Invocando los poderes celestiales | Page 8

conocido
que pueda sufrir con paciencia estas
aflicciones que vendrán sobre mí. (Alma 31:30-31)
Y otra vez el Señor le concedió éxito en sus labores según sus deseos.
Vemos este mismo modelo en la labor mi sional de Ammón, hijo de Mosíah. El
deseo de Ammón resultó en la conversión de un hombre de mucha influencia (el Rey
Lamoni). El camino se abrió y miles fueron bautizados. Es importante darse cuenta
de que Ammón no fue exitoso en sus labores misionales sino hasta que \
sus deseos le
motivaron a ser paciente y sufrido en sus aflicciones. Ammón había experimentado
muchas pruebas. Había sufrido mucho, tanto en el cuerpo como en la mente,
hambre, sed, y fatiga. Así como Alma, Ammón también tuvo "... mucha tribulación
en el espíritu." (Alma 17:5)
En otras palabras, Ammón tuvo que convencer al Señor de que quería bautizar a
los lamanitas y que estaba dispuesto a pagar cualquier precio a fin de tener éxito; y
entonces "... el Señor les había concedido conforme a sus oraciones." (Alma 25:17)
Los misioneros de nuestra época tendrán mucho más éxito en sus labores si
hacen caso al consejo del Elder Bruce R. McConkie:
Quizás lo malo sea que no hayamos deseado llevar almas al reino, con fe,
con todo nuestro corazón. Quizás no hayamos decidido en nuestra mente que
podemos convertir y que sí conver tiremos a muchos a la Iglesia.[7]
Si los misioneros cultivan un deseo sincero de bautizar, y convencen al Señor que
están dispuestos a pagar cualquier precio, como trabajar con empeño, etc., el Señor
les concederá sus deseos y serán instrumentos para el bautismo de muchas personas.
Lo que dijo el Elder McConkie concerniente a los deseos y a su papel en la obra
misional se aplica a todos los deseos justos . Si sus deseos no se le están realizando,
le falta ejercer su fe, con todo el cora zón; y por lo tanto, el Señor no puede
ayudarle a lograr sus deseos justos. Recuer de, recibirá según sus deseos justos. Como
ha dicho el Elder McConkie: "Si deseamos tal y tal cosa, y tenemos fe en el Señor, lo
lograremos."[8] Si se fija la meta de logr ar un deseo determinado pero resulta que no
tiene la iniciativa para avanzar hacia esa me ta, debe llegar a la conclusión de que su
meta no es un deseo verdadero. Si realmente la deseara, tendría la motivación
adecuada para actuar. Muchas personas, si n pensar, dicen que darían cualquier cosa
si pudieran tocar bien el piano. Pero, en realidad, nunca pagarían el precio de
practicar diariamente, por años, para perfeccionarse.
Si en verdad desea algo, tendrá la motivación necesaria para llegar a su meta.
Por el contrario, si la meta no es un dese o sincero, no estará dispuesto a pagar el
precio requerido para lograrla.
Las actitudes y los deseos son el resultado de lo que pensamos. Cuando u\
na
persona no se decide a usar su tiempo libre para controlar sus pensamientos,
permite que sus pensamientos controlen sus deseos. Si no hacemos un gran esfuerzo
por controlar y encauzar nuestros pensamientos, nuestros deseos y actitudes serán
influidos mayormente por el adversario, por otras personas, o por la música, el cine,

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la televisión, la radio, el periódico, etc. Así que se puede escoger entre el control
deliberado de nuestra forma de pensar o la influencia de las fuerzas exteriores que
llegarán a dictar nuestros deseos y pensamientos.
Somos responsables de nuestros pensamientos. Por consiguiente, como
individuos, somos responsables por nuest ros deseos y actitudes, porque los
pensamientos gobiernan los deseos interiores. Según nuestros deseos y actitudes
somos ambiciosos o perezosos, interesantes o aburridos, leales o desobedientes,
dignos de confianza o no dignos de ella, exitosos o fracasados. Y, francamente, la
realización de muchos deseos buenos, de pende en gran parte de nuestro estado
mental. Por lo tanto, es importante que aprendamos a controlar la mente y que la
enfoquemos en deseos justos.
La primera vez que usted lea este libro, conteste estas preguntas en una hoja de
papel:
¿Qué es un deseo?
Según el Elder Bruce R. McConkie, ¿qué deben hacer los misioneros para tener
éxito en la conversión de personas a la Iglesia?
Explique cómo la ausencia de deseo y de fe puede resultar en fracaso en todos
los aspectos de la vida.
De ser posible, discuta sus respuesta cono otro lector de este libro.

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3. LOS PRINCIPIOS QUE GOBIERNAN LA FE

I. ELECCIÓN DE DESEOS JUSTOS

Para poder invocar los poderes del cielo, debe decidir usted sistemáticamente
cómo quiere que el Señor le ayude. Es imposible ejercer fe en los poderes del cielo
sin tener en mente un fin específico. El pr oblema más serio que muchos
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