ir hasta el Brasil para comprar la Hipecacuana. Antes por lo contrario, �� mi me basta saber que una planta no nace naturalmente en el pa��s, para persuadirme desde luego �� que para nada es all�� necesaria. El Abate Herb��s y Panduro en su Historia del hombre (creo que en el tomo 7.o) sostiene y amplifica este mismo pensamiento con la erudici��n y fuerza que acostumbra. El autor de la Flora medical de las Antillas, en la primera p��gina del pr��logo de su sabia obra, cita la autoridad de las memorias de Trevoux, en donde se afirma resueltamente lo mismo que yo dije arriba, y se a?ade: que basta el observar las plantas que nacen en un pa��s, para inferir desde luego las enfermedades que en ��l son mas comunes. Pero yo no debo detenerme m��s en esto, pues cualquiera que haya meditado algo detenidamente sobre el orden admirable que el Criador del universo ha establecido en todas las cosas, a��n las m��s m��nimas, f��cilmente convendr�� en ella. Estoy muy cierto, pues, de que en las islas tenemos mucho m��s de lo que podemos desear para el caso, y que el indio se curar�� con los simples del pa��s con tanta seguridad como los espa?oles que tanto confian en las medicinas de Europa. Finalmente los equivalentes de primera necesidad, en varias enfermedades que no admiten treguas, en casos en que no es f��cil el recurso �� Manila, como la Dita y el Iguio, han sido experimentados centenares de veces en toda clase de personas de todos sexos y edades, con un efecto felic��simo y sin sombra de peligro: compru��belo el que quiera, y cuando quede sorprendido de los buenos efectos, entonces conocer��, que nada he ponderado. Estando, pues, los resultados por la inocencia de dichos simples, y siendo estos bien comunes y conocidos, nada se puede oponer contra su uso, por que contra la experiencia no hay respuesta.
En esto que he dicho ahora nada afirmo que no sea com��n con el modo de pensar de los hombres mas h��biles de Europa, cuyos esfuerzos hace medio siglo se dirijen con feliz ��xito (observando las virtudes de las plantas ind��genas) �� libertar �� aquellos hermosos paises de la servidumbre de tener que llevar de las dos Indias una gran multitud de simples �� costa de mucha plata. Lea el que quiera el prefacio �� las Disertaciones Bot��nicas de Linneo, escrito por el Editor, y alli se encontrar�� con mucho m��s de lo que llevo dicho, y se asombrar�� de la bondad y portentos del Alt��simo, que con tanta largueza ha proveido �� las necesidades del hombre en todos los paises del Universo.
Por conclusi��n advierto que en este mi trabajo, que no ha sido peque?o, me he servido de la Obra de Buchan, de la del Doctor Martin Martinez, del Rozier y de Linneo en aquellos casos en que Tissot omite el tratar de algunos males �� enfermedades: todo en obsequio y beneficio de los pobres indios que viven lejos de la Capital, y aun de los espa?oles enfermos que, �� falta de Facultativos europeos, se ven no pocas veces precisados �� ponerse en manos de los Curanderos del pa��s. Vale.
_Nota. En este tratado no hablo por varios motivos de las enfermedades ven��reas; como tampoco de la que llama el indio mal viento, por ser muy confusas las explicaciones que me han dado de ella, y por tanto no puedo asegurar �� qu�� enfermedad equivale._
=TABLA.=
_De las suced��neos �� equivalentes puestos en este Tratado en lugar de los que trae Tissot en su Obra_.
Asclepias. En Filipinas he visto muchas especies de Asclepias, pero no me he atrevido �� proponer ninguna de ellas por las razones que se pueden ver en Rozier. En su lugar he puesto la Aristoloquia que supone Tissot ser suced��neo.
Borraja=(Sigang dagat). Esta planta, nombrada as�� por el indio, es borraja verdadera; pero no la de Espa?a. Es muy pelosa y de mucho jugo; las hojas muy tiernas se pueden comer cocidas. Es la llamada Borago indica por Linneo.
C��lamo arom��tico=(Tagbac). Esta planta es bien conocida de los naturales. En los libros del pa��s pasa por c��lamo arom��tico; pero no lo es sino la Renealmia de Linneo. Aunque no es el c��lamo, no puede ser da?oso su uso, como lo est�� indicando su olor, y por ocupar en la naturaleza un lugar entre el jengibre y otras plantas semejantes; y a��n puede ser mejor que el mismo c��lamo.
Cebada=(Arroz en c��scara). As�� lo previene Clain y Tissot; y una esperiencia continua me ha ense?ado ser un equivalente excelente, �� lo menos para los indios.
Cerrajas=(Tagolinao). As�� se halla escrito en los libros del pa��s; pero el tagolinao no es especie de Sonchus, sino otra cosa distinta. Sin embargo sin el m��s m��nimo recelo puede tomarse interiormente, como lo acredita la misma experiencia.
Chicoria=(Dilang usa). Los indios,
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