Proyecto de traslacion de las fronteras de Buenos Aires al Rio Negro y Colorado | Page 3

Sebastian Undiano y Gastelu
seis los fortines, y con el que ya hay en la
desembocadura de aquel rio Colorado, en sitios convenientes, serian
suficientes á cubrir la distancia que hay desde ella hasta la junta del
Diamante: teniendo el cuidado de peinar bien las barrancas, dejando el
menor número de pasos que sea posible, y quedando estos precisamente
dominados de nuestro cañon. De este modo, aprovechándose de la
natural defensa que presta este rio caudaloso y navegable, quedaria
enteramente á cubierto nuestra línea por la parte del sud, estableciendo
los principales fuertes en los pasos, y colocando en los intermedios
atalayas, fortines y telégrafos, por cuyo medio corriesen en pocos
minutos los avisos por toda ella.
En la confluencia del Diamante, con el Negro seria bien poner la mayor
fuerza, ya por ser este el punto mas remoto de nuestras fronteras
actuales, ya tambien por oponer la mayor resistencia á las avenidas de
los indios Ranqueles y Guilliches, que en caso de atacarnos habrá de
ser mas bien por aquel punto que por otro: por allí ha sido y es el paso
de los indios serranos que se dirigen á las pampas del sud (que hoy lo

hacen por Choelechel), dando la vuelta al oeste, buscando el paso del
Negro frente al Payen, y cayendo luego al dicho del Diamante para
lograr su ingreso al país vedado. Por tanto digo, que la defensa de este
punto exige la mayor atencion. La ribera del Diamante, que he corrido
algunas veces, y que desde el ángulo que forma donde recibe el Atuel,
compone el lado del oeste del trapecio, debe tambien asegurarse con
mucho cuidado; porque de no, de poco serviria fortificar el lado ó línea
del sud por el rio Negro, y dejar este indefenso en la larga distancia
desde la una á la otra junta. El Diamante no es rio tan grande como
aquel, y por le mismo es mas fácil hallarle paso, aunque siempre á nado:
en muchas partes son pantanosas sus orillas, y esta es la mejor defensa.
Sus aguas son buenas, y corren desde la jurisdiccion de Mendoza,
siempre por terrenos llanos. Para defenderse seria acertado escarpar
todas sus barrancas, y empantanar toda la ribera opuesta en cuantas
partes fuese posible, de modo que no quedasen mas pasos que los
dominados por nuestros fuertes. Estos podrian establecerse despues de
un maduro exámen y reconocimiento en los parages mas propios,
trasladando para ello, á la izquierda de este rio, todos los que hay en las
fronteras de Córdoba, San Luis y Mendoza.
Al rio Diamante, y poco mas arriba de su junta con el Atuel, que distará
de Mendoza 65 leguas al sud, podria trasladarse el fuerte y villa de San
Carlos, que fundó en aquella frontera nuestro Marques de Sobremonte,
siendo Gobernador Intendente de Córdoba. Apenas se hallará sitio de
mejores proporcioncs para una gran ciudad. Dos rios caudalosos, de
buena agua, bellísimo temperamento, muchos pastos, leña en
abundancia, terreno llano, muy extendido y de la mejor calidad, con
despejados horizontes por N. S. E. con el Atuel y Diamante, en la
mejor disposicion para sangrarlos y regar cuanto se quiera. Buenas
muestras de ricos minerales en la sierra inmediata del oeste, y unas
salinas inagotables de excelente sal en sus inmediaciones, es lo que
ofrece ese bello parage á la vista de un observador. Mas desde esta
junta es navegable el Diamante por el caudal de aguas que lleva, su
poca corriente, y no tener salto alguno; por lo cual, del establecimiento
que aquí se fundase podrian conducirse por agua todos sus frutos y
producciones hasta el mar, con mucho ahorro de fletes y seguridad, y
tambien dirigirse los auxilios y las órdenes por toda nuestra línea, y los

socorros en caso de asedio de algunos de los fuertes, que no es de
esperar.
Con las tropas que hoy hay en las fronteras dichas, me parece seria
suficiente para establecernos solidamente en los puntos principales de
la nueva línea; es á saber, por lo que mira al rio Negro, en Choelechel é
isla inmediata mas arriba de este paso; y por lo que toca al Diamante,
en él que se vé mas abajo de los Manantiales. En él de la esquina de
San José, en el de los Algarrobos, y en la confluencia dicha del
Diamante y el Atuel, y en algunos otros de que se haria un
reconocimiento prolijo, si se tuviere por conveniente asegurarlos.
Para este reconocimiento deberian partir dos expediciones: una desde
nuestro establecimiento del rio Negro, á la manera de la de Villarino,
que podria dirigirse con dos chalupas hasta la union de este rio con el
Diamante; y otra, que marchando desde Mendoza, fuese por la derecha
de este rio último hasta encontrarse con la del Negro, volviendo á la
retirada de una y otra á
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