Reseña Veridica de la Revoluciòn Filipina | Page 7

Emilio Aguinaldo
reconocida en sus
embarcaciones, y que á semejante interpelación había él contestado que
con su conocimiento y consentimiento usaban los filipinos dicha
bandera; aparte de que por su valor y resolución en la guerra contra los
españoles, merecían desde luego usar de dicho derecho.
Prorrumpí entonces en muestras de vivo agradecimiento ante tan
valiosa y decidida protección del almirante, y ordené inmediatamente
que la flota filipina llevara tropas á las demás provincias de Luzón é
islas del Sur, para hacer la guerra contra los españoles que las
guarnecían.

VIII.
EXPEDICIÓN Á VISAYAS
Hízose esta expedición con mucha suerte, regresando nuestros vapores
sin novedad alguna después de dejar las tropas en los puntos
convenidos. Pero el Bulusan que fué á Masbate para recoger la
columna del Coronel D. Mariano Riego de Dios y trasladarla á Samar,
fué visto por los cañoneros españoles Elcano y Uranus, atacándole el
primero hasta el punto de hacerle zozobrar en aquellas aguas, no sin

experimentar los vapores españoles, daños de alguna consideración,
causados por nuestras tropas. La tripulación del Bulusan se salvó
afortunadamente, ganando la playa a nado.

IX.
EL VAPOR «COMPAÑÍA DE FILIPINAS»
Al poco tiempo se presentó en Cavite el vapor español Compañía de
Filipinas, apresado por los revolucionarios en aguas de Aparri.
Inmediatamente fué artillado y despachado con tropas para Olongapó;
pero hubo de darse orden á otro cañonero nuestro para que volviera á
petición del almirante Dewey, á fin de resolver la reclamación del
cónsul francés acerca de dicho vapor. Enterado el almirante de que el
Compañía de Filipinas había sido apresado con bandera española, se
abstuvo de entender en el asunto, remitiéndome la carta reclamación
del cónsul francés, afirmando el Almirante que él y sus fuerzas nada
tenían que ver en el asunto.
Asi concluyó este incidente, que demuestra con claridad el
reconocímiento y la protección que dispensaba el almirante Dewey á la
revolución filipina.
El «Filipinas», que así se llamó desde entonces el vapor en cuestión,
siguió en viaje á Olongapó, y á su vuelta llevó la expedición de tropas
para libertar del poder de España las provincias del valle de Gagayán y
las islas Batanes.--Este vapor que de nuevo cambió de nombre y que
hoy se llama Luzón, se encuentra en el rio grande de Cagayán, varado
por haber sufrido averiaavería, en su máquina.
En todas las expediciones, nuestros barcos antes de zarpar saludaban al
Olimpia como buque insignia, cumpliendo así deberes de cortesía
internacional, siendo contestados nuestros saludos con iguales
demostraciones de amistad.

X.
LA PROCLAMACIÓN DE LA INDEPENDENCIA
El Gobierno Dictatorial dispuso la proclamación de la Independencia
filipina en el pueblo de Káwit, para el 12 de Junio. Al efecto envié una
Comisión para dar conocimiento de ella al almirante, invitándole al
propio tiempo para asistir al acto, que se verificó con toda solemnidad.
El almirante mandó á su Secretario para excusar su asistencia, alegando
que era día de correo.
A fines del mismo Junio, el cañonero español Leyte huyó para Manila,
de los rios de Macabebe en donde estaba sitiado por fuerzas del
General Torres, y llevaba parte de las tropas y voluntarios que mandaba
el coronel filipino D. Eugenio Blanco; pero habiendo sido visto por un
crucero americano, se rindió voluntariamente. El almirante Dewey me
entregó todos los prisioneros y todas las armas, menos el vapor, pero
más tarde reclamó la devolución de los prisioneros, después de la
Capitulación de Manila.
En 4 de Julio llegó la primera expedición militar de Estados Unidos al
mando del General Anderson, siendo alojados en el Arsenal de Cavite.
Poco antes de llegar esta expedición militar, y las que despues vinieron
con el General Merrit, el almirante Dewey, envió á su Secretario, al
Gobierno Dictatorial pidiéndome permiso para colocar las tropas
americanas en Tambò y Maytubig, lugares de los pueblos de Parañaque
y Pasay; á todo lo que el Gobierno Dictatorial accedió debido á las
honradas promesas del almirante Dewey arriba consignadas.
En el mismo mes de Julio, se presentó en Cavite el almirante
acompañado del General Anderson, y despues de los saludos de
cortesía, me dijo:--Ha visto V. confirmado todo cuanto le he dicho y
prometido.--Qué bonita es vuestra bandera.--Tiene un triángulo y se
parece á la de Cuba.--Me dará V. una de recuerdo cuando yo regrese á
América?
Le contesté que estaba convencido de su honrada palabra y de la

ninguna necesidad de extender en documento sus convenios; y que en
cuanto á la bandera, podía contar con ella aunque fuera en el momento.
Dewey continuó: Los documentos no se cumplen cuando no hay honor,
como ocurrió con lo que Vd. pactó con los españoles que faltaron á lo
escrito y firmado. Confíen Vds. en mi palabra, que yo respondo de que
Estados Unidos reconocerá la Independencia del país.--Pero les
recomiendo guarden por ahora mucha reserva en todo
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