Diario historico de la rebelion y guerra de los pueblos Guaranis situados en la costa oriental del | Page 5

Tadeo Xavier Henis
y que habiendo huido los estancieros, se habian
apoderado de los rebaños de ovejas. Se dudó de la verdad de este caso,
y los capitanes de los demas pueblos se juntaron en consejo con el de la
Concepcion (que era entonces el supremo): mas, lo que se acordó,
quedò ignorado.
12. Ya se hablaba con mas fundamento de la accion de los Luisistas, de
cinco años à esta parte, en un extremo de las tierras de San Luis: entre

los rios Grandes, Verde, Yacuí y Guacacay, los Portugueses se habian
establecido en un bosque, y habian edificado un pueblo de bastante
nùmero de casas, sin noticia de los dueños de la tierra, que á corta
distancia apacentaban sus ganados: y aunque muchas veces habian sido
enviados á explorar tierras, nunca llegaron à aquellos tèrminos, ya por
lo vasto de aquel territorio, ya por su innata pereza. Ahora finalmente
en esta variedad de cosas, habiendo descubierto los mas vigilantes
dicha colonia enemiga, y habièndola explorado, fueron à atacarla 110
Luisistas, y casi 200 Juanistas. Emprendieron la expugnacion el dia 22
de Febrero; la noche del 23 se arrimaron à ella, y hecha irrupcion al
amanecer facilmente pusieron en huida à los moradores, que estaban
desprevenidos. Habièndose apoderado del pueblecito, entraron en las
casas, y se ocuparon del botin, dejando las armas. Entretanto el
enemigo que habia huido, volviò sobre los que estaban entretenidos en
el saqueo y sin armas, y les obligò á ceder otra vez el pago, porque con
el rocìo de la noche, y con haber pasado los rios á nado, se habian
inutilizado las escopetas, no pudiendo tampoco manejar las lanzas por
la espesura del bosque. Sacadas pues de las casas sus armas, atacaron á
los indios, y les obligaron á cederles el paso, para retirarse à sus reales.
Murieron de una y otra parte algunos: de los indios 22, entre los cuales
fué uno el Alferez Real de San Luis (capitan valeroso de los indios) que,
desamparado de los suyos y peleando valerosamente hasta el ùltimo,
fuè aprisionado por la muchedumbre, y habièndole atado las manos,
murió lanzeado por los enemigos que cargaron sobre él. De los
Portugueses parece que murieron 12, quedando los demas heridos
levemente, y de los nuestros salieron heridos 26. Volvieron 16 Luisistas
para observar el movimiento del enemigo y tambien para enterrar los
muertos, aunque fuese por fuerza. Los demas se retiraron à sus tierras y
poblaciones, esperando nuevos socorros. Tambien el resto de los
Luisistas volvió à su pueblo, no sé si de verguenza, si de temor, ó por
alguna mùtua disencion.
13. Despues en el mismo pueblo se alistaron nuevas reclutas, y porque
acaso, como los prisioneros que perecieron en la guerra, no fuesen
desamparados de médico espiritual, llamaron para el socorro de sus
almas à aquel que por el mismo tiempo habia hecho la mision de
Cuaresma en aquel mismo lugar. Consintió este á tan piadosas súplicas,

recargado sin duda de los remordimientos de su propia conciencia, y
tomando á su cuidado la vida y almas de aquellos indios que estaban en
peligro. Luego que volviò à su pueblo, se previno para el camino, y
partió á las estancias que estan á la falda de la montaña. El dia 3 de
Marzo le siguió despues un escuadron armado, aunque con paso lento,
atendiendo à la debilidad y fatiga de los jumentos, y formó el campo à
12 de Abril en los rios Guacacay, Grande y Chico. Pasaron el rio los
capitanes de San Luis con los de San Juan cerca de su boca, para avisar
à los de San Miguel, que viniesen en su auxilio, porque era necesario
cargar al enemigo con mucha gente, ya que por la situacion era superior
y mas fuerte. Pero, discordando los confederados, redujeron su negocio
é interes comun á contienda, porque estos desde su colonia de San Juan,
todavia resentidos de los Luisistas, por un reciente escàndalo ó tropiezo,
y por no haberles pedido y rogado la alianza para el asalto que se
acababa de hacer; y ofendidos ahora por el modo en que los habian
convocado, se arrojaban mútuamente chispas de discordias. Aquellos
reprochaban à los mismos dueños de las tierras el haberse realizado casi
toda la sobredicha invasion poco favorablemente, por haber sido los
primeros que habian huido, y dejado en el peligro á sus compañeros; y
por lo mismo reusaban volver otra vez à probar fortuna.
14. Se negoció con unos y otros: con estos de palabra, con aquellos por
escrito, para que se concordasen y uniesen sus ànimos y las armas, casi
con este cúmulo de razones: "Que no era tiempo de civiles disenciones,
estando un enemigo extrangero à la puerta: que los hermanos las mas
veces discordan para deshonra suya, cuando mas urge el mal que los
amaga: que se
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