Viajes por Filipinas: De Manila á Tayabas | Page 6

Juan Álvarez Guerra
creo que el buen hombre se olvidaba de todos
los horizontes de los trópicos, por el pequeño cielo que constituía la
risueña cara de Bertita, en la que no había mas nubes que un picaresco
lunar puesto en el labio superior con más malicia que queso en ratonera.
A la mitad del almuerzo, ya nos había contado quién era, adonde iba,
porqué había venido, quién era su padre, su abuelo y hasta un primito á
cuyo solo nombre, largó un bufido muy pronunciado un respetable y
obeso señor que estaba sentado á su lado, y que á grandes rodeos--pues
en esto, era lo único en que enmudecía Bertita--supimos era su esposo.
Este, como le llamaba aquella, tenía una cara de todo un buen hombre;
el género paciente y la clase resignada, se definían perfectamente en
aquel armazón de carne, en la que brillaban dos ojillos azules, unas
narices abultadas y granugientas, y una calva cercada de algunos
mechones blancos, compañeros de un enmarañado y desigual bigote.
Toda la locuacidad de Bertita, era mutismo en el señor D. Paco, quien
se limitaba á aprobar con monosílabos los largos períodos que salían de
la fresca y sonrosada boca de su esposa.

Ocupaba la izquierda del capitán, uno de esos misteriosos seres que de
cuando en cuando aparecen por las provincias del Archipiélago,
llamándose unas veces alhajeros y otras naturalistas, por más que en la
generalidad de los casos, sean verdaderos caballeros de industria, que á
la sombra de cuatro maletas llenas de abalorios y hoja de lata, engañan
la credulidad de los indios; sirviéndoles otras veces de pretexto, media
docena de plantas parásitas, que ni entienden, estudian ni clasifican. Al
lado de estos últimos, los hay--y yo me honro con la amistad de
algunos--que recorren los bosques de este país con el afán de
enriquecer la ciencia, sufriendo toda clase de privaciones, ante la
satisfacción de aumentar sus herbarios. El tipo que nos ocupa, no puedo
definir á qué clase pertenece. Habla poco y su acentuación señala al
gascón, por más que dice es alemán; come bien, y sobre todo bebe
mejor. Completaban los comensales, una pálida, mestiza china, más
difícil de bosquejar que el anterior.
Al lado de la mestiza, observaba y comía el autor de estas líneas.
--¡Jesús, que café, capitán!--dijo Bertita, haciendo un gracioso mohín
de desagrado al saborear el negro líquido que humeaba en la
taza:--nunca podré acostumbrarme á estos brebajes recordando el Moka
que se tomaba en casa del Ministro, el primo de este. Pues no digo á
ustedes nada, del que se servía en la embajada de Rusia, ni el que se
daba en las soirées de la Baronesa: ¡Jesús, Jesús, qué país! Veinte días
hace que desembarcamos, y lo que es así pronto me vuelvo á mi Cádiz.
Ya pareció aquello, dije para mis adentros, andalucita tenemos.
--Pues no crea V. que esto es tan malo--la dije--cuando V. se instale, y
lleve algún tiempo de país, le parecerá muy bueno.
Él silbido del vapor cortó nuestra conversación, al par que nos
anunciaba la llegada á Biñan. El bretón se quedó en aquel pueblo.
Nuevamente en marcha, cada cual procuró colocarse lo mejor que pudo,
tanto en la cámara como sobre cubierta.
El vapor navegaba por la extensa laguna de Bay, madre del Pasig. Las

aguas de aquella en los fuertes Sures y Nordestes, toman gran
movilidad, haciéndose un tanto peligrosa la navegación en pequeñas
embarcaciones. Varios naufragios registra la crónica de la laguna de
Bay, y según algunos pesimistas, aquella es una constante amenaza
para Manila. No conozco el desnivel que existe entre la laguna y
Manila, si bien debe ser mucho, dada la situación que aquella ocupa y
lo rápido de la corriente del Pasig.
La laguna de Bay--que no sabemos qué razón hay para no darle el
nombre de lago, pues aun de estos habrá pocos en el mundo que midan
las grandiosas proporciones de aquella--tiene un circuito que se hace
subir por unos á 35 leguas y por otros á 30. Esta laguna tiene islas,
penínsulas, cabos y ensenadas, y en sus orillas, se asientan ricos y
bellísimos pueblos, contándose entre ellos, el de Santa Cruz, cabecera
de la provincia. La península que forman los ricos terrenos de Jalajala,
y los poéticos sitios que rodean á Los Baños--pueblecito así llamado
por tener unas termas de reconocidas propiedades medicinales,--son
lugares que encontramos en los itinerarios de la mayor parte de los
turistas. Las playas de aquel pequeño mar--pues no otro nombre debe
dársele--están salpicadas de bonitos pueblos, los cuales de día en día,
ven con creciente temor que las aguas van invadiendo sus territorios,
fenómeno fácil de explicar, si se tiene en cuenta la cantidad de agua y
arenas que arrastran las treinta y tres vías que alimentan la laguna, con
la desproporción de su
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