Los pazos de Ulloa | Page 8

Emilia Pardo Bazán
ni jab��n, ni cubo. Qued��se parado delante de la palangana, en mangas de camisa y sin saber qu�� hacer, hasta que, convencido de la imposibilidad de refrescarse con agua, quiso al menos tomar un ba?o de aire, y abri�� la vidriera.
Lo que abarcaba la vista le dej�� encantado. El valle ascend��a en suave pendiente, extendiendo ante los Pazos toda la lozan��a de su ladera m��s feraz. Vi?as, casta?ares, campos de ma��z granados o ya segados, y tupidas robledas, se escalonaban, sub��an trepando hasta un montecillo, cuya falda gris parec��a, al sol, de un blanco plomizo. Al pie mismo de la torre, el huerto de los Pazos se asemejaba a verde alfombra con cenefas amarillentas, en cuyo centro se engastaba la luna de un gran espejo, que no era sino la superficie del estanque. El aire, oxigenado y regenerador, penetraba en los pulmones de Juli��n, que sinti�� disiparse inmediatamente parte del vago terror que le infund��a la gran casa solariega y lo que de sus moradores hab��a visto. Como para renovarlo, entreoy�� detr��s de s�� rumor de pisadas cautelosas, y al volverse vio a Sabel, que le presentaba con una mano platillo y j��cara, con la otra, en plato de peltre, un p��lpito de agua fresca y una servilleta gorda muy doblada encima. Ven��a la moza arremangada hasta el codo, con el pelo alborotado, seco y volandero, del calor de la cama sin duda: y a la luz del d��a se notaba m��s la frescura de su tez, muy blanca y como infiltrada de sangre. Juli��n se apresur�� a ponerse el levit��n, murmurando:
--Otra vez haga el favor de dar dos golpes en la puerta antes de entrar.... Conforme estoy a pie, pudo cuadrar que estuviese en la cama todav��a... o visti��ndome.
Mir��le Sabel de hito en hito, sin turbarse, y exclam��:
--Disimule, se?or.... Yo no sab��a.... El que no sabe, hace como el que no ve.
--Bien, bien.... Yo quer��a decir misa antes de tomar el chocolate.
--Hoy no podr��, porque tiene la llave de la capilla el se?or abad de Ulloa, y Dios sabe hasta qu�� horas dormir��, ni si habr�� qui��n vaya all�� por ella.
Juli��n contuvo un suspiro. ?Dos d��as ya sin misar! Cabalmente desde que era presb��tero se hab��a redoblado su fervor religioso, y sent��a el entusiasmo juvenil del nuevo misacantano, conmovido a��n por la impresi��n de la augusta investidura; de suerte que celebraba el sacrificio esmer��ndose en perfilar la menor ceremonia, temblando cuando alzaba, anonad��ndose cuando consum��a, siempre con recogimiento indecible. En fin, si no hab��a remedio....
--Ponga el chocolate ah��--dijo a Sabel.
Mientras la moza ejecutaba esta orden, Juli��n alzaba los ojos al techo y los bajaba al piso, y tos��a, tratando de buscar una f��rmula, un modo discreto de explicarse.
--?Hace mucho que no duerme en este cuarto el se?or abad?
--Poco.... Har�� dos semanas que baj�� a la parroquia.
--Ah.... Por eso.... Esto est�� algo... sucio, ?no le parece? Ser��a bueno barrer... y pasar tambi��n la escoba por entre las vigas.
Sabel se encogi�� de hombros.
--El se?or abad no me mand�� nunca que le barriese el cuarto.
--Pues, francamente, la limpieza es una cosa que a todo el mundo gusta.
--S��, se?or, ya se sabe.... No pase cuidado, que yo lo arreglar�� muy arregladito.
Lo pronunci�� con tanta sumisi��n, que Juli��n a su vez quiso mostrarle un poco de caritativo inter��s.
--?Y el ni?o?--pregunt��--. ?No le hizo mal lo de ayer?
--No, se?or.... Durmi�� como un santi?o y ya anda corriendo por la huerta. ?Ve? All�� est��.
Mirando por la abierta ventana, y haci��ndose una pantalla con la mano, Juli��n divis�� a Perucho, que, sin sombrero, con la cabeza al sol, arrojaba piedras al estanque.
--Lo que no sucede en un a?o sucede en un d��a, Sabel--advirti�� gravemente el capell��n--. ?No debe consentir que le emborrachen al chiquillo: es un vicio muy feo, hasta en los grandes, cuanto m��s en un inocente as��! ?Para qu�� le aguanta a Primitivo que le d�� tanta bebida? Es obligaci��n de usted el impedirlo.
Sabel fijaba pesadamente en Juli��n sus azules pupilas, siendo imposible discernir en ellas el menor rel��mpago de inteligencia o de convencimiento. Al fin articul�� con pausa:
--Yo qu�� quiere que le haga.... No me voy a reponer contra mi se?or padre.
Juli��n call�� un momento at��nito. ?De modo que quien hab��a embriagado a la criatura era su propio abuelo! No supo replicar nada oportuno, ni siquiera lanzar una exclamaci��n de censura. Llev��se la taza a la boca para encubrir la turbaci��n, y Sabel, creyendo terminado el coloquio, se retiraba despacio, cuando el capell��n le dirigi�� una pregunta m��s.
--?El se?or marqu��s anda ya levantado?
--S��, se?or.... Debe estar por la huerta o por los alpendres.
--Haga el favor de llevarme all��--dijo Juli��n levant��ndose y limpi��ndose apresuradamente los labios sin desdoblar la servilleta.
Antes de dar con el marqu��s, recorrieron el capell��n y su gu��a casi toda la huerta. Aquella vasta extensi��n de terreno deb��a haber sido en otro
Continue reading on your phone by scaning this QR Code

 / 107
Tip: The current page has been bookmarked automatically. If you wish to continue reading later, just open the Dertz Homepage, and click on the 'continue reading' link at the bottom of the page.