Novelas y teatro | Page 4

Miguel de Cervantes Saavedra
Clara:
--Pues porque otra vez venga, no quiero dar nada ahora a Preciosa.
--Antes si no me dan nada--dijo Preciosa---, nunca m��s volver�� ac��. Mas s�� volver��, a servir a tan principales se?ores; pero trair�� tragado que no me han de dar nada, y ahorrar��me la fatiga del esperallo. Coheche vuesa merced, se?or Tiniente; coheche, y tendr�� dineros, y no haga usos nuevos; que morir�� de hambre. Mire, se?ora: por ah�� he o��do decir (y aunque moza, entiendo que no son buenos dichos) que de los oficios se ha de sacar dineros para pagar las condenaciones de las residencias y para pretender otros cargos.
--As�� lo dicen y lo hacen los desalmados--replic�� el Teniente---; pero el juez que da buena residencia no tendr�� que pagar condenaci��n alguna, y el haber usado bien su oficio ser�� el valedor para que le den otro.
--Habla vuesa merced muy a lo santo, se?or Teniente--respondi�� Preciosa---; ��ndese a eso y cortar��mosle de los harapos para reliquias.
--Mucho sabes, Preciosa--dijo el Tiniente---. Calla, que yo dar�� traza que sus Majestades te vean, porque eres pieza de reyes.
--Querr��nme para truhana--respondi�� Preciosa---, y yo no lo sabr�� ser, y todo ir�� perdido. Si me quisiesen para discreta, a��n llevarme h��an; pero en algunos palacim��s medran los truhanes que los discretos. Yo me hallo bien con ser gitana y pobre, y corra la suerte por donde el cielo quisiere.
--Ea, ni?a--dijo la gitana vieja--, no hables m��s; que has hablado mucho, y sabes m��s de lo que yo te he ense?ado; no te asotiles tanto, que te despuntar��s; habla de aquello que tus a?os permiten, y no te metas en altaner��as; que no hay ninguna que no amenace ca��da.
--?El diablo tienen estas gitanas en el cuerpo!--dijo a esta saz��n el Tiniente.
Despidi��ronse las gitanas, y al irse, dijo la doncella del dedal:
--Preciosa, dime la buenaventura, o vu��lveme mi dedal; que no me queda con qu�� hacer labor.
--Se?ora doncella--respondi�� Preciosa---, haga cuenta que se la he dicho, y prov��ase de otro dedal, o no haga vainillas hasta el viernes, que yo volver�� y le dir�� m��s venturas y aventuras que las que tiene un libro de caballer��as.
Fu��ronse, y junt��ronse con las muchas labradoras que a la hora de las avemar��as suelen salir de Madrid para volverse a sus aldeas, y entre otras vuelven muchas, con quien siempre se acompa?aban las gitanas, y volv��an seguras. Porque la gitana vieja viv��a en continuo temor no le salteasen a su Preciosa.
Sucedi��, pues, que la ma?ana de un d��a que volv��an a Madrid a coger la garrama con las dem��s gitanillas, en un valle peque?o que est�� obra de quinientos pasos antes que se llegue a la villa, vieron un mancebo gallardo y ricamente aderezado de camino. La espada y daga que tra��a eran, como decirse suele, una ascua de oro; sombrero con rico cintillo y con plumas de diversas colores adornado. Repararon las gitanas en vi��ndole y pusi��ronsele a mirar muy de espacio, admiradas de que a tales horas un tan hermoso mancebo estuviese en tal lugar, a pie y solo. El se lleg�� a ellas, y hablando con la gitana mayor, le dijo:
--Por vida vuestra, amiga, que me hag��is placer que vos y Preciosa me oy��is aqu�� aparte dos palabras, que ser��n de vuestro provecho.
--Como no nos desviemos mucho, ni no nos tardemos mucho, sea en buen hora--respondi�� la vieja.
Y llamando a Preciosa, se desviaron de las otras obra de veinte pasos, y as�� en pie, como estaban, el mancebo les dijo:
--Yo vengo de manera rendido a la discreci��n y belleza de Preciosa, que despu��s de haberme hecho mucha fuerza para excusar llegar a este punto, al cabo he quedado m��s rendido y m��s imposibilitado de excusallo. Yo, se?oras m��as (que siempre os he de dar este nombre, si el cielo mi pretensi��n favorece), soy caballero, como lo puede mostrar este h��bito--y apartando el herreruelo, descubri�� en el pecho uno de los m��s calificados que hay en Espa?a---; soy hijo de Fulano--que por buenos respectos aqu�� no se declara su nombre---; estoy debajo de su tutela y amparo; soy hijo ��nico, y el que espera un razonable mayorazgo. Mi padre est�� aqu�� en la Corte pretendiendo un cargo, y ya est�� consultado, y tiene casi ciertas esperanzas de salir con ��l. Y con ser de la calidad y nobleza que os he referido, y de la que casi se os debe ya de ir trasluciendo, con todo eso, quisiera ser un gran se?or para levantar a mi grandeza la humildad de Preciosa, haci��ndola mi igual y mi se?ora. Quiero servirla del modo que ella m��s gustare: su voluntad es la m��a. Para con ella es de cera mi alma, donde podr�� imprimir lo que quisiere; y para conservarlo y guardarlo no ser�� como impreso en cera, sino como esculpido en marm��les, cuya dureza se opone a la duraci��n
Continue reading on your phone by scaning this QR Code

 / 76
Tip: The current page has been bookmarked automatically. If you wish to continue reading later, just open the Dertz Homepage, and click on the 'continue reading' link at the bottom of the page.