espanto
al ver los séres que en su seno encierra.
Unos con rabia
atroz, otros con llanto,
alzan al cielo punzador gemido,
y el de unos
en el de otros confundido,
en concierto infernal, que crece y crece
como el mar al alzarse enfurecido,
hacen llegar sin tregua hasta mi
oido
un grito de dolor que me enloquece.
Por fin, tras largas horas
de ignorado martirio, el mal se aleja
trocándose en hondísima amargura
que ya nunca me deja.
Entónces, á mi afan suelto la llave
y escribo, sin pensar adquirir
gloria
ni de fama ó de títulos ansioso,
--que esa ambicion en mí
fuera irrisoria.
Escribo, como llora el desgraciado,
como canta el
alegre; porque el pecho
es para el hondo sentimiento estrecho
y se
desborda el duelo ó la alegría,
ésta con expansiva carcajada,
aquél
en una lágrima sombría.
Escribo sin buscar otra ventura,
sin anhelar
más precio á mis canciones
que desahogar un poco mi amargura.
No busques pues, lector, en mí al poeta
ni al hablista galano,
ni al
pensador severo:
Dios me negó favor tan soberano
y yo que fiel su
voluntad venero,
á mi modesta inspiracion me allano.
Dotes tan
altas, ni fingirlas puede
el mortal á quien Él no las concede.
Mas no por eso cesará mi canto,
que en el concierto inmenso,
de la
tibia mañana
que la dulce y alegre primavera
con aromas y flores
engalana,
del grillo entre las yerbas escondido
el ingrato chirrido,
se une al canto de amores regalado
del _pardo ruiseñor enamorado_,
y al zumbido monótono y constante
del insecto infeliz, el tierno
arrullo
de la tórtola amante
y del arroyo el plácido murmullo;
y de
unos en la de otros confundida
la voz, ésta apacible, aquélla ingrata,
forman, por atraccion desconocida,
el himno poderoso de la vida
que en los aires fermenta y se dilata.
¿DÓNDE ESTÁ?
¡Oh! sí: para vivir, yo necesito
lucha, esperanza, amor.
Los instantes de dicha y de abandono,
ciclo de la pasion;
la duda inquieta del desden fingido,
tormento abrasador,
que con lágrimas baña las pupilas
y de ira el corazon;
el tembloroso afan de la respuesta
y del primer favor;
el nervioso delirio de los celos,
que turba la razon.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Mas ¿dónde hallar una mujer que sepa
comprender mi dolor?
¿Dónde encontrar una mujer, esclava
del mismo afan que yo?
¿Una no habrá en el mundo que me escuche,
que sienta así el amor?
¿Una no habrá en el mundo, que me quiera
mentir por compasion?
¡SOLO!
Solo... Solo... Siempre solo,
siempre solo con mis penas!
Solo
mientras dura el dia,
solo en la noche serena,
solo cuando pienso en
Dios,
solo al pensar en la tierra,
solo cuando canto alegre,
y solo
con mi tristeza!...
Solo siempre... Mas ¿por qué,
esa soledad eterna?
Es ¡ay Dios! que el alma mia
no ha hallado su compañera,
y
siento que me hace falta
la mitad de mi existencia;
es que soy un
pobre loco,
ó la humanidad entera
es ménos buena que yo,
y que
su maldad me aterra;
es que el mundo me rechaza,
ó que mi alma le
desprecia,
porque en él, ¡ay! no ha podido
encontrar su compañera.
Es que yo adoro las lágrimas
y el mundo se rie de ellas;
es que es
mi ambicion muy grande
ó que mi alma es muy pequeña:
es que
siempre, combatido
por encontradas ideas,
fluctúa mi pensamiento
por que la verdad no encuentra;
es que no tengo la fé
del mártir
ni del poeta;
es que todos mis dolores
son despreciables miserias
que no levantan el ánimo
y que las fuerzas enervan;
es que anhelo
un imposible,
delirio de mi tristeza;
es que me falta un apoyo
á
que asir mi mano trémula;
es ¡ay Dios! que el alma mia
no ha
hallado su compañera.
Es que me siento vencido
en esta lucha suprema,
y no hallo un
amante seno
donde apoyar mi cabeza,
y á cuyo tibio calor
resuciten mis ideas;
es que veo, á mi pesar,
cerradas todas las
puertas,
y sólo me ofrece asilo
la muerte... Quizás en ella,
al otro
lado del manto
que la eternidad nos vela,
mi alma que triste y
doliente
su camino hace en la tierra,
podrá conseguir su anhelo:
encontrar su compañera.
ÁNSIA.
Y qué ¿de esta inquietud jamás postrada,
de esta lucha sin tregua que
en mí siento,
de este loco y altivo pensamiento,
¿no habrá de quedar
nada?--¡Nada!...--¿Nada...
La pobre flor en el pensil tronchada,
deja
sus hojas y su aroma al viento;
la ola al besar la playa, su lamento
deja, y la linda concha nacarada.
Yo tambien dejar quiero mi
memoria;
aunque agostado como débil lirio,
quiero esculpir mis
huellas en la historia.
Quiero que un dia el mundo con delirio
orne
mi tumba con laurel de gloria...
Laurel de gloria, ó palma de martirio.
SÚPLICA.
¡Ay Dios! ¿No quereis decirme
dónde la podré encontrar?
Largos
dias há, su huella
busco con ardiente afan...
Yo quiero verla un
instante...
Un instante nada más.
Yo ahogaré en mi pecho el grito
de inmensa felicidad
que al volverla á ver de nuevo
el amor me
arrancará.
Yo la dejaré camino
viéndola, triste, pasar
sin pedirle
una sonrisa
que calme mi ardiente afan.
Yo me esconderé en la
sombra
cual medroso criminal...
No buscaré su mirada...
Su voz
no me arrastrará...
La veré como un delirio
irrealizable y fugaz...
Mas... quiero verla un instante,
un
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