Florante | Page 8

Francisco Balagtas
los estudiantes, ni?os y jóvenes,?habíamos preparado toda clase de justas y torneos.
223.
Comenzó el bureo en la danza,?por causa de la música y poesía que alternaban;?vino luego la lucha y esgrima que ponían a prueba?la bizarría y habilidad de cada uno.
224.
Después representamos la tragedia?de los dos nietos de una misma madre,[32]?y hermanos del padre que les crio,?hijo y esposo de la reina Yocasta.
225.
Me tocó el papel de Eteocles,?y el de Polinice, a Adolfo.?un condiscípulo representó a Adrasto,[33]?y el de Yocasta, al ilustre Minandro.
226.
Al comenzar la primera escaramuza,?donde jugamos papel de enemigos en lidia,?cuando debió decir que yo le reconociese,?que era hermano mío, hijo de Edipo,[34]
227.
Se inyectaron de sangre los ojos y dijo,?no lo que rezaba el original,?sino el decir: "Tú, que arrebataste?mi honra, debes morir."
228.
Y al mismo tiempo me acometió?con el acero mortífero que tenía preparado,?y, si no me hubiera hurtado de él, me hubiese tendido en el suelo con los tres desaforados tajos que soltó.
229.
Como cayera a fuerza de huir el bulto,?a seguida me largó un bravo tajo;??gracias a tí, oh querido Minandro,?si no por tu agilidad, mi vida hubiera acabado!
230.
Le paró el golpe que era mi muerte,?saltó la espada que esgrimía Adolfo,?y entonces acudieron nuestro maestro?y los alebrestados camaradas y amigos.
231.
Terminado que hubo el juego,?de terror y pesadumbre,?a Adolfo no le alcanzó el amanecer,?fue conducido, en el mismo momento, a la patria Albania.
232.
Todavía duré un a?o más en Atenas,?esperando la voluntad de mi querido padre;?por mi desdicha, recibí entonces carta?donde cada letra me era pu?al venenoso.
233.
Imaginación que nunca cesas de apurar,?a quien no consiguió arrollar el ímpetu de mis lágrimas,?turbas mis ideas y sentimientos?y no permites que mi alma tenga paz.
234.
Ponzo?a eres, dejación de la muerte,?que no respetaste a mi idolatrada madre,?refrescas la herida hecha?por carta-saeta que recibí.
235.
Te ayudaré ahora a agudizar?el dolor que en mis entra?as no consigo acallar;?murió mi madre ?ay, qué gran desdicha!?esta fue la primera que amargó mi vida.
236.
Me recogieron muerto por la lectura?de la carta escrita con mortal pluma.??Y has tenido valor, padre mío, de escribir?lo que ha de quitar la vida de tu querido hijo?
237.
Dos horas, poco más o menos, que perdí?el ánimo, sin saber dónde me hallaba?y, no fuera por los auxilios de mis camaradas,?no conversarías hoy conmigo.
238.
Recobrado del accidente, aquí del agobio;?mis dos ojos se convirtieron en fuentes,?y si los ?ay! ?ay, madre! cejaban,?era porque había dejado de respirar.
239.
En aquel tiempo creía?que el mundo había desaparecido para mí?que estaba aislado en medio de mis pesadumbres,?luchando con la propia existencia.
240.
Mi cruel tormento despreció?la tranquilizadora voz de mi maestro,?ni las lágrimas de los condolidos camaradas?mitigaron el dolor que cabalgaba sobre mis hombros.
241.
Desacató los dictados de la justicia?la harta agrura del dolor,?y bastaba una punzada del pesar ufano?para enajenar toda mi paciencia.
242.
Diríase que por la fogosidad de su ímpetu,?era preferible que el pecho se desencajara,?para que el veneno que criaba?se llevase la sangre en su estallido.
243.
Muy cerca de dos meses que no gustaba?sabor de reposo ni entretenimiento,?cuando la segunda carta de mi padre llegó?con el barco que venía por mí.
244.
La carta ordenaba que embarcase inmediatamente?y retornase a la patria Albania;?cuando me despedí de mi maestro,?Florante, dijo, mi encargo ten presente:
245.
No te descuides, y sé cauto?con la celada que te ha de armar el conde Adolfo;?huye de él como de un basilisco,?cuya mirada es muerte para tí.
246.
Si a tu llegada te recibe?con rostro alegre y muestras de aprecio,?tu cautela sea mayor, y por taimado enemigo?le tengas y con quien habrás de lidiar.
247.
Pero no le des a entender?que al cabo estás de sus negros propósitos;?prepara secretamente el arma?con que habrás de defenderte en el día de la lucha.
248.
Dicho esto, se le cayeron las lágrimas,?me abrazó fuertemente,?y, por último encargo, "benjamín, sé sufrido,?que te esperan muchas penalidades."
249.
Comenzarás ya a luchar?en el mundo, criadero de brillante bellaquería;?no terminó, y, de tristeza,?contuvo la lengua y enmudeció.
250.
Abatidos ambos nos separamos;?mis condiscípulos lloraban,?Minandro se desesperaba,?por lo mismo que era fiel camarada.
251.
Del enlace de nuestros hombros?el queridísimo amigo no lograba desasirse,?hasta que le permitió seguirme?nuestro maestro, su tío.
252.
Al cabo, las despedidas tuvieron fin,?entre sollozos de unos y otros;?y, con el ruido y alboroto de los "adiós",?los suspiros se entreveraron.
253.
Hasta el embarcadero me acompa?aron?nuestro maestro y los compa?eros que dejaba,?sopló el viento y pronto se apartó?de la playa de Atenas nuestro barco.
254.
Semejaba a saeta disparada?la velocidad de nuestra proa navegando,?así que, en breve tiempo, mis pies pisaron?la playa de la ciudad de Albania.
255.
Al desembarcar, presto me dirigí a la quinta,?sin separarse de mí el amigo fidelísimo;?al besar las manos de mi se?or padre,?se hizo agudo el dolor que por mi madre padecía.
256.
Sangró nuevamente la herida del corazón,?superando el pesar que irrumpió al primero,?y a las lágrimas caídas siguieron:?"?Ay padre!" al mismo tiempo que el saludo "?ay, benjamín!"
257.
En pocas palabras, la dicha nuestra de mi padre?quedó ahogada por la dureza de un singular dolor,?alcanzándonos todavía abrazados?el embajador del pueblo de Crotona.
258.
Venía ya del palacio
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