abundancia de estos
cetáceos.
Tambien pondera la utilidad de ocupar la isla de Choelechel; y á este
propósito no podemos dispensarnos de transcribir un trozo de su
Memoria, para que se admire su prevision. "Tomando el sitio de
Choelechel, ya aseguramos el pasage para los indios de aquellas
naciones (Peguenches y Araucanos) que son numerosísimos: le
quitamos estos enemigos á los campos y fronteras de Buenos Aires; y
vamos preparando la internacion y demas importantes proyectos, que
puede atraernos el Rio Negro por la parte de Valdivia." Estos sábios
pensamientos fueron desatendidos, y solo al cabo de un medio siglo, el
Señor General ROSAS ha tenido la gloria de realizarlos.
Promovido al gobierno de las importantes provincias de Cochabamba y
Santa Cruz de la Sierra, él que esto escribia tuvo por sucesor en la
superintendencia de Patagonia á su hermano D. Antonio, que lo imitó
en el vivo interes con que miró la prosperidad de aquellos
establecimientos.
Viedma siguió administrando su nuevo departamento, y murió en
Cochabamba en 1809, dejando sus bienes á una casa de hospicio para la
educacion de niños pobres, y fundando otra de huérfanas. Estos fueron
sus servicios, toca á los Americanos á venerar su memoria.
El original de esta memoria se conserva en el archivo privado del Señor
Dr. y Canónigo D. Saturnino Segurola, que ha tenido la generosidad de
franquearlo para su publicacion.
Buenos Aires, 30 de Enero de 1836.
PEDRO DE ANGELIS.
MEMORIA Dirigida al Señor Marquez de Loreto, &a.
EXMO. SEÑOR:--
El mucho amor con que he mirado los establecimientos patagónicos por
el conocimiento que iba tomando de las ventajas que podian producir al
Estado, me empañaba cada dia mas y mas á sostenerlos y fomentarlos:
pero ni mis constantes esfuerzos, ni las repetidas representaciones con
que hacia ver su importancia por los descubrimientos y experiencias de
la produccion de sus terrenos, fueron capaces á contrarestar el espíritu
de oposicion que les persiguia; y al fin triunfó esta, dejándolos
reducidos al extremo que hoy se mira. No obstante, espero ha de ser la
raiz que llegue á fomentar lo mucho que hemos perdido en su abandono;
y á dar una verdadera luz y conocimiento de sus grandes ventajas por
medio de las elevadas prendas que adornan á V. E., capaces solamente
á restaurar unos establecimientos que pueden servir de muro
incontrastable á los enemigos de la Corona, de seguridad á esta capital,
de fomento á su comercio; y lo que es mas, de medios para propagar
nuestra Santa Religion, de extender el beneficio de la Redencion á una
prodigiosa multitud de idólatras, que la experiencia me ha hecho
conocer son dóciles, y de quien sin temeridad se puede prometer una
abundante mies á los obreros evangélicos.
Alienta mas mi confianza el ver, que luego que tuve el honor de enterar
á V. E. muy por encima de los acaecimientos de dichas poblaciones,
sus proporciones y utilidades, le merecí grato oido, le encontré muy
adicto y deseoso de enterarse radicalmente de todo ello; y como es un
asunto tan vasto, que ni puede fiarse á informes verbales, ni retenerse
estas noticias para un perfecto conocimiento, me mandó V. E. lo
hiciese por escrito, en obsequio de tan superior precepto, en desahogo
de mi amor al servicio del Rey, y en bien comun de estas provincias,
me atrevo, con la confianza que dicta la verdad y la buena causa, á
proponer á V. E., que los empeños que en todos tiempos ha tenido
nuestra Corte en fijar poblaciones en la referida costa, han nacido de la
ilustracion que se tenia de las ventajas que habia de traer al Estado y á
la Religion; sin que deba mudarse de concepto, porque no haya
correspondido el éxito á lo feliz del proyecto.
Que á pesar de la emulacion con que se ha mirado siempre, será útil,
como lo es en el dia la subsistencia y fomento del que ha quedado en el
Rio Negro, por las prosperidades que atrae y se harán ver; proponiendo
igualmente los medios y modos de fomentarlo sin dispendio del erario.
Tres partes forman el plan de esta memoria. ¡Ojalá que yo acierte á
desempeñarla segun mis deseos, y como merece la importancia del
asunto!
PARTE PRIMERA.
Desde que logró la España unir á sus dominios el vasto, fértil y
riquísimo reino del Perú, siempre ha sido el objeto del infatigable celo
de los Reyes y sus Ministros, el conservar inviolados sus fieles vasallos,
y mejorar la disposicion de las almas idólatras, para atraerlas á nuestra
sagrada Religion. Al logro de estas importantes y benéficas ideas, con
órden y permiso del Gobierno, se han hecho diferentes expediciones á
descubrir las islas, costas y puertos de la mar del sur y tierras australes.
Tales fueron las de Pedro Sarmiento de Gamboa en el
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