Don Quijote | Page 6

Miguel de Cervantes
faltan; porque yo me hallo incapaz de remediarlas, por mi insuficiencia y pocas letras, y porque naturalmente soy poltr��n y perezoso de andarme buscando autores que digan lo que yo me s�� decir sin ellos. De aqu�� nace la suspensi��n y elevamiento, amigo, en que me hallastes; bastante causa para ponerme en ella la que de m�� hab��is o��do.
Oyendo lo cual mi amigo, d��ndose una palmada en la frente y disparando en una carga de risa, me dijo:
-Por Dios, hermano, que agora me acabo de desenga?ar de un enga?o en que he estado todo el mucho tiempo que ha que os conozco, en el cual siempre os he tenido por discreto y prudente en todas vuestras aciones. Pero agora veo que est��is tan lejos de serlo como lo est�� el cielo de la tierra. ?C��mo que es posible que cosas de tan poco momento y tan f��ciles de remediar puedan tener fuerzas de suspender y absortar un ingenio tan maduro como el vuestro, y tan hecho a romper y atropellar por otras dificultades mayores? A la fe, esto no nace de falta de habilidad, sino de sobra de pereza y penuria de discurso. ?Quer��is ver si es verdad lo que digo? Pues estadme atento y ver��is c��mo, en un abrir y cerrar de ojos, confundo todas vuestras dificultades y remedio todas las faltas que dec��s que os suspenden y acobardan para dejar de sacar a la luz del mundo la historia de vuestro famoso don Quijote, luz y espejo de toda la caballer��a andante.
-Decid -le repliqu�� yo, oyendo lo que me dec��a-: ?de qu�� modo pens��is llenar el vac��o de mi temor y reducir a claridad el caos de mi confusi��n?
A lo cual ��l dijo:
-Lo primero en que repar��is de los sonetos, epigramas o elogios que os faltan para el principio, y que sean de personajes graves y de t��tulo, se puede remediar en que vos mesmo tom��is alg��n trabajo en hacerlos, y despu��s los pod��is bautizar y poner el nombre que quisi��redes, ahij��ndolos al Preste Juan de las Indias o al Emperador de Trapisonda, de quien yo s�� que hay noticia que fueron famosos poetas; y cuando no lo hayan sido y hubiere algunos pedantes y bachilleres que por detr��s os muerdan y murmuren desta verdad, no se os d�� dos maraved��s; porque, ya que os averig��en la mentira, no os han de cortar la mano con que lo escribistes.
?En lo de citar en las m��rgenes los libros y autores de donde sac��redes las sentencias y dichos que pusi��redes en vuestra historia, no hay m��s sino hacer, de manera que venga a pelo, algunas sentencias o latines que vos sep��is de memoria, o, a lo menos, que os cuesten poco trabajo el buscalle; como ser�� poner, tratando de libertad y cautiverio:
Non bene pro toto libertas venditur auro.
Y luego, en el margen, citar a Horacio, o a quien lo dijo. Si trat��redes del poder de la muerte, acudir luego con:
Pallida mors aequo pulsat pede pauperum tabernas, Regumque turres.
Si de la amistad y amor que Dios manda que se tenga al enemigo, entraros luego al punto por la Escritura Divina, que lo pod��is hacer con tantico de curiosidad, y decir las palabras, por lo menos, del mismo Dios: Ego autem dico vobis: diligite inimicos vestros. Si trat��redes de malos pensamientos, acudid con el Evangelio: De corde exeunt cogitationes malae. Si de la instabilidad de los amigos, ah�� est�� Cat��n, que os dar�� su d��stico:
Donec eris felix, multos numerabis amicos,
tempora si fuerint nubila, solus eris.
Y con estos latinicos y otros tales os tendr��n siquiera por gram��tico, que el serlo no es de poca honra y provecho el d��a de hoy.
?En lo que toca el poner anotaciones al fin del libro, seguramente lo pod��is hacer desta manera: si nombr��is alg��n gigante en vuestro libro, hacelde que sea el gigante Gol��as, y con s��lo esto, que os costar�� casi nada, ten��is una grande anotaci��n, pues pod��is poner: El gigante Gol��as, o Goliat, fue un filisteo a quien el pastor David mat�� de una gran pedrada en el valle de Terebinto, seg��n se cuenta en el Libro de los Reyes, en el cap��tulo que vos hall��redes que se escribe. Tras esto, para mostraros hombre erudito en letras humanas y cosm��grafo, haced de modo como en vuestra historia se nombre el r��o Tajo, y ver��isos luego con otra famosa anotaci��n, poniendo: El r��o Tajo fue as�� dicho por un rey de las Espa?as; tiene su nacimiento en tal lugar y muere en el mar oc��ano, besando los muros de la famosa ciudad de Lisboa; y es opini��n que tiene las arenas de oro, etc. Si trat��redes de ladrones, yo os dir�� la historia de Caco, que la s�� de coro; si de mujeres rameras, ah�� est�� el obispo de Mondo?edo, que os prestar�� a Lamia, Laida
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