Doña Clarines y Mañana de Sol | Page 6

Serafín y Joaquín Álvarez Quintero
it, could not exist. But the
average man leans the other way, duplicity is rampant, and one Clarines in a village is a
refreshing acid to cut the prevailing smug concealment of thought. That the straight path
is the only safe one is the moral of the play, as it is of Peer Gynt.
As a drama _Doña Clarines_ has unusual qualities both for acting and reading. The minor
figures are, as always, closely observed; the types are clearly distinguished, and Tata, the
old servant, who combines loyalty with forwardness, is wonderfully well rendered.
_Doña Clarines_ has been translated into Italian by Giulio de Frenzi, under the title Siora
Chiareta, and there is also an adaptation in the Venetian dialect.
_Mañana de sol_ is more delicate and subtle. It is one of the dainty sketches in which
poetic fancy and sympathetic humor transform figures in themselves trivial and even

ridiculous into personifications of enduring passion. By some alchemy of art doña Laura
and don Gonzalo, aged, infirm and crochety, are transmuted into symbols of the eternal
youth of love. To expand the four-line dolora (no. XLIII) of Campoamor into such a gem
calls for real creative power. The esteem in which _Mañana de sol_ is held on the
continent is shown by the fact that it has been translated into French, German and Italian.

DOÑA CLARINES
COMEDIA EN DOS ACTOS
_Estrenada en el TEATRO LARA el 5 de Noviembre de 1909._
A FRANCISCO BRAVO RUIZ
GRANDE AMIGO DE PERSONAJES EXTRAORDINARIOS, A QUIEN DEBEMOS
EL SABROSO TRATO DE DOÑA CLARINES Y CON ÉL LA FELIZ INSPIRACIÓN
DE ESTA COMEDIA.[1]
LOS MÁS VULGARES DE SUS AMIGOS,
SERAFÍN Y JOAQUÍN.

PERSONAJES
DOÑA CLARINES MARCELA TATA DARÍA MIGUEL DON BASILIO LUJÁN
ESCOPETA CRISPÍN

ACTO PRIMERO
_Estancia preferida de doña Clarines en el piso principal de su casa de Guadalema,[2]
ciudad castellana. A la derecha del actor, en primer término, la puerta de las habitaciones
de la señora. Inmediata a esa puerta, de frente al público, vetusta galería de cristales, con
zócalo de madera tallada que da al jardín, y la cual, avanzando hasta el medio de la
escena, cierra en ángulo recto con la pared del foro.--Una puerta a la izquierda del actor y
al foro otra. Lo mismo éstas dos que la de las habitaciones de doña Clarines son de
cristales y tienen mediopuntos.--En el suelo, que es de losas encarnadas, y en primer
término de la izquierda, una mirilla de madera para ver desde arriba la gente que llega al
portal, y cerca de ella, también en el suelo, una argolla atada al extremo del cordel que
sirve para abrir el portón sin tener que bajar escaleras.--Muebles antiguos, pero ricos y
bien cuidados. Algunos retratos al óleo, de familia, decoran las paredes. Es de noche. Una
lámpara que fué primero de petróleo, luego de gas y ahora es de luz eléctrica, alumbra la
estancia. La luz de la luna platea las copas de los árboles del jardín, que asoman tras los
cristales de la galería._
_La escena está sola. Dentro, lejos, en el piso bajo, óyese ladrar a Leal, el perro de doña
Clarines, anunciando que alguien llega a la puerta. Por la del foro aparece_ TATA, _vieja
desdentada y ruinosa, pero activa y despierta, pies y manos de doña Clarines y su
admiradora incondicional._
TATA. ¡Calla, Leal, calla! Con este perro no hemos menester campanilla. ¡Calla ya,
escandaloso! _Calla el perro. Tata se asoma a la mirilla._ ¿Quién es? ¡Ah! Don Basilio
con el amigote que esperábamos. Haga el Señor que no tengamos toros y cañas con el tal
amigote. _Tira del cordel para abrir._
Sale ESCOPETA _por la puerta de la derecha. Escopeta es un mozo andaluz, criado
reciente de la casa. En la mano trae una botella de la botica, llena de agua al parecer._

ESCOPETA. Pos, señó, güeno está.[3] Oiga usté, Tata.
TATA. ¿Qué hay con Tata?[4]
ESCOPETA. Las señoras de Guadalema, ¿son todas como doña Clarines?
TATA. ¡Qué disparate! Lo que quisieran las señoras de Guadalema era[5] saberla
descalzar. ¡Aaaaah! ¡Doña Clarines! Doña Clarines no hay más que una...
ESCOPETA. Más vale. Porque si no, era cosa de pitá otra vez pa mi tierra y dejá a
Guadalema y a toa Castiya na más que pa vení cuando hubiera festejos.
TATA. ¿Pues?
ESCOPETA. ¿Er criao que estuvo en la casa antes que yo, duró mucho ar servisio de la
señora?
TATA. Seis días escasamente. Era muy casquivano y muy gandul.
ESCOPETA. ¿Y er de antes?
TATA. El de antes no duró sino tres. Aquel era muy poquita cosa. Se asustaba de todo.
ESCOPETA. ¡Es que se asusta er Sí Campeadó! ¿Usté sabe los mandaos que esta señora
quié que uno le yeve a to er mundo?
TATA. ¿No he de saberlo?[6] ¡Aaaaah! Y que o se
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