Diario historico de la rebelion y guerra de los pueblos Guaranis situados en la costa oriental del | Page 8

Tadeo Xavier Henis
enemigo, habiendo solo distancia de casi tres dias
de camino; las continuas quemazones de los campos, hechas por los
exploradores hàcia los enemigos, y la misma tardanza en el andar de
aquí, daban algun crédito à lo que se decia. Pareciò á los capitanes que
debian acreditar esta sospecha, lo que se egecutó. Mas los Luisistas
dieron claro indicio de su disgusto, cuando al dia siguiente, despues
que se hizo el camino de casi siete leguas, acampamos en las orillas del
rio Yaquí ò Phacito; porque entonces el capitan de aquel pueblo ofreciò
que èl formaria el último escuadron, y mas distante del rio, y de esta

suerte mejor se cortaria à los suyos cualquiera comunicacion que
tuviesen con el enemigo. La disposicion fuè buena, pero la razon que se
dió, manifestó el ànimo resentido del que la alegaba, porque "así
(añadiò) mejor se conocerà cual sea nuestra culpa."
26. En el mismo lugar se presentò uno de los que mandaban la artilleria,
y dijo no haber provision de pólvora mas que para cuatro tiros de
artilleria: y este aviso causó no poco cuidado, porque pedir ahora la
pòlvora á los pueblos, parecia imposible, estando distantes 100 leguas;
y era verguenza, estándose ya cerca del enemigo, faltar el alma de los
cañones, y mostrar las piezas mudas que no tronarian mas que una vez.
Se pidió el parecer del capitan superior, mas este afirmaba que habia 17
cargas, y para cada cañon cuatro; y aun mas, fueron traidas: entonces se
vió claramente la mentira del artillero; con todo se sentia la poca
providencia que se habia tenido en esto.
27. El sàbado in albis se empezó á pasar el rio Phacido ó Yaguì, y fué
hallado mayor que lo que se habia pensado: porque en aquel lugar es
mas ancho que todos los rios que corren entre estos pueblos, si se
exceptuan el Paranà y el Uruguay: por tanto se tardò en pasarlo, y
apenas este dia lo transitaron los Miguelistas.
28. Al otro dia, por una grande lluvia, con dificultad pasaron los
Luisistas; y los Juanistas, como todavia esperasen socorro de los suyos,
determinaron pasar con el ùltimo escuadron, y asì impedidos el lunes
con la misma lluvia, cerca del anochecer lo vadearon à nado, llevando à
hombro sus cosas.
29. Por este tiempo, pasado el Domingo, nuestros exploradores, à
quienes por seguridad se mandó vigiar el campo, hallaron cinco
exploradores Lorenzistas, que llegaron á los reales despues de visperas.
Dijeron que tambien los suyos pasaban el rio unas pocas leguas
distantes de aquì; y que tambien ellos habian de ser compañeros del
ejèrcito en el camino. Uno de estos, à la primera noche, cuando todos
dormian cerca del bosque, llegò herido terriblemente en la cara por un
tigre: curósele, y habiendo sido enviado al pueblo, los demas se fueron
à los suyos á avisarles la llegada del ejército.

30. El Martes, habiéndose disipado el granizo y la niebla, se
encaminaron ocho leguas, desde las orillas del Rio Yaguí hasta el Rio
Curutuy; y allí se acampó á la vista de un peñasco del monte San
Miguel, llamado del Lavatorio por los Ibiticaray. La figura de este
peñasco es del todo admirable, porque como desde su raiz se eleva
suavemente, de repente se levanta hasta la cumbre, y en el remate se
endereza á manera de pared.
31. Miercoles 22 de Abril: aunque estuviese malo con garua y nubes,
vistas las orillas del rio, lo hallamos crecido de tal suerte, que no
teniendo en otras ocasiones apenas cinco pasos de anchura la puente
que era indispensable echarle, se debia estenderlo á sesenta. Se fabricó
dicho puente con palos clavados en el arroyo, afianzados estos pértigos
con varas, y sobre estas se entretejieron otras á lo largo: y así dieron
paso á la gente. Por este puente, fabricado á toda priesa, las cuatro
piezas de artilleria se transportaron primeramente en hombros de los
indios, y despues todo el tren de armas y caballos: hubieras visto con
risa á un muchacho indio pasar á la otra parte su perro sobre los
hombros. Pero la mayor dificultad y trabajo fué pasar las tropas de
caballos, bueyes y vacas, que eran mas de 3,000; porque como el
arroyo era rápido, y poblado en el medio de muchas malezas y
arbolillos, á los que nadaban, ó del todo los arrebataba, ó los enredaba,
y tambien los sorbia y ahogaba. Se echaron pues al arroyo, por una y
otra parte, veinte nadadores, que impelian, arrimaban y forzaban con
las voces y manos á los caballos, mulas y otros animales, hasta tanto,
que todo aquel gran número hubo pasado el rio. Al mediodia estuvo ya
todo el egército en la otra banda, y caminadas aun el mismo dia dos ó
tres leguas, cuando se habia ya campado, 30
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