Los favores del mundo | Page 8

Juan Ruiz de Alarcón
de los cargos que pretendía. Logrados sus anhelos,
casi se aparta del teatro. Desde 1626 ya es persona importante: relator
interino primero, propietario después, en el Consejo de Indias. Cuando
publica sus comedias, en 1628 y en 1634, la vida literaria es cosa
pasada para él.
Los epigramas que le dispararon sus émulos, reunidos en antología,
pueden caracterizar el Parnaso de los comienzos del siglo XVII. Con
La que adelante y atrás--gémina concha te viste, se retrata en
vocabulario e inversión Don Luis de Góngora. ¿Quién sino Quevedo
podría decir: Don Talegas--por una y por otra parte? Tantas alusiones
a su desdichada figura, aunque él procurase pararlas con alfilerazos y
donaires, habían de amargarle la vida. Hasta en sus finos modales y
atildada cortesía encontraban reparo los ingenios de la corte; les
parecerían--y en eso la corte no ha tenido tiempo de variar en tres
siglos--marca segura de inferioridad provinciana.
El pobre corcovado, zaherido a todas horas y en todas partes, repetiría
más de una vez, para sus adentros, aquella redondilla que escribió en
Las paredes oyen:
En el hombre no has de ver la hermosura o gentileza: su hermosura es
la nobleza; su gentileza, el saber.
De noble y bien nacido blasonó siempre Alarcón; el tono moderado y
severo de moralista, que le señala y distingue entre todos los
dramáticos de su época, casa muy bien con tales aspiraciones,

desesperadamente abrazadas, a la falta de otros ideales, que huían de su
figurilla contrahecha. Esa redondilla, que si fuera de Lope se nos había
de antojar afectada y pegadiza, en Alarcón asume plena virtud
representativa y vale por una confesión.
ENRIQUE DÍEZ-CANEDO
(Divagaciones literarias, Madrid, 1922).

LOS FAVORES DEL MUNDO
Comedia en tres actos.
PERSONAS:
GARCI-RUIZ DE ALARCON. DON JUAN DE LUNA. EL
PRINCIPE DON ENRIQUE. DON DIEGO, viejo, tío de Anarda. EL
CONDE MAURICIO. LEONARDO, su criado. HERNANDO,
gracioso. GERARDO, paje del Príncipe. ANARDA, dama. JULIA,
dama. INÉS, criada de Anarda. BUITRAGO, escudero. DOS PAJES.
[CRIADOS.]
[La escena es en Madrid.]

ACTO PRIMERO
[Llano al pie del parque de Madrid.]
[ESCENA PRIMERA]
[Salen GARCIA y HERNANDO, de color.]
HERNANDO. ¡Lindo lugar!
GARCIA. El mejor; todos, con él, son aldeas.

HERNANDO. Seis años ha que rodeas aqueste globo inferior, y no ví
en su redondez hermosura tan extraña.
GARCIA. Es corte del rey de España, que es decillo de una vez.
HERNANDO. ¡Hermosas casas!
GARCIA. Lucidas; no tan fuertes como bellas.
HERNANDO. Aquí, las mujeres y ellas son en eso parecidas.
GARCIA. Que edifiquen al revés mayor novedad me ha hecho; que
primero hacen el techo, y las paredes después.
HERNANDO. Lo mismo, señor, verás en la mujer, que adereza, al
vestirse, la cabeza primero que lo demás.
GARCIA. Bizarras las damas son.
HERNANDO. Diestras, pudieras decir en la herida del pedir, que es su
primera intención. Cífrase, si has advertido, en la de mejor sujeto, toda
la gala en el peto, toda la gracia en el pido. Tanto la intención cruel sólo
a este fin enderezan, que si el "Padre nuestro" rezan, es porque piden
con él. Hoy a la mozuela roja que en nuestra esquina verás, dije al pasar:
¿Cómo estás? y respondió: Para aloja.
GARCIA. Con todo, siento afición de Madrid en tí.
HERNANDO. Y me hicieras merced, si aquí fenecieras esta
peregrinación; que molerán a un diamante seis años de caminar de un
lugar a otro lugar, hecho caballero andante.
GARCIA. Hernando, estoy agraviado, y según leyes de honor, debo
hallar a mi ofensor; no basta haberlo buscado. Mas no pienses que me
canso, que hasta llegar a matalle, de suerte estoy, que el buscalle tengo
solo por descanso. No a mitigarme es bastante tiempo, cansancio ni
enojos; que siempre tengo en los ojos aquel afrentoso guante. ¡Ah,
cielos! ¿en qué lugar escondeis un hombre así? ¡Cielos, o matadme a
mí, o dejádmelo matar! Yo, que en la africana tierra tantos moros he

vencido; yo, que por mi espada he sido el asombro de la guerra; yo, que
en tan diversas partes fijé, a pesar del pagano y el hereje, con mi mano
católicos estandartes, ¿he de vivir agraviado tantos años, cielo? ¿Es
bien que esté deshonrado quien tantas honras os ha dado?
HERNANDO. Por Dios te pido, señor, que no te aflijas así; que yo
espero en Dios que aquí has de restaurar tu honor. Si las señas no han
mentido, Don Juan en Madrid está; sufre lo menos, pues ya lo más,
señor, has sufrido. Deja esa pena inhumana, no pienses en tu contrario.
GARCIA. Es pedir al cuartanario que no piense en la cuartana.
HERNANDO. Diviértete, considera cómo está en caniculares, con ser
pobre, Manzanares, tan honrada su ribera, que dél dijo una señora, cuyo
saber he envidiado, que es, por lo pobre y honrado, hidalgo de los de
agora. Bien puede aliviar tus
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