Viage al Parnaso | Page 4

Miguel de Cervantes Saavedra
se recitó con general
aplauso, certifican de las irregularidades de las que despues él mismo
dió à la estampa, se infiere que Cervantes no compuso sus comedias
con el fin que le supone el mencionado Anonimo, que quiere hallar en
ellas mas ingenio y artificio que el que tienen; y que por consiguiente
no es admisible el arbitrio que escogitó el Abate Lampillas, aunque
nacido de buen zelo por conservar la fama del autor de D. Quixote. Lo
primero, porque él mismo se declara autor de ellas en la dedicatoria al
Conde de Lemos, y en el prologo: y el estilo y discurso de ambas
composiciones no permite sospechar que sean de otra pluma: lo
segundo, porque no es creible que ninguno tubiese el atrevimiento de
prohijar al verdadero autor à vista suya, unas obras agenas en lugar de
las suyas propias; y quando asi hubiese sucedido, parece imposible que
no se hubiese vindicado de semejante supercheria, habiendo
sobrevivido à la publicacion mas de un año. Antes se infiere y se
comprueba con estas comedias la doctrina del Doctor Juan Huarte
alegada por el ingenioso P. Vicente de los Rios en la Vida de Miguel de
Cervantes Saavedra: que para la aplicacion de los ingenios se debe
examinar, no solo la ciencia que se adequa mas à cada uno, sino
tambien si se acomoda mejor à la teorica que à la practica de aquella
ciencia: porque estas requieren por lo comun, diferente indole de
ingenio. En Cervantes, prosigue Rios, se verificó plenamente esta
observacion. Nunca acertó à componer comedias, y poseia
perfectamente su teorica, como lo acreditan muchos lugares de sus
obras, y especialmente el Coloquio entre el Cura y el Canonigo de
Toledo, que inserta en la primera parte de D. Quixote. Por los defectos
expuestos del Trato de Argel, se puede hacer algún juicio de la
Numancia, aunque es algo mas regular.

[Illustration]
VIAGE AL PARNASO.
CAPITULO I.
Un quidam caporal Italiano,
De patria Perusino á lo que entiendo,

De ingenio Griego, y de valor Romano,
Llevado de un capricho reverendo,
Le vino en voluntad de ir á
Parnaso,
Por huir de la corte el vario estruendo.
Solo y á pie partióse, y paso á paso
Llegó donde compró una mul
antigua
De color parda, y tartamudo paso:
Nunca á medroso pareció estantigua
Mayor, ni menos buena para
carga,
Grande en los huesos, y en la fuerza exigua:
Corta de vista, aunque de cola larga,
Escrecha en los hijares, y en el
cuero
Mas dura que lo son los de una adarga.
Era de ingenio cabalmente entero,
Caia en qualquier cosa facilmente

Asi en Abril, como en el mes de Enero.
Enfin sobre ella el poeton valiente
Llegó al Parnaso, y fue del rubio
Apolo
Agasajado con serena frente.
Contó, quando volvió el poeta solo
Y sin blanca á su patria, lo que en
vuelo
Llevó la fama deste al otro polo.
Yo que siempre trabajo y me desvelo
Por parecer que tengo de poeta

La gracia, que no quiso darme el cielo:
Quisiera despachar á la estafeta
Mi alma, ó por los aires, y ponella

Sobre las cumbres del nombrado Oeta.

Pues descubriendo desde alli la bella
Corriente de Aganipe, en un
saltico
Pudiera el labio remojar en ella:
Y quedar del licor süave y rico
El pancho lleno: y ser de alli adelante

Poeta ilustre, ó al menos manifico.
Mas mil inconvenientes al instante
Se me ofrecieron, y quedó el
deseo
En cierne, desvalido, é ignorante.
Porque en la piedra que en mis hombros veo,
Que la fortuna me cargó
pesada,
Mis mal logradas esperanzas leo.
Las muchas leguas de la gran jornada
Se me representaron que
pudieran
Torcer la voluntad aficionada,
Si en aquel mismo instante no acudieran
Los humos de la fama á
socorrerme,
Y corto y facil el camino hicieran.
Dixe entre mí: si yo viniese á verme
En la dificil cumbre deste monte,

Y una guirnalda de laurel ponerme;
No envidiaria el bien decir de Aponte,
Ni del muerto Galarza la
agudeza,
En manos blando, en lengua Radamonte.
Mas como de un error siempre se empieza,
Creyendo á mi deseo, di
al camino
Los pies, porque di al viento la cabeza.
Enfin sobre las ancas del destino,
Llevando á la eleccion puesta en la
silla
Hacer el gran viage determino.
Si esta cavalgadura maravilla,
Sepa el que no lo sabe, que se usa

Por todo el mundo, no solo en Casulla.
Ninguno tiene, ó puede dar escusa
De no oprimir desta gran bestia el
lomo,
Ni mortal caminante lo rehusa.

Suele, tal vez ser tan ligera, como
Va por el aire el aguila, ó saeta,

Y tal vez anda con los pies de plomo.
Pero para la carga de un poeta,
Siempre ligera, qualquier bestia puede

Llevarla, pues carece de maleta.
Que es caso ya infalible, que aunque herede
Riquezas un poeta, en
poder suyo
No aumentarlas, perderlas le sucede.
Desta verdad ser la ocasion arguyo,
Que tu, ó gran padre Apolo, les
infundes
En sus intentos el intento tuyo.
Y como no le mezclas ni confundes
En cosas de agibilibus rateras,

Ni en el mar de ganancia vil
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