yegua y tomó el tole[5-10] por
aquellos breñales....
--Vamos,[5-11] ya comprendo... (exclamó el Conde del Montijo.)
_Parrón_ ha muerto; tú has quedado libre, y por eso sabes sus señas....
25 --¡Todo lo contrario, mi General! _Parrón_ vive, y aquí entra lo más
negro de la presente historia.

II
Pasaron ocho días sin que el capitán volviese a verme. Según pude
entender, no había parecido por allí desde la tarde que le hice la
buenaventura; cosa que nada tenía de raro, a lo que me 30 contó[5-12]
uno de mis guardianes.
--Sepa V. (me dijo) que el Jefe se va al infierno[5-13] de vez en (p6)
cuando, y no vuelve hasta que se le antoja.--Ello es[6-1] que nosotros
no sabemos nada de lo que hace durante sus largas ausencias.

A todo esto, a fuerza de ruegos, y como pago de haber dicho 05 serían
ahorcados y que llevarían[6-2] una vejez muy tranquila, había yo
conseguido que por las tardes me sacasen de la cueva y me atasen a un
árbol, pues en mi encierro me ahogaba de calor.
Pero excuso decir que nunca faltaban a mi lado un par de 10 centinelas.
Una tarde, a eso de las seis, los ladrones que habían salido de
_servicio_[6-3] aquel día a las órdenes del _segundo de parrón_,
regresaron al campamento, llevando consigo, maniatado como pintan a
nuestro Padre Jesús Nazareno, a un pobre segador de 15 cuarenta a
cincuenta años, cuyas lamentaciones partían el alma.
--¡Dadme mis veinte duros! (decía.) ¡Ah! ¡Si supierais con qué afanes
los he ganado! ¡Todo un verano segando bajo el fuego del sol!... ¡Todo
un verano lejos de mi pueblo, de mi mujer y de mis hijos![6-4]--¡Así he
reunido, con mil sudores y 20 privaciones, esa suma, con que
podríamos vivir este invierno!... ¡Y cuando ya voy de vuelta,[6-5]
deseando abrazarlos y pagar las deudas que para comer hayan hecho
aquellos infelices, ¿cómo he de perder[6-6] ese dinero, que es para mí
un tesoro? --¡Piedad, señores! ¡Dadme mis veinte duros! ¡Dádmelos,
por 25 los dolores de María Santísima!
Una carcajada de burla contestó a las quejas del pobre padre.
Yo temblaba de horror en el árbol a que estaba atado; porque los
gitanos también tenemos familia.
--No seas[6-7] loco.... (exclamó al fin un bandido, dirigiéndose 30 al
segador.)--Haces mal en pensar en tu dinero, cuando tienes cuidados
mayores en que ocuparte....
--¡Cómo!--dijo el segador, sin comprender que hubiese desgracia más
grande que dejar sin pan a sus hijos.
--¡Estás en poder de _Parrón_! (p7)
--_Parrón_.... ¡No le conozco!... Nunca lo he oído nombrar.... ¡Vengo

de muy lejos! Yo soy de Alicante,[7-1] y he estado segando en
Sevilla.[7-2]
--Pues, amigo mío, _Parrón_ quiere decir la muerte. Todo 05 el que cae
en nuestro poder es preciso que muera. Así, pues, haz testamento en
dos minutos y encomienda el alma en otros dos.--¡Preparen![7-3]
¡Apunten!--Tienes cuatro minutos.
--Voy a aprovecharlos.... ¡Oídme, por compasión!...
10 --Habla.
--Tengo seis hijos[7-4]... y una infeliz...--diré viuda..., pues veo que
voy a morir....--Leo en vuestros ojos que sois peores que fieras.... ¡Sí,
peores! Porque las fieras de una misma especie no se devoran unas a
otras.--¡Ah! ¡Perdón!... 15 No sé lo que me digo.[7-5]--¡Caballeros,
alguno de ustedes[7-6] será padre!... ¿No hay un padre entre vosotros?
¿Sabéis lo que son seis niños pasando un invierno sin pan? ¿Sabéis lo
que es una madre que ve morir a los hijos de sus entrañas, diciendo:
«Tengo hambre..., tengo frío»?--Señores, ¡yo no 20 quiero mi vida sino
por ellos! ¿Qué es para mí la vida? ¡Una cadena de trabajos y
privaciones!--¡Pero debo vivir para mis hijos!... ¡Hijos míos![7-7]
¡Hijos de mi alma!
Y el padre se arrastraba por el suelo, y levantaba hacia los ladrones una
cara.... ¡Qué cara!... ¡Se parecía a la de 25 los santos que el rey
Nerón[7-8] echaba a los tigres, según dicen los padres predicadores....
Los bandidos sintieron moverse algo dentro de su pecho, pues se
miraron unos a otros...; y viendo que todos estaban pensando la misma
cosa, uno de ellos se atrevió a decirla....
30 --¿Qué dijo?--preguntó el Capitán general, profundamente afectado
por aquel relato.
--Dijo: «Caballeros, lo que vamos a hacer no lo sabrá nunca
_Parrón_....»

--Nunca..., nunca...--tartamudearon los bandidos. (p8)
--Márchese V., buen hombre....--exclamó entonces uno que hasta
lloraba.
Yo hice también señas al segador de que se fuese al instante.
El infeliz se levantó lentamente.
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