se expresa en la lengua que habitualmente hablamos. As��, hasta pensando en Dios, en el acto mismo en que afirmamos que es esp��ritu pur��simo, se nos ofrece en la imaginacion bajo una forma sensible. Si hablamos de la eternidad, vemos al anciano de d��as, tal como lo hemos visto representado en los templos; si de la inteligencia infinita, nos imaginamos quiz��s un pi��lago de luz: si de la infinita misericordia, nos retratamos un semblante compasivo; si de la justicia, un rostro airado. Al esforzarnos por concebir algo de la creacion, se nos representa un manantial de donde brotan la luz y la vida, as�� como la inmensidad, la sensibilizamos tambien en una extension sin l��mites.
La imaginacion acompa?a siempre �� la idea, mas no es la idea; y la prueba evidente �� irrefragable de la distincion y diferencia de estas cosas, se halla en que si en el acto mismo de tener la imaginacion de un pi��lago de luz, de un anciano, de un rostro airado �� compasivo, de manantial, de extension etc. etc., se nos pregunta si Dios es algo de aquello, si tiene algo de parecido �� nada de aquello, responderemos al instante que n��, que esto es imposible; lo que demuestra la existencia de una idea que nada tiene que ver con aquellas representaciones, y que esencialmente excluye lo que ellas incluyen.
[24.] Lo dicho de la idea de Dios es aplicable �� muchas otras. Apenas entendemos nada, sin que entre como un elemento indispensable la idea de relacion; ?y c��mo se representa la relacion? En la imaginacion de mil maneras, como punto de contacto de dos objetos, como hilos que los unen; pero ?la relacion es algo de esto? n��. Al pregunt��rsenos en qu�� consiste, ?tenemos ni el menor asomo de duda de que pueda ser algo de esto? n��.
[25.] El llamar �� toda idea im��gen, es un error, si se quiere concebir la idea como algo distinto del acto intelectual, y que se ponga delante del entendimiento, cuando este ha de ejercer sus funciones. Im��gen es lo que representa, como semejanza; y yo pregunto, ?c��mo se sabe que exista esta representacion �� semejanza? ?c��mo se sabe que para entender, necesitamos una forma interior, que sea como un retrato del objeto? ?Qu�� es retrato, cuando se sale del ��rden sensible? En el ��rden intelectual, hay semejanzas, pero n�� en el sentido en que las tomamos en el ��rden material. Yo entiendo, otro hombre entiende tambien; en esto tenemos una semejanza, pues que se halla en el uno lo mismo que en el otro, n�� id��ntico en n��mero, sino en especie. Pero esta semejanza es de un ��rden muy diferente de las sensibles.
[26.] Al entender, conocemos lo que hay en el objeto entendido; pero no sabemos si esto se hace por el simple acto del entendimiento, sin necesidad de un medio representativo por la semejanza. Entendemos la cosa, n�� la idea, y tanta dificultad encuentro en que el entendimiento perciba sin la idea, como en que la supuesta representacion se refiera al objeto. ?C��mo es que mi idea se refiere �� un objeto? si por s�� misma, luego ella por s�� sola, siendo puramente interior, se refiere �� lo exterior, me pone en relacion con lo exterior sin necesidad de ningun intermedio. Lo que hace ella, tambien lo podr�� hacer el acto intelectual por s�� solo. Si la relacion de la idea con el objeto, me viene por otra idea, tengo sobre la intermedia la misma dificultad que sobre la primera. De todos modos siempre llegamos �� un caso en que se hace la transicion del entendimiento al objeto sin intermedio.
Si tengo �� la vista un objeto im��gen de otro desconocido, ver�� el objeto en s�� mismo, pero sin conocer que tiene relacion de im��gen, hasta que me lo digan; conocer�� su realidad, mas n�� su representacion. Lo propio suceder�� en las ideas-im��genes: luego nada explican para hacer el tr��nsito del acto interior al objeto, pues no encontramos que ellos puedan hacer para s��, lo que se quiere que hagan para el entendimiento.
[27.] En el acto intelectual hay algo misterioso que el hombre procura explicar de mil modos, sensibilizando lo que experimenta all�� en su interior. De aqu�� tantas locuciones metaf��ricas; ��tiles, si solo se emplean para llamar y fijar la atencion, y darse �� s�� propio cuenta del fen��meno; nocivas �� la ciencia, si sac��ndolas de estos l��mites, se olvida que son met��foras, y que jam��s pueden confundirse con la realidad.
Por la inteligencia vemos lo que hay en las cosas; experimentamos el acto perceptivo, pero al reflexionar sobre ��l andamos �� tientas, como si en el manantial mismo de la luz hubiese una densa nube que nos impidiese verle con claridad. As�� el firmamento est�� �� veces inundado con la luz del sol, mientras el astro cercado de
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