sean efectivos en el empleo de los
poderes del cielo. Después de que ello s hayan aprendido a ejercer la fe, los
esfuerzos de su grupo serán apoyados por lo s poderes del cielo en grado excepcional.
En las misiones, estacas, barrios, familias, donde los grupos empiezan a ejercer
fe colectiva, miles de personas son bendecidas por un diluvio de poderes celestiales.
El indicio más obvio de la fe colectiva en un área determinada es el número de
personas que se unen a la iglesia . La fe colectiva es la realización\
del deseo del
Presidente Spencer W. Kimball de ver a mill ones de personas unirse a la Iglesia cada
año. Cuando la fe colectiva de la Iglesia sea suficiente , millones d\
e personas se
unirán a la Iglesia cada año, y las profecías que se refieren a la Iglesia rodando hacia
adelante como una roca y cubriendo la tierra entera serán cumplidas. Como
miembros de la Iglesia necesitamos darnos cuenta de que el cumplimiento \
de estas
profecías depende de la fe colectiva de los miembros de la Iglesia . \
Se puede ver que
es más fácil ejercer la fe cuando la fe de l individuo es sostenida por la fe de los
demás, así como con las tareas que no se pueden realizar a menos que se combine la
fuerza física de muchas personas (ej, levantar objetos pesados , empujar un
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automóvil, etc). Así es con muchos deseos justos: requieren la fe combinada o
colectiva de muchas personas.
El siguiente diagrama muestra el proceso de conversión de un individuo al
evangelio mediante el poder de la fe y la oración:
La primera vez que lea este libro, contes te las siguientes preguntas escribiendo
sus respuestas en un papel:
Explique qué quiere decir "poderes del cielo."
¿En qué se diferencia la fe requerida pa ra bajar 5 kilos de la que se necesita
para ayudar a alguien a convertirse?
De ser posible, compare sus respuestas co n las de otro lector de este libro.
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2. LA FE Y LOS PODERES CELESTIALES.
Al desarrollar una fe básica en el plan de salvación, arrepentirse\
, adquirir un
testimonio del evangelio restaurado, y vivir en armonía con el evangelio, uno e\
stá en
posición de ejercer la clase de fe que invoca los poderes del cielo. Estos poderes le
permitirán lograr los deseos justos que requieran la ayuda del Señor, tales como
obtener un buen trabajo, deshacerse de malos hábitos, ayudar a alguien a
convertirse al evangelio, o contar con el po der del Espíritu Santo al dar un discurso.
A menos que ejerza suficiente fe, usted le niega al Señor la oportunidad de
ayudarle en su vida diaria. Las escrituras nos enseñan que ciertos poderes del cielo
son gobernados por la fe del hombre mortal:
Y en ningún tiempo ha obrado alguie n milagros sino hasta después de su
fe. (Eter 12:18)
El Señor tiene poder de hacer todas las cosas para los hijos de los hombres,
si es que ejercen la fe en él. (1 Nefi 7:12)
No neguéis el poder de Dios, porque él obra por poder, de acuerdo con la
fe de los hijos de lo s hombres (Moroni 10:7)
Porque he aquí, yo soy Dios; y soy un Dios de milagros... y nada obro entre
los hijos de los hombres sino de conformidad con su fe. (2 Nefi 27:23)
Y Cristo ha dicho: Si tenéis fe en mí, tendréis poder para hacer cualquier
cosa que me sea menester. (Moroni 7:33)
Recuerda que sin fe no puedes hacer nada. (DyC 8:10)
Moroni entendía el papel de la fe en la invocación de los poderes del cielo. Esto
es evidente en su respuesta a una revelación que recibió concerniente a la habilidad
de superar sus flaquezas (Eter 12: 27). Esto es lo que declaró al expresar su gratitud
al Señor:
Y yo, Moroni, habiendo oído estas palabras, me consolé, y dije: ¡Oh Señor,
hágase tu justa voluntad!, porque sé que obras con los hijos de los hombres
según su fe; ...Pues así te manifestaste a tus discípulos; porque después que
tuvieron fe y hablaron en tu nombre, te mostraste a ellos con gran poder.
(Eter 12:29, 31)
Jesús hacía milagros según la fe de la gente, como se ve en las\
siguientes
escrituras: Mateo 8:13, 9: 20-22; 13:58; 3 Nefi 17:8.
Es importante entender que la influencia de los poderes celestiales en la vida es
gobernada o controlada por la fe. En otras palabras, las manos del Señor están
atadas a menos que ejerzamos la fe. Así como la fe sin obras es muerta (Stg 2:14-
20), las obras sin fe son muertas y no goza n del apoyo de los poderes del cielo. El
Señor ha
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