mas de 300, d��ndose gran prisa �� meterse en su pueblo.
Sitiamos la ciudad, y se defendieron los indios fuertemente, hasta el tercero dia, matando 16 espa?oles: pero temiendo el da?o de sus mugeres �� hijos que tenian consigo, pidieron perdon y las vidas, y se entregaron �� nuestra voluntad, ofreciendo hacer lo que les mand��semos, y admitimos la paz. Regalaron al capitan Oyolas con siete indias, la mayor de 18 a?os, y seis ciervos, rog��ndole que nos qued��semos con ellos. A los soldados dieron dos indias para que los sirviesen, y comida y otras cosas necesarias: y de este modo quedamos amigos. Entr��se al pueblo el dia de la Asumpcion, del a?o de 1539, y le dimos el nombre del dia, y as�� se llama hoy.
CAPITULO XXII.
H��cese un castillo en Lambar��, con el nombre de la Asumpcion; y los C��rios, con socorro de los cristianos, van contra los Agaces.
Mand��se despues �� los C��rios que hiciesen una gran casa de piedra, tierra y madera, para seguridad y defensa de los cristianos, en caso de alzarse los indios. Estuvimos aqu�� dos meses.
Ofrecieron tambien los C��rios ayudarnos en la guerra, y que si era contra los Agaces, (que distan 30 leguas de ellos, y cerca de 334 de la isla de Buena Esperanza, poblada de Timb��es), que darian 18,000 indios. Con lo cual dispuso nuestro capitan 300 espa?oles, y baj�� con ellos y los C��rios el rio Paraguay 30 leguas, hasta el pueblo de los Agaces, que estaban durmiendo en el sitio que les habiamos dejado. Reconoci��ronlo los C��rios, �� improvisamente dieron sobre ellos, entre 3 y 4 de la ma?ana, y mataron �� todos sus enemigos, viejos y mozos, segun la costumbre que tienen cuando quedan victoriosos.
Tomamos despues cerca de 500 canoas: quem��mos todos los pueblos donde llegamos, haciendo otros da?os. Al cabo de un mes vinieron algunos Agaces, que no se habian hallado en el estrago por estar lejos de esta tierra, pidiendo perdon. El capitan se lo concedi��, segun la ��rden del Rey, y los admiti�� de paz, como debia hacerlo; aunque la pidiesen tercera vez, porque solo si se rebelasen despues, quedaban esclavos perpetuos.
CAPITULO XXIII.
Quedan los soldados en la Asumpcion; reconocen el sitio y condicion de la tierra, y suben por el rio mas arriba.
En seis meses que estuvimos en esta ciudad, nos reparamos con la quietud, y en tanto nuestro capitan Oyolas se inform�� de los Payagu��s que est��n poblados cerco de 100 leguas de la Asumpcion, �� las riberas del rio Paraguay, segun le dijeron los C��rios; y que su principal alimento era caza y pesca, y tambien tenian algarroba de que hacian harina que comian junto con el pescado, y vino tan dulce como nuestro mosto. Entonces mand�� Oyolas cargar cinco navios de maiz, y prevenirlos de todas las cosas necesarias, y dar �� los marineros cuanto habian menester para el buen suceso del viage, que �� los dos meses meditaba. Primero queria hacer guerra �� los indios Payagu��s, y despues �� los Caracar��s. Asistian �� todo los C��rios con mucho cuidado y sumision, y prometian obedecer fielmente en todos los puntos las ��rdenes del capitan.
Ordenado as�� lo referido, y prevenida la nave de todo, escogi�� el capitan 300 soldados, los mejor armados y compuestos, y dej�� 100 en la ciudad de la Asumpcion. Navegando siempre rio arriba, �� las cinco leguas llegamos �� un pueblezuelo, cuyos indios trageron carne, gallinas, ganzos, ovejas y avestruces; y llegando al ��ltimo pueblo de los C��rios, llamado Itatin, distante 80 leguas de la Asumpcion, nos dieron sus indios bastimentos y otras cosas con que nos socorrimos.
CAPITULO XXIV.
Del monte de San Fernando y Peyagu��s.
De all�� llegamos al monte llamado San Fernando, semejante al que llaman Bogemberg[17], y dimos con los indios Payagu��s, �� 12 leguas de Itatin: recibi��ronnos de paz, aunque fingida como se conoci�� despues, llev��ndonos �� sus casas, y nos regalaron con pescados, carnes, algarrobas, �� Pan de Juan; as�� estuvimos nueve dias. H��zoles preguntar el capitan si conocian la nacion llamada Xarayes; respondieron que habian oido; que habitaba lejos en una provincia rica de oro y plata, pero que no habian visto nunca indio alguno de ella: y por relacion de otros, a?adian, que eran tan s��bios como los cristianos, y que abundaban en maiz, cazab�� �� mandioca, mandub��s, batatas y otras raices; de carne de ovejas �� antas, animales semejantes �� los asnos, que tienen los pies como de vaca, el pellejo grueso; de conejos, ciervos, ganzos y gallinas, y otras cosas de que despues supimos lo cierto.
[Nota 17: Este nombre est�� germanizado, y nos es imposible reducirlo �� su forma primitiva.--EL EDITOR.]
Pidi�� guias el capitan �� los Payagu��s, para ir �� aquella provincia, y se ofrecieron prontos; y al punto dispuso su capitan 300 indios que fuesen con nosotros, y nos llevasen comida y otras
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