Doña Clarines y Mañana de Sol | Page 7

Serafín y Joaquín Álvarez Quintero
dicen las razones como ella las da, ce
por be, o por la puerta se va a la calle. ¡Es mucha señora!
ESCOPETA. ¿Pos sabe usté lo que se me ocurre? Que en lugá de un criao debía tené un
piquete de infantería.
TATA. Poco murmurar, ¿eh?
ESCOPETA. No es murmurá, señora; es que ahora me ha mandao que me yegue a la
botica con esta boteyita que traje pa la señorita Marsela, y que le diga ar boticario: «De
parte de doña Clarines, que no es esto lo que eya ha pedío; que agua der poso ya tiene eya
bastante en su casa, y que se vaya usté a robá a Despeñaperros.»
TATA. _Riéndose._ ¡Aaaaah! Oyéndola estoy.
ESCOPETA. ¡Y yo estoy oyendo ar boticario!
TATA. Pues así lo ha de decir usted si no quiere perder la casa.
ESCOPETA. ¿No le daría iguá por escrito?
TATA. Ande, ande a su obligación y déjese de más discursos.

ESCOPETA. ¿Qué se le va a hasé?[7] Vamos a que me tire un mortero er tío ese. Peó
fuera no verlo. _Se marcha por la puerta del foro hacia la izquierda, canturreando y
contoneándose._
TATA. ¡Ay! Muy zaragatero eres tú para hacer los huesos duros en esta casa.
_Por la misma puerta que se ha ido Escopeta, salen_ DON BASILIO y LUJÁN. _Don
Basilio, hermano de doña Clarines, es un señor de ojos vivos y cabeza inquieta, señal de
poco peso. Viste con desaliño. Luján, antiguo amigo suyo, es hombre de pesquis, un tanto
socarrón y de espíritu reposado y tranquilo. Viene en traza de haber caminado a caballo
unas leguas. La edad de uno y otro anda alrededor del medio siglo._
DON BASILIO. Pasa, Isidoro.
LUJÁN. Buenas noches.
TATA. Buenas las tenga usted, señor mío.
DON BASILIO. ¿Y mi hermana, Tata?
TATA. También son ganas de preguntar[8] lo que sabe usted de memoria: en sus
habitaciones.
DON BASILIO. _A Luján._ ¿Quieres verla?
LUJÁN. Si no ha de servirle de molestia, con mucho gusto. _Mirando un cuadro._ ¿Este
retrato es de tu padre?
DON BASILIO. Sí; ése es papá. Papá recién casado. Como yo lo conocí mucho después,
no puedo apreciar si se parece. ¡Je! _A Tata, mientras Luján ve los otros cuadros y
observa el jardín._ Bueno, tú, llégate y dile a doña Clarines que aquí está ya mi amigo el
señor Luján, que desea saludarla.
TATA. _Bajo a don Basilio._ ¡Va a soltar una descarga de fusilería!
DON BASILIO. _Lo mismo, a Tata._ ¡Ya lo sé! Pero si no es ahora será luego más tarde!
TATA. Ah, bien, bien. Por mí no ha de quedar.--Con permiso, buen caballero. _Vase por
la puerta de la derecha._
LUJÁN. ¿Quién es esta vieja escamona?
DON BASILIO. ¡Tata! La tradición, como quien dice.[9] Nos ha visto nacer a todos. Ya
la infeliz no es más que una de tantas ruinas en este viejo caserón de los Olivenzas.
¡Pobre caserón! Por mucho que lo cuido, y lo revoco, y lo aderezo, se viene abajo, como
la familia.
LUJÁN. ¡Pues tú no te conservas mal!

DON BASILIO. ¿Y me lo dices tú, que estás hecho un pollo?
LUJÁN. Sí lo estoy, sí. Para la edad que tengo... Pero eso no quita... Desde que resolví
que nada me importase nada, en vista de que lo contrario me afectaba al hígado, marcho
como unas perlas.
DON BASILIO. Es verdad. Quince años hacía que no te echaba la vista encima y, lo que
es en lo exterior, apenas si han dejado huellas.
LUJÁN. Me las arranca mi mujer.
DON BASILIO. ¡Ah, carape! Secretos del hogar.
LUJÁN. Sí. Tú, en cambio, te las tiñes. Ya lo he visto.
DON BASILIO. Secretos del tocador.
LUJÁN. ¡Secreto a voces!
DON BASILIO. Chico, hay que defenderse. No me resigno a la vejez de la cabeza,
cuando tengo el corazón entrando en quintas. Pero siéntate, galopín.
LUJÁN. _Obedeciéndolo._ Cansadillo estoy. Mi caballejo tiene un trotecillo que
desbarata. En mal hora se le ocurrió a don Rodrigo ponerse neurasténico, y a su familia
llamarme a mí a consulta. Me he vuelto poltrón. No me gusta salir de mi casa.
DON BASILIO. ¿Y querías irte a parar a un fonducho? ¡Ca, hombre, ca! Los días que
estés en Guadalema, en mi casa vives.
LUJÁN. Dios te lo pague. La comida de las fondas me aterra. Las camas me espantan.
Sobre todo en cuanto empieza Mayo. En fin, que te agradezco[10] muy de veras tu
hospitalidad.
DON BASILIO. No se hable más de ello. ¿Qué tal te va en ese poblacho?
LUJÁN. Tan bien como en otra parte cualquiera. Todo está en todo.[11] Estoy decidido a
vivir a gusto.
DON BASILIO. ¿Te quedan gajes, además de la titular?[12]
LUJÁN. No faltan. El pueblo es rico, la gente no es de la peor... me quieren...
DON BASILIO. ¿Hay muchos enfermos?
LUJÁN.
Continue reading on your phone by scaning this QR Code

 / 55
Tip: The current page has been bookmarked automatically. If you wish to continue reading later, just open the Dertz Homepage, and click on the 'continue reading' link at the bottom of the page.