Expedicion de Catalanes y Argoneses al Oriente | Page 5

D. Francisco de Moncada
Alfonso mayor en los Reinos de España, Jaime en el de Sicilia.
Prosiguiose la guerra hasta la muerte de Alfonso, que por morir sin
hijos fué Don Jaime llamado á la sucesion, y hubo de venir á estos
Reinos, dejando en Sicilia á Don Fadrique su hermano, para que la
gobernase y defendiese en su nombre. Después de su vuelta á España
Don Jaime, recuperadas algunas fuerzas de sus Reinos, renunció el de
Sicilia á la Iglesia, temiendo que las armas Castellanas, Francesas y
Eclesiásticas á un mismo tiempo no le acometiesen, y persuadido de su
madre Gostanza, que como mujer de singular santidad, quiso más que
su hijo perdiese el Reino, que alargar más tiempo el reconciliarse con la
Iglesia. Enviaronse á Sicilia para poner en efecto la renunciacion
Embajadores de parte de Don Jaime y de Gostanza, y entregar el Reino
á los Legados del Pontífice Romano. Pero la gente de guerra y los

naturales indignados de la facilidad, con que su Rey renunciaba lo que
con tanto trabajo y sangre se habia adquirido y sustentado, y les
entregaba tan sin piedad á sus enemigos, de quien forzosamente habian
de temer servidumbre y muerte; pareciéndoles á los Sicilianos cierto el
peligro, y á los Catalanes y Aragoneses mengua de reputacion, que lo
que no pudieron las armas de sus contrarios alcanzar en tantos años, se
alcanzase por una resolucion de un Rey mal aconsejado, volvieron á
tomar las armas, y oponiéndose á los Legados, persuadieron á Don
Fadrique como verdadero sucesor del padre y del hermano, que se
llamase Rey, y tomase á su cargo la defensa comun.
Fué facil de persuadir un Príncipe de ánimo levantado, en lo mas
florido de su juventud, y que por otro medio no podia dejar ser vasallo
y sujeto á las leyes del hermano: ocasion bastante, cuando no fuera
ayudada de tanta razon, á precipitar los pocos años de Don Fadrique.
Llamose Rey, y como á tal le admitieron y coronaron. Prevínose para la
guerra cruel que le amenazaba, asistido de buenos soldados, y del
Pueblo fiel y pronto á su conservacion, teniéndole por segundo
libertador de la Patria. Opusose luego á Cárlos su mayor y mas vecino
enemigo, al Papa que amparaba y defendia su causa, y al Rey Don
Jaime, que de hermano se le declaró enemigo, cuyas fuerzas juntas le
acometieron y vencieron en batalla naval, con que la guerra se tuvo por
acabada, y Don Fadrique por perdido. Pero la oculta disposicion de la
providencia Divina, que algunas veces fuera de las comunes esperanzas
muda los sucesos para que conozcamos que sola ella gobierna y rige,
Don Fadrique se mantuvo en su Reino, con universal contento de los
buenos, asombro y terror de sus enemigos, y gloria de su nombre.
Deshizose poco después la liga, por apartarse de ella Don Jaime Rey de
Aragon, con gran sentimiento y quejas de sus aliados, porque sin las
fuerzas de Aragon parecia cosa fatal y casi imposible vencer un rey de
su misma casa, y la experiencia lo mostró, pues apartado Don Jaime de
la liga, siempre los enemigos de Don Fadrique fueron perdiendo, y él
acreditándose con victorias, hasta forzarles á tratar de paces
quedándose con el Reino; cosa que de solo pensarla se ofendian.
Concluyéronse después de algunas contradicciones, y se establecieron
con mayor firmeza con el casamiento, que luego se hizo de Leonor hija

de Cárlos con Don Fadrique, con que el Reino quedó libre y sin recelo
de volver á la servidumbre antigua, y el Rey pacífico señor del estado
que defendió con tanto valor. El Rey Don Jaime su hermano sustentaba
sus Reinos de Aragon, Cataluña, y Valencia con suma paz y reputacion,
amado de los súbditos, temido de los infieles, poderoso en la mar,
servido de famosos capitanes, aguardando ocasion de engrandecer su
corona á imitacion d sus pasados. El Rey de Mallorca Príncipe el
menor de la casa de Aragon gozaba pacíficamente el señorío de
Mompeller, Condados de Rocellon, Cerdaña, y Conflent, difíciles de
conservar, por esta divididos, y tener vecinos mas poderosos, entre
quien siempre fueron fluctuando sus pequeños Reyes; pero por este
tiempo vivia con reputacion, y con igual fortuna que los otros Reyes de
su casa.

CAPITULO II.
Eleccion de General.
Tenian los Reinos de Aragon, Mallorca y Sicilia el estado que habemos
referido, cuando los soldados viejos, y Capitanes de opinion, que
sirvieron al gran Rey Don Pedro, á Don Jaime su hijo, y últimamente á
Don Fadrique en esta guerra de Sicilia, juzgándola ya por acabada,
hechas las paces mas seguras por el nuevo casamiento de Leonor con
Fadrique, vínculo de mayor amistad entre los poderosos, en tanto que el
interés y la ambicion no le disuelven y deshacen, deshecho causa de
mas viva enemistad y odios implacables, pareciéndoles
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