cuidado de peinar bien las barrancas, dejando el menor número de pasos que sea posible, y quedando estos precisamente dominados de nuestro ca?on. De este modo, aprovechándose de la natural defensa que presta este rio caudaloso y navegable, quedaria enteramente á cubierto nuestra línea por la parte del sud, estableciendo los principales fuertes en los pasos, y colocando en los intermedios atalayas, fortines y telégrafos, por cuyo medio corriesen en pocos minutos los avisos por toda ella.
En la confluencia del Diamante, con el Negro seria bien poner la mayor fuerza, ya por ser este el punto mas remoto de nuestras fronteras actuales, ya tambien por oponer la mayor resistencia á las avenidas de los indios Ranqueles y Guilliches, que en caso de atacarnos habrá de ser mas bien por aquel punto que por otro: por allí ha sido y es el paso de los indios serranos que se dirigen á las pampas del sud (que hoy lo hacen por Choelechel), dando la vuelta al oeste, buscando el paso del Negro frente al Payen, y cayendo luego al dicho del Diamante para lograr su ingreso al país vedado. Por tanto digo, que la defensa de este punto exige la mayor atencion. La ribera del Diamante, que he corrido algunas veces, y que desde el ángulo que forma donde recibe el Atuel, compone el lado del oeste del trapecio, debe tambien asegurarse con mucho cuidado; porque de no, de poco serviria fortificar el lado ó línea del sud por el rio Negro, y dejar este indefenso en la larga distancia desde la una á la otra junta. El Diamante no es rio tan grande como aquel, y por le mismo es mas fácil hallarle paso, aunque siempre á nado: en muchas partes son pantanosas sus orillas, y esta es la mejor defensa. Sus aguas son buenas, y corren desde la jurisdiccion de Mendoza, siempre por terrenos llanos. Para defenderse seria acertado escarpar todas sus barrancas, y empantanar toda la ribera opuesta en cuantas partes fuese posible, de modo que no quedasen mas pasos que los dominados por nuestros fuertes. Estos podrian establecerse despues de un maduro exámen y reconocimiento en los parages mas propios, trasladando para ello, á la izquierda de este rio, todos los que hay en las fronteras de Córdoba, San Luis y Mendoza.
Al rio Diamante, y poco mas arriba de su junta con el Atuel, que distará de Mendoza 65 leguas al sud, podria trasladarse el fuerte y villa de San Carlos, que fundó en aquella frontera nuestro Marques de Sobremonte, siendo Gobernador Intendente de Córdoba. Apenas se hallará sitio de mejores proporcioncs para una gran ciudad. Dos rios caudalosos, de buena agua, bellísimo temperamento, muchos pastos, le?a en abundancia, terreno llano, muy extendido y de la mejor calidad, con despejados horizontes por N. S. E. con el Atuel y Diamante, en la mejor disposicion para sangrarlos y regar cuanto se quiera. Buenas muestras de ricos minerales en la sierra inmediata del oeste, y unas salinas inagotables de excelente sal en sus inmediaciones, es lo que ofrece ese bello parage á la vista de un observador. Mas desde esta junta es navegable el Diamante por el caudal de aguas que lleva, su poca corriente, y no tener salto alguno; por lo cual, del establecimiento que aquí se fundase podrian conducirse por agua todos sus frutos y producciones hasta el mar, con mucho ahorro de fletes y seguridad, y tambien dirigirse los auxilios y las órdenes por toda nuestra línea, y los socorros en caso de asedio de algunos de los fuertes, que no es de esperar.
Con las tropas que hoy hay en las fronteras dichas, me parece seria suficiente para establecernos solidamente en los puntos principales de la nueva línea; es á saber, por lo que mira al rio Negro, en Choelechel é isla inmediata mas arriba de este paso; y por lo que toca al Diamante, en él que se vé mas abajo de los Manantiales. En él de la esquina de San José, en el de los Algarrobos, y en la confluencia dicha del Diamante y el Atuel, y en algunos otros de que se haria un reconocimiento prolijo, si se tuviere por conveniente asegurarlos.
Para este reconocimiento deberian partir dos expediciones: una desde nuestro establecimiento del rio Negro, á la manera de la de Villarino, que podria dirigirse con dos chalupas hasta la union de este rio con el Diamante; y otra, que marchando desde Mendoza, fuese por la derecha de este rio último hasta encontrarse con la del Negro, volviendo á la retirada de una y otra á rectificar las observaciones hechas en la entrada. Bien que la de Mendoza seria muy conveniente que hiciese su viage de vuelta por la izquierda, para reconocer la union del Tunuyan con el Diamante, que yo no pude ver
Continue reading on your phone by scaning this QR Code
Tip: The current page has been bookmarked automatically. If you wish to continue reading later, just open the
Dertz Homepage, and click on the 'continue reading' link at the bottom of the page.