Diario historico de la rebelion y guerra de los pueblos Guaranis situados en la costa oriental del | Page 6

Tadeo Xavier Henis
debian unir las fuerzas para que cada una de por sí no
fuese otra vez desecha, y por una funesta disencion creciese al enemigo
vencedor la audacia y soberbia: que las saetas una por una son fáciles
de romper, pero no siendo unidas: cuando se quema la casa vecina,
todo ciudadano acude al socorro, y así como abrasándose una casa, toda
la ciudad se volveria á cenizas si los ciudadanos ó vecinos no las
defendiesen, asì les sucedia á ellos." Estas y otras cosas semejantes les
fueron propuestas, y pareciò que se apaciguasen los ànimos. Añadió no
poco peso una carta que llegò del cabildo de San Juan, la que persuadia
á la union, y à la obediencia á entrambos capitanes.

15. Se esperaba de los Miguelistas, ó un escuadron auxiliar, ó sus
respuestas. Tambien se decia, que los Nicolasistas y Concepcionistas
ya venian: los Lorenzistas se escusaban de no haber venido antes de
ayer, atribuyéndolo á la larga distancia: los demas preparaban sus
armas, y habiendo sido enviados algunos á explorar, observaron la
marcha y movimientos del enemigo, y con ansia pedian se juntasen
prontamente todas las legiones. Mientras esto se decia, se avanzaban
hácia el Rio Grande, á quien los indios llaman Igay, esto es, amargo.
16. Estaba tranquilo el Rio Uruguay, todas las cosas estaban en silencio
de parte de los Españoles, y aquel grande aparato bélico se quedò en
proyecto; ni el invierno que ya habia empezado, permitia otra cosa. De
la junta reciente que se habia celebrado, salieron por embajadores á los
de Yapeyú, de cada uno de los pueblos de la otra banda del Uruguay, y
tambien á algunos mas remotos, los principales caciques: porque como
corrió la fama que los ánimos de aquellos moradores estaban discordes,
y que unos con los pròceres, se inclinaban con unánime sentir à la
confederacion para reprimir al enemigo, y otros con el capitan del
pueblo, no querian tomar las armas, fueron allí para renovar y
promover la alianza, y atraer à su partido al capitan con todo el pueblo.
A la verdad que estuvo oculto el egèrcito, pero esta embajada llenó de
gozo á una y otra curia ó consejo: uniò los pròceres con el capitan, y al
pueblo con los próceres, y portàndose á su modo magníficamente, se
volvieron à sus propios lugares, formada y pactada la confederacion: y
juntamente contaron por cierto, que no se veia enemigo alguno, y sí
solamente algunos ladrones y espias, que habian sido muertos y
despojados de todas sus caballerias.
17. Por este tiempo el cura de San Borja, habiendo sido llamado poco
há por los superiores, y habiendo sido enviado al de la Trinidad, se
decia que tambien habia bajado por el Paranà á las ciudades de los
españoles, y que otro habia sido puesto en su lugar; despues que
primero el cura de San Josè por algun tiempo cumplió allì una comision
y pesquiza secreta. Estas cosas sucedian en la frontera de los Españoles.
18. Y volviendo á los nuestros, y á los Portugueses, se acercaban ya los
Miguelistas con su capitan, que poco há se habia retirado de los otros

pueblos, (este era Alejandro, vice-gobernador de San Miguel) y la
cierta venida de aquellos la publicaba la fama, y la confirmaba ò
testificaba Sepé, uno de los mas famosos centuriones.
19. Entretanto se celebraba en el campo la semana santa con la
devocion posible; y cumplidas las ceremonias y ritos de la iglesia, que
el lugar y tiempo permitian, de la Conmemoracion de la Pasion
Santìsima del Señor, al tiempo que en las iglesias cantan solemnemente
el Alleluya, aparecieron dos piezas de artilleria con sus guardas y
custodias. Bajando despues de los collados, y formados los escuadrones
debajo de seis banderas, presentaron mas de 200 hombres. Saliéronles
al encuentro los escuadrones Luisistas con sus dos banderas, y
saludándose mútuamente, llevando su Santo Patron y otras imàgenes de
santos, (los que esta gente acostumbra traer siempre consigo) à una
capilla hecha de ramos de palma, y habiendo corrido los caballos, y
hecho á su usanza ejercicio de las armas, se fueron à un parage cercano,
y se acamparon en lugar señalado para los reales.
20. El dia siguiente, que era el de la Resurreccion del Señor, y 12 de
Abril, celebrada antes la solemnidad, (es à saber, con procesion y misa
solemne) uno de los capitanes se fué à los Juanistas, los que, aunque
estaban vecinos, no acabàban de llegar, y dijo, que vendrian al dia
siguiente, esto es, el tercero de Pascua. Impacientes los Miguelistas de
la tardanza, y estimulados con las antiguas disenciones, reusaban
esperar, y estuvieron firmes en tomar solos con los Luisistas el camino
hácia los enemigos.
21. Se les exhortò con razones ya sagradas, ya politicas: es à saber, ser
dèbiles las fuerzas que no
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