Invocando los poderes celestiales | Page 7

conocido
este libro.

LOS DESEOS JUSTOS Y LA FE.

El Señor ha prometido que les concederá a los hombres según sus deseos.
Sé que (el Señor) concede a los hombres según lo que deseen. (Alma 29:4)
De cierto, de cierto te digo, que se te concederá según lo que de mí
deseares . (DyC 11:8)
El deseo es más que una esperanza, es la convicción motivadora que hace que
una persona actúe. Lo siguientes pasajes de un discurso del Elder Bruce R. McConkie
a ciertos nuevos presidentes de misión, nos proveen una mayor comprensión de la
relación entre deseo y fe:
Bautizar es cuestión de actitud, deseo, y sentimiento. Queremos que
nuestros hermanos se conviertan a la Iglesia, y nunca le decimos a un
misionero: "No bautice a menos que..." Siempre le decimos: "Ud. puede
bautizar; hay personas buenísimas en el mundo; y esta es la forma de
lograrlo." Le damos un enfoque intelige nte y afirmativo y le enseñamos cómo
se hace; y lo motivamos. Entonces, el Señor hace lo demás y los misioneros

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encuentran personas que se unen a la Iglesia. "Si puedes creer, al que cree
todo le es posible." (Marcos 9:23)
Tenemos que pedir al Señor que nos ay ude; tenemos que buscar conversos;
tenemos que desear bautismos; tenemos que saber que recibimos según
nuestros deseos, y si deseamos tal y tal cosa, y tenemos fe en el Señor, lo
vamos a lograr.
No estamos obteniendo los resultados que debiéramos. No estamos
teniendo el número de bautismos que, a mi juicio, el Señor espera de
nosotros. Hasta cierto punto, estamos dando vueltas sin progresar...
Quizás lo que está mal sea que no hayamos deseado con fe, y con todo
nuestro corazón, traer almas al reino, Quizás no nos hemos convencido a
nosotros mismos de que es posible convertir y de que sí convertiremos a
muchos a la Iglesia.
Ahora, con toda franqueza, el que convirtamos a muchas personas o pocas
depende, en gran parte, de nuestra manera de pensar. [6]
Vemos un ejemplo de lo que el Elder Br uce R. McConkie dice en las labores
misionales de Alma. En el octavo año del reino de los jueces, Alma era el juez \
superior así como el sumo sacerdote (el pres idente) de la Iglesia. La Iglesia empezó a
fallar en su progreso porque los miembros empezaron a ponerse orgullosos\
, y a tener
el deseo de obtener riquezas y las cosas vanas del mundo. En un esfuerzo por
corregir la situación, Alma designó a otra pe rsona que fuera el juez superior sobre la
gente para que él pudiera dedicars e exclusivamente al ministerio.
El deseo fuerte de Alma de ver a las personas unirse a la Iglesia se hace evidente
cuando el pueblo de Ammoníah rechaza su mensaje. Cuando Alma intentó predicar al
pueblo de Ammoníah, la gente no lo escuchó porque Satanás tenía dominio sobre sus
corazones. Pero Alma todavía deseaba verl os bautizarse. Oró que se preparara el
camino para que él pudiera bautizarlos. El libro dice que, "se esforzó mucho en
espíritu, instando a Dios en ferviente or ación que derramara su Espíritu sobre el
pueblo que se hallaba en la ciudad; y qu e también le concediera bautizarlos para
arrepentimiento." (Alma 8:10)
Según el deseo de Alma, el Señor preparó entonces el camino para el bautismo
de un hombre prominente y rico, Amulek, co n su esposa, sus hijos, y sus parientes.
(Alma 10:11)
Después de su conversión, Amulek se alió con Alma en la obra, resultando que
muchas personas de Ammoníah "...empeza ron a arrepentirse y a escudriñar las
escrituras." (Alma 14:1) Amulek continuó ayud ando en la obra algunos años más "... Y
se generalizó el establecimiento de la Iglesi a por toda la comarca, en toda la región
circunvecina, entre todo el pueb lo de los nefitas." (Alma 16:15)
De la narración de la labor misional de Alma, es obvio que Amulek jugó un papel
muy importante en el establecimiento de la Iglesia en esa región. Parece que éxito
final que tuvo Alma al ver miles de personas bautizarse nunca se habría dado si no
hubiera deseado bautizar a la gente de Ammo níah con todo su corazón, aunque todos
habían rechazado su mensaje al principio.
Más tarde, al emprender Alma otra misión , esta vez entre los zoramitas, oró otra
vez para tener éxito.

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¡Oh Señor, consuela mi alma y concédeme el éxito... ¡Oh Señor,
concédenos que podamos lograr el éxito en traerlos nuevamente a ti en Cristo!
(Alma 31:32,34)
Otra vez Alma convenció al Señor de que estaba dispuesto a pagar cualquier
precio a fin de tener éxito.
¡Oh Señor, dame la fuerza para que pueda sobrellevar mis flaquezas... Oh
Señor, concédeme que tenga fuerza, para
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