que no se podia
esperar por entónces ocasion de rompimiento y guerra, trataron de
emprender otra nueva contra infieles y enemigos del nombre cristiano
en Provincias remotas y apartadas. Porque era tanto el esfuerzo y valor
de aquella milicia, y tanto el deseo de alcanzar nuevas glorias y triunfos,
que tenian á Sicilia por un estrecho campo para dilatar engrandecer su
fama; y así, determinaron de buscar ocasiones arduas, trances
peligrosos, para que esta fuese mayor y mas ilustre.
Ayudaban á poner en ejecucion tan grandes pensamientos dos motivos,
fundados en razón de su conservacion. El primero fué la poca seguridad
que habia de volver á España su patria, y vivir con reputacion ella, por
haber seguido las partes de Don Fadrique con tanta obstinacion contra
Don Jaime su Rey y señor natural; que auque Don Jaime no era
Príncipe de ánimo vengativo, y se tenía por cierto, que pues en la furia
de la guerra contra su hermano no consintió que se diesen por traidores
los que le siguieron, menos quisiera castigar á sangre fria lo que pudo,
y no quiso en el tiempo que actualmente le estaban ofendiendo,
siguiendo las banderas de su hermano contra las suyas. Pero la
Majestad ofendida del Príncipe natural, aunque remita el castigo, queda
siempre viva en el ánimo la memoria de la ofensa; y aunque no fuera
bastante para hacerles agravios, por lo menos impidiera el no servirse
de ellos en los cargos supremos: cosa indigna de lo que merecían sus
servicios, nobleza y cargos administrados en paz y guerra. El segundo
motivo, y el que mas le obligó á salir de Sicilia, fué ver al Rey
imposibilitado de poderles sustentar con la largueza que antes, por estar
la hacienda Real y Reino destruidos por una guerra de veinte años, y
ellos acostumbrados á gastar con exceso la hacienda ajena como la
propia cuando les faltaban despojos de pueblos y ciudades vencidas.
Como entre ambas cosas cesaron hechas las paces, y fenecida la guerra,
juzgaron por cosa imposible reducirse á vivir con moderacion.
El Rey Don Fadrique, y su padre y hermano, con su asistencia en la
guerra, y como testigos de las hazañas, industria y valor de los súbditos,
pocas veces se engañaron en repartir las mercedes; porque dieron más
crédito á sus ojos, que á sus oidos, y siempre el premio á los servicios,
y no al favor. Con esto faltaban en sus Reinos quejosos y mal contentos,
pero no pudieron dar á todos los que le sirvieron estados y haciendas,
con que algunos quedaron con menos comodidad que sus servicios
merecian. Pero como vieron que los Reyes dieron con suma liberalidad
y grandeza lo que lícitamente pudieron á los mas señalados Capitanes,
atribuyeron solo á su desdicha, y á la virtud, y valor incomparable de
los que fueron preferidos, el hallarse inferiores.
Estas fueron las causas que movían los ánimos en comun para tratar de
engrandecer en nuevas empresas y conquistas. Los más principales
Capitanes que animaban y alentaban á los demás, fueron cuatro, debajo
de cuyas banderas, sirvieron Roger de Flor Vicealmirante de Sicilia,
Berenguer de Entenza, Ferran Jimenez de Arenós, ambos ricos hombres,
y Berenguer de Rocafort; todos conocidos y estimados por soldados de
grande opinion. Comunicaron sus pensamientos entre sus valedores y
amigos, y hallándoles con buena disposicion y ánimo de seguirles en
cualquier jornada, se resolvieron de emprender la que pareciese más
útil y honrosa. Para la conclusion de este trato se juntaron en secreto, y
antes de discutir sobre su expedicion, quisieron darle cabeza; porque
sin ella fuera inútil cualquier consejo y determinacion, faltando quien
puede y debe mandar. Con acuerdo comun de los que para esto se
juntaron, fué nombrado por General Roger de Flor Vicealmirante,
poderoso en la mar, valiente y estimado soldado, práctico y bien
afortunado marinero, persona que en riquezas y dinero excedia á todos
los demas Capitanes; causa principal de ser preferido.
CAPITULO III.
Quien fué Roger de Flor.
Nació Roger de Flor, á quien los nuestros eligieron pro General y
suprema cabeza, en Brindiz de padres nobles, su padre fué Alemán,
llamado Ricardo de Flor, cazador del Emperador Federico su madre
Italiana, y natural del mismo lugar. Murió Ricardo en la batalla que
Cárlos de Anjou tuvo con Coradino, cuyas partes seguia, por ser nieto
de Federico su Príncipe y señor. Cárlos insolente con la victoria,
después de haber cortado la cabeza á Coradino, confiscó las haciendas
de todos los que tomaron las armas en su ayuda. Con esta pérdida
quedó Roger y su madre con suma pobreza, y con la misma se crió
hasta la edad de quince años, que un caballero Francés, religioso del
Temple, llamado Yassaill, se le aficionó con ocasion de asistir en
Brindiz, con el Alcon nave del Temple, cuyo Capitan era. Navegó
juntamente
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