Pasarse de listo

Juan Valera
Pasarse de listo, by Juan Valera

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Title: Pasarse de listo
Author: Juan Valera
Release Date: July 17, 2007 [EBook #22092]
Language: Spanish
Character set encoding: ISO-8859-1
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DE LISTO ***

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JUAN VALERA
PASARSE DE LISTO
NOVELA

I
Toda persona elegante que se respeta debe ir a veranear. Es una
ordinariez quedarse en Madrid el verano.
Lo más tónico es ir a algunas aguas en Alemania o Francia; pasar luego
una temporadita a la orilla del mar en Biarritz, en Trouville o en
Brighton, y acabar el verano, antes de volver a esta villa y corte, en
algún magnífico château o cosa por el estilo, que debemos poseer, si es
posible, en tierra extraña, y cuando no, aunque esto es menos comm'il
faut, en nuestra propia tierra española.
Tal es el supremo ideal aristocrático a que aspiramos todos en lo
tocante a veraneo. Para realizarle totalmente se ofrecen no pocos
obstáculos. Lo más común es no tener château, ni algo que
remotamente se le asemeje, ni en la Península ni en la vasta extensión
del continente europeo; pero esta falta se suple o se disimula si
poseemos una casa de campo, una casería o un cortijo, lo cual,
hablando en francés, puede calificarse de château, sin gran escrúpulo
de conciencia.
Todavía, sin embargo, ocurre muy a menudo que la familia elegante, o
con humos de elegante, carece de hogar de donde los humos procedan;
esto es, no tiene ni siquiera cortijo. Si le tiene algún amigo o pariente,
la familia puede aprovecharse de la amistad o del parentesco. Si de
ningún modo hay ni cortijo, se suprime la parte meramente rústica y se
limita el veraneo a la parte hidropática, dulce, salada o ambas cosas.
Quiere esto significar que, no habiendo château ni cortijo donde pasar
un mes, se emplea todo el tiempo en los baños, aunque nadie de la
familia se bañe nunca. Basta tomar las aguas por inhalación, respirando,
pongo por caso, las brisas del Atlántico en el mencionado Biarritz, en
San Juan de Luz, en San Sebastián, en Santander o en Deva.
Por último, si el afán de eclipsarse en estos meses de calor atribula
demasiado, y la bolsa se halla tan escurrida, que no hay ni para ir a
bañarse o a ver la mar en Motrico, se va el elegante, o la familia
elegante, a cualquier lugar de la Mancha, donde a veces lo llano y
escueto, y sin árboles ni matas del terreno, imita la mar, y los

cigarrones, los cangrejos y peces, y allí se está tomando el fresco a todo
su sabor, hasta que ya es la época y sazón oportuna de volver a Madrid
sin infringir las leyes y liturgias del buen tono.
Hay familias, pero yo apenas lo quiero creer, de quienes se asegura que,
por no infringir dichas leyes y liturgias, hacen como que se van de viaje,
y con discreto y económico disimulo se quedan aquí, en reclusión
severísima, sufriendo este linaje de martirio, para tener propicia a la
deidad a quien rinden culto, que es la Moda.
Sea como sea, ya de veras, ya valiéndose de tretas y de recursos algo
sofísticos, ello es el caso que en los meses de julio, agosto y septiembre
apenas queda en Madrid persona conocida.
Las personas que quedan, se dice en estilo culto, que no son conocidas,
para dar a entender que no son de la crema de la sociedad; de la flor y
la nata. Por lo demás, harto conocidas suelen ser de los que se han ido,
no pocos de los cuales, cabe en los límites de lo verosímil, y a veces de
lo probable, que les deban el dinero con que se fueron, o el calzado o la
vestidura con que se engalanarán en los baños.
Tranquilicémonos, no obstante, y no compadezcamos a las personas no
conocidas que fiaron o prestaron. Ya lo cobrarán, como es justo,
incluyendo en el cobro todo lucro cesante y todo daño emergente.
En suma, y sin meternos en más averiguaciones ni en honduras
económicas o crematísticas, Madrid en verano se queda sin su
aristocracia; se queda como acéfalo; se queda como jardín sin sus más
bellas flores; se queda como haza segada: parece un barbecho de
distinción y de finura.
Yo lo siento y lo extraño. Madrid, desde que vino el Lozoya, ha ganado
mucho, y no merece este abandono general cuando no es
verdaderamente
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