Impresiones, Poesías | Page 7

Joseph Campo-Arana
coliseo. Las impresiones de Campo-Arana,
producirán impresiones en el lector. Casi cuantas contiene el tomo
están inspiradas por un suceso real siempre, cuando ménos en la mente
del poeta; con lo cual basta para que nazcan con la vida que sólo de la
mente del poeta han de recibir. Por eso unas podrán leerse con ménos
agrado que otras, pero ninguna con
indiferencia: por eso tambien nos
sorprenderá la diversidad de su género, nos extrañará y hasta nos
disgustará la diversidad, la oposicion de juicios y opiniones que se
observa en ellas. Este tomo es la vida de su autor, cuyos sucesos pasan
rápidamente á nuestros ojos, como cincuenta figuras distintas se
reflejan á la vez una tras otra, en los contínuos, diversos y paralelos
espejos de un café. El autor no nos engaña; en su introduccion nos lo
dice bien claro: allí hace su programa, y más adelante lo cumple... El
lector debe darse por satisfecho: ¿qué más podria pedir un pueblo á su
gobierno ó un distrito á su diputado?
He dicho ántes, y vuelvo á afirmarme en ello, que nadie leerá con
indiferencia este tomo de poesías. Todos los que han vivido la
existencia agitadísima de nuestra sociedad, donde los sentimientos se
tropiezan, se chocan, se confunden en el corazon, como la gente á la

salida de un teatro, encontrarán aquí á cada paso la expresion exacta y
concisa de sus propios sentimientos. Muchos dirán: «¡Qué bien dice el
autor lo que tan bien he sentido yo!» Y ¿cómo no ha de apreciar el
público un libro que le parecerá escrito por él? Este es, á mi pobre
juicio, el triunfo más completo del poeta lírico. Después de publicar
Becquer sus admirables Rimas, que han hallado eco en todas las almas,
y Nuñez de Arce sus robustas inspiraciones, que ya saben de memoria
todas las personas de buen gusto, la poesía que consiste en la pulcritud,
en el aseo, por decirlo así, de los versos, ha muerto ya y está enterrada
para siempre. En literatura, la forma y el fondo son lo que en la
humanidad el cuerpo y el alma; el cuerpo es la hermosura, el alma la
bondad, y ésta, sólo ésta, es inmortal. Si aquél sobrevive en las obras
del ingenio, es porque todo se vuelve alma en ellas, como en el hombre
cuando traspasa el umbral terrible de la insondable eternidad.
¿Será esto querer sostener que las poesías de Campo son perfectas?
Nada más léjos de mi ánimo. Acercáranse más á la perfeccion y
estarian, tales como son ellas y la índole del talento poético de su autor,
más léjos de la belleza artística. El lector encontrará en las Impresiones
estilo frecuentemente incorrecto, versos flojos y desaliñados,
imprudencias de asunto y de frase, falsedad y
contradiccion en los
juicios; todo mezclado y compensado con bellezas de primer órden, de
esas que saltan á la vista del lector ménos perspicaz, como ciertas
mujeres hermosas, de provocativa belleza, se nos entran por los ojos,
atrayéndonos con sus miradas.
Campo, que posee una facilidad, á veces lamentable, para expresar sus
pensamientos, paga á menudo una licencia poética, que pudiera haberse
excusado, con mil primores; á la manera (y perdóneseme lo vulgar de la
comparacion por lo que tiene de expresiva), á la manera del niño que
promete á su madre no salir de casa en todo el domingo si le perdona
media hora de escuela para ir á bañarse al rio con sus compañeros...
donde de milagro no se ahoga y de seguro se resfría.
Otra ventaja hay en los versos de Campo: rara vez deja de acudir la
inspiracion á su llamada. Para nuestro amigo, es siempre la poesía una
amante esposa que se entrega con tranquila felicidad á su marido: nó la

pobre mujer que fuerza un soldadote brutal y feroz.
Campo, esto no se puede negar, canta tan á menudo lo que siente como
lo que no siente, y creo en conciencia que él mismo no lo distingue: el
poeta cantará siempre mejor lo que cree sentir que lo que siente en
realidad... ¡Ay! Si expresáramos bien lo que á veces sentimos, ¿qué
poeta no sería gran poeta? La verdad del sentimiento no logra nunca
salir por entero del corazon: ha echado en él raíces: al exterior brotan
únicamente las ramas, ¡y éstas son tales que parecen árboles! Campo
escribió indudablemente la hermosa poesía que me hace la honra de
dedicarme (una de las más defectuosamente bellas de la coleccion) un
dia que habia sostenido una discusion con un clérigo carlista,
enterádose del asesinato legal de Reus y leido algun tratado de filosofía
alemana...
Pero aquí han terminado mis observaciones sobre su libro. En literatura,
divido yo los críticos (¡cuántas veces me han dividido y me dividirán
ellos á mí!) en dos clases. Pertenecen á la primera
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