y qué ventajas darían al pueblo filipino, á lo que contesté que
era difícil responder á la pregunta en vista del compromiso que tenía de
callar los términos del convenio; concretándome á manifestarles se
fijaran en los actos de Soberanía que ejercía nuestro Gobierno
Dictatorial, especialmente en las aguas de la bahía.
Estas palabras hicieron mucha impresión en el almirante, hasta el
extremo de interrumpir la traducción de mis palabras por el intérprete
señor Leyva, y me interpeló diciendo: ¿Porqué ha revelado V. nuestro
secreto? ¿Quiere decir que V. no cumple con mi consigna y el silencio
ofrecido?
Le contesté que ninguna revelación había hecho del secreto referente á
él y al Cónsul. El almirante, dándome las gracias por mi reserva, se
despidió en unión del General Anderson, no sin suplicarme suspendiera
por entonces el ataque contra Manila, porque ellos estaban estudiando
un plan; para tomar con sus fuerzas Intramuros, dejando la toma de los
arrabales para las nuestras.
Encargóme, sin embargo, que estudiara por mi parte otro plan para
combinarlo con el suyo, con todo lo cual me conformé.
XII.
NUEVAS TROPAS AMERICANAS
Al poco tiempo, llegaron tropas americanas y con ellas el General
Merrit, presentándose al Gobierno Dictatorial el Secretario del
almirante con dos jefes para pedir que se les concediera ocupar nuestras
trincheras de Maytubig, desde la playa hasta el camino Real, donde se
unirían en cordon con las tropas filipinas que ocupaban Pasay y
Singalong; á lo que también accedí, debido á las solemnes promesas del
repetido almirante y naturales esperanzas de ellas nacidas sobre el
apoyo y reconocimiento de nuestra Independencia.
Diez dias después de ocupado por las fuerzas americanas, Maytubig,
sabedores de ello los españoles que estaban en frente fortificados en el
polvorín de San Antonio Abad, durante la noche sorprendieron las
avanzadas americanas que compuestas de pocos individuos no tuvieron
más tiempo que para saltar de la cama y replegarse hácia su centro,
abandonando sus fusiles y 6 cañones.
Oído el tiroteo por nuestras tropas acudieron inmediatamente en auxilio
de los amigos y aliados, haciendo huir á los españoles y recuperando
los fusiles y cañones de su poder, cuyos armamentos ordené fueran
devueltos á los americanos en ley de buena amistad.
El General Noriel se oponía á ésta devolución, alegando que dicho
armamento ya no era de los americanos, cuando lo ocuparon las fuerzas
filipinas del poder de los españoles, pero, desatendí esta razonada
oposición de mi General, ordenando terminantemente la devolución de
las armas á los americanos, demostrando con ello clara y evidentemente
la sincera amistad de los filipinos. Dichos fusiles y cañones con
abundantes municiones, fueron, pues, devueltos á los que entonces eran
nuestros aliados, apesar de que el General Noriel y sus fuerzas los
habían conquistado á costa de la vida de muchos compañeros.
Poco después llegaron más refuerzos americanos y otra vez el almirante
Dewey, por medio de su Secretario interesó más trincheras para su
ejército, alegando que eran ya cortas las que antes les había dado,
concediéndoseles entonces su continuación hasta cerca de Pasay.
XIII.
EL 13 DE AGOSTO
Llegó el día 13 de Agosto en que noté un movimiento general de
ataque contra Manila por parte de la escuadra americana y de las
fuerzas de tierra que estaban al mando del General Anderson en
Parañaque.
Seguidamente ordené á mis tropas, para que atacaran en todas las líneas,
consiguiendo el General Pio del Pilar entrar por Sampalok y atacar á las
tropas españolas que defendían el puente Colgante, las cuales se
retiraron hacia el puente de España. La columna de nuestro General
Gregorio H. del Pilar tomó los arrabales del Pretil, Tondo, Divisoria y
Paseo de Azcárraga al Norte de Manila, y la del General Noriel, por la
parte de Pasay, tomó los arrabales de Singalong y Pako, siguiendo
detrás la columna americana y flanqueando las fuerzas españolas que
defendían la línea de S. Antonio Abad; lo que visto por los jefes
españoles, ordenaron la retirada de sus tropas hácia Intramuros, con lo
cual las fuerzas americanas que ocupaban las trincheras del frente,
entraron, sin pegar un tiro, por los arrabales de Malate y Ermita; pero
allí se encontraron con las tropas del General Noriel que se habían
posesionado de los referidos arrabales y establecido sus cuarteles en el
convento de Malate y Ermita, en los edificios que fueron de la
Exposición regional de Filipinas, en la Escuela Normal y en la casa del
Sr. Perez, en Pako.
En Santa Ana, parte Este de Manila, logró copar el General Ricarte
cinco columnas españolas, auxiliado por tropas del General Pio del
Pilar.
XIV.
PRIMEROS NUBARRONES
Los nuestros veían desembarcar fuerzas americanas en las playas de la
Luneta y paseo de Santa Lucía, llamando la atención de todos el que los
soldados españoles que había en la muralla de la
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