La Navidad en las Montanas | Page 6

Ignacio Manuel Altamirano
ya de suyo inocentes, se han mejorado; hemos fundado escuelas, que no hab��a, para ni?os y para adultos; se ha introducido el cultivo de algunas artes mec��nicas, y puedo asegurar a Vd., que sin la guerra que ha asolado toda la comarca, y que aun la amenaza por alg��n tiempo, si el cielo no se apiada de nosotros, mi humilde pueblecito llegar�� a disfrutar de un bienestar que antes se cre��a imposible.
En cuanto a m��, se?or, vivo feliz, cuanto puede serlo un hombre, en medio de gentes que me aman como a un hermano; me creo muy recompensado de mis pobres trabajos con su cari?o, y tengo la conciencia de no serles gravoso, porque vivo de mi trabajo, no como cura, sino como cultivador y artesano; tengo poqu��simas necesidades y Dios provee a ellas con lo que me producen mis afanes. Sin embargo, ser��a ingrato si no reconociese el favor que me hacen mis feligreses en auxiliar mi pobreza con donativos de semillas y de otros efectos que, sin embargo, procuro que ni sean frecuentes ni costosos, para no causarles con ellos un gravamen que justamente he querido evitar, suprimiendo las obvenciones parroquiales, usadas generalmente.
--?De manera, se?or cura,--le pregunt��,--que Vd. no recibe dinero por bautizos, casamientos, misas y entierros?
--No, se?or, no recibo nada, como va Vd. a saberlo de boca de los mismos habitantes. Yo tengo mis ideas, que ciertamente no son las generales; pero que practico religiosamente.... Si conozco que un sacerdote que se consagra a la cura de almas debe vivir de algo, considero tambi��n que puede vivir sin exigir nada, y content��ndose con esperar que la generosidad de los fieles venga en auxilio de sus necesidades. As�� creo que lo quiso Jesucristo, y as�� vivi�� ��l; ?por qu��, pues, sus ap��stoles no hab��an de contentarse con imitar a su Maestro, d��ndose por muy felices de poder decir que son tan ricos como ��l?
Y no pude contenerme al oir esto; y deteniendo mi caballo, quit��ndome el sombrero, y no ocultando mi emoci��n que llegaba hasta las l��grimas, alargu�� una mano al buen cura, y le dije:
--Venga esa mano, se?or, Vd. no es un fraile, sino un ap��stol de Jes��s.... Me ha ensanchado Vd. el coraz��n; me ha hecho Vd. llorar.... Se?or, le dir�� a Vd. francamente y con mi rudeza militar y republicana, yo he detestado desde mi juventud a los frailes y a los cl��rigos; les he hecho la guerra; la estoy haciendo todav��a en favor de la Reforma, porque he cre��do que eran una peste; pero si todos ellos fuesen como Vd., se?or, ?qui��n ser��a el insensato que se atreviese, no digo a esgrimir su espada contra ellos, pero ni aun a dejar de adorarlos? ?Oh, se?or! yo soy lo que el clero llama un hereje, un imp��o, un _sansculote_; pero yo aqu�� digo a Vd., en presencia de Dios, que respeto las verdaderas virtudes cristianas.... As��, venero la religi��n de Jesucristo, como Vd. la practica, es decir, como ��l la ense?��, y no como la practican en todas partes. ?Bendita Navidad ��sta que me reservaba la mayor dicha de mi vida, y es el haber encontrado a un disc��pulo del sublime Misionero, cuya venida al mundo se celebra hoy! Y yo ven��a triste, recordando las Navidades pasadas en mi infancia y en mi juventud, y sinti��ndome desgraciado por verme en estas monta?as solo con mis recuerdos! ?Qu�� valen aquellas fiestas de mi ni?ez, s��lo gratas por la alegr��a tradicional y por la presencia de la familia? ?Qu�� valen los profanos regocijos de la gran ciudad, que no dejan en el esp��ritu sino una pasajera impresi��n de placer? ?Qu�� vale todo eso en comparaci��n de la inmensa dicha de encontrar la virtud cristiana, la buena, la santa, la modesta, la pr��ctica, la fecunda en beneficios? Se?or cura, perm��tame Vd. apearme y darle un abrazo y protestarle que amo el cristianismo cuando lo encuentro tan puro como en los primeros y hermosos d��as del Evangelio.
El cura se baj�� tambi��n de su pobre caballejo, y me abraz��, llorando y sorprendido de mi arranque de sincera franqueza. No pod��a hablar por su emoci��n, y apenas pudo murmurar, al estrecharme contra su pecho:
--Pero, se?or capit��n ... yo no merezco ... yo creo que cumplo ... esto es muy natural; yo no soy nada ... ?qu�� he de ser yo! ?Jesucristo! ?Dios! ?el pueblo!

[Footnote 1: #Alva#, province in the north of Spain.]
[Footnote 2: #Carmelitas#, Carmelites, members of the mendicant order of Our Lady of Mt. Carmel, founded about 1156.]
[Footnote 3: #previo el noviciado#, the noviciate being prior (translate: _after the noviciate_).]
[Footnote 4: #Desierto de Tenancingo#, an ancient monastery near Mexico City where lived a company of Carmelites. A monk of another order said of it in the seventeenth century: "It is the pleasantest place of all about Mexico.... Were all deserts
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