se encontrará un juicio desapasionado y exacto de cuanto hemos visto en las diferentes naciones que conocemos, del mismo modo reclamamos para Espa?a narraciones verídicas y justas.
Nosotros para ser estimados y respetados no necesitamos mas que una circunstancia, una sola, la de ser estudiados y conocidos.
Previa esta indispensable manifestacion, vamos á terminar nuestro capítulo sobre Espa?a, no sin consignar ántes algunas otras notas de importancia é interes para mejor conocer y apreciar el estado actual de Espa?a.
El clero espa?ol, que en muchos pueblos de Europa suponen poderoso, y á quien atribuyen una inmediata influencia sobre la marcha social de Espa?a, ocupa una posicion inmensamente diferente de la que hasta hace poco disfrutaba, y carece de esa accion que los que no conocen nuestro pais le suponen.
La revolucion política y social operada en Espa?a á consecuencia de la muerte de Fernando VII, ha emancipado para siempre al pueblo espa?ol de la influencia clerical que de un modo ilegítimo pesaba sobre él: las inmensas riquezas que la Iglesia espa?ola poseia, han sido vendidas por la nacion en su mayor parte: con la regeneradora medida de la desamortizacion, se ha prodigiosamente aumentado la riqueza pública, se ha impreso un poderoso movimiento de institucion al comercio y á la industria, se han creado muchos propietarios, se ha dado mayor vida á la agricultura, y se ha libertado el pueblo espa?ol de una influencia que le entorpecia en su majestuosa marcha.
Yo, que me vanaglorio de ser cristiano, no quiero en modo alguno para el clero otra influencia que la de su talento y su virtud, ninguna otra; no quiero jamas un clero rico que influya bajo tal consideracion.
Por fortuna la Espa?a no tiene que temer ese grande inconveniente: declarados justamente bienes de la nacion los que el clero retenía en su poder, y vendidos como están aunque por desgracia no todos, la influencia del clero espa?ol es hoy limitada y corta. Como en nuestra actual sociedad significa tanto, por desgracia, la riqueza, el clero ha perdido con los bienes que poseia la influencia que le daban: en los presupuestos de la nacion figuran las sumas con que el Estado atiende á los justos y necesarios gastos del culto y sus ministros: con esto solo se prueba que el clero no es rico, y no siéndolo como no lo es, no tiene otra influencia que la que de derecho le pertenece, la que le da su augusto ministerio y la que puedan prestarle sus virtudes y sus talentos.
Con esta manifestacion quedan victoriosamente contestados cuantos suponen equivocadamente que el clero de nuestros dias en Espa?a ocupa el mismo puesto que el de hace cien a?os: no hay mas diferencia que la de un siglo, y la de un siglo de constante progreso.
La clase media, que ántes que en ningun otro pueblo de Europa tomó puesto y lugar, definiendo sus títulos y aspiraciones ante el clero y la nobleza, porque nosotros apénas hemos conocido el feudalismo, tiene hoy entre nosotros grande importancia y significacion. Los mas ilustres representantes de la literatura, la política, la filosofía, las artes, la iglesia y la milicia han salido de sus filas: las eminencias todas del pais reconocen por orígen á la clase media, que es rica, ilustrada, numerosa.
Nuestro ejército, aguerrido y valiente como el primero del mundo, se halla hoy en un estado de organizacion admirable. Yo, que soy enemigo de los ejércitos permanentes y que con profundo dolor reconozco hoy como una fatal necesidad, hasta que los gobiernos, cumpliendo con sus deberes, eduquen é instruyan al pueblo, no puedo ménos de admirar el estado del ejército espa?ol, que es brillantísimo.
La marina de guerra, que fué un dia la primera de Europa, y que hace veinte a?os se hallaba en un lamentable estado de postracion y abandono, se fomenta y engrandece extraordinariamente en nuestros dias. Las construcciones de buques de guerra ocupan hoy nuestros arsenales, y cada a?o se aumenta nuestra armada, que muy pronto será respetable y numerosa. La prosperidad creciente y asombrosa de nuestras colonias de Asia y América, para cuya defensa tenemos constantemente en ellas mas de treinta buques de guerra, hace necesaria la grande proteccion con que hoy miramos á la armada.
Nuestro comercio exterior, que cada dia aumenta los círculos y esferas de su accion, que se extiende y se presenta en remotos y nuevos mercados, cuenta tambien con una numerosa marina mercante que es un grande elemento de riqueza nacional.
Si al terminarse la guerra civil de los siete a?os nuestro numeroso y aguerrido ejército hubiera ido á Africa, donde tanto hemos poseido y á donde debemos ir, hoy tendríamos mas posesiones que las que nos pertenecen; nuestro comercio se hubiera desenvuelto en mayor escala; las ambiciones militares hubieran tenido un noble palenque donde desarrollarse y crecer, y por último, nos hubiéramos visto libres de muchas discordias civiles
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