Florante | Page 3

Francisco Balagtas
plegarias y quejas oyese,?pasado el accidente, del que era la propia imagen del pesar?
38.
Casi todo el bosque estaba sembrado?de quejidos tristísimos,?que todavía repetían y resonaban?el eco contestando en lontananza.
39.
?Ay, Laura idolatrada! ?por qué otorgó?a otro el amor a mí prometido,?y traicionó al leal corazón,?por quien lágrimas derramó?
40.
?No juraste delante del cielo?que no serías desleal a mi amor???Y yo que confié este pecho,?sin barruntar que a esto pararía!
41.
Creí que tu belleza,?pedazo de cielo, era inquebrantable,?fiel tu corazón, sin recelar?que la infidelidad moraba en la hermosura.
42.
No creí que despreciarías?las lágrimas que vertiste por mí,?ni el dulce remoquete de ser yo el bien amado,?y mi rostro el bálsamo a tus tribulaciones.
43.
?No era cierto, bien mío, que, cuando ordenaba invadir?el rey tu padre cualquiera ciudad,?cuando trabajabas mi escudo,?tus dos ojos destilaban perlas?
44.
Cuando a mi plumaje atabas?con tus dedos de coral,?tus ansias iban y venían?con las oscilaciones del oro de hilar.
45.
?Cuántas veces, Laura, me entregaste,?todavía mojada en lágrimas, la banda que usaría,?y la dabas acongojadísima,?temerosa de que en la lucha me hiriese!
46.
Volante y peto no permitías?que tocasen y se ajustasen a mi cuerpo,?sin antes desherrumbrarlos,?temerosa de que mi ropa manchasen.
47.
Examinabas su resistencia y brillo?para que los tajos resbalasen,?y aun a distancia no cejaban tus reparos?para que, en medio del ejército, al punto se distinguiesen.
48.
Adornabas mi turbante?con perlas, topacio y brillante rubí,?aparte el movedizo diamante,?llenándolo con tu nombre, la letra L.
49.
Mientras ausente luchaba,?al rebusco ibas de cuanto pudiera divertirte,?y, aunque triunfase, al comenzar a entrar,?ya estaba a tu vista, y todavía el miedo te sobrecogía.
50.
Todo tu temor era que me hiriesen,?nada creías que antes no vieras,?y si revelaba la piel leve rasgu?o,?lo lavabas con tus lágrimas.
51.
Cuando guardaba algún pesar,?al punto inquirías su motivo,?y, hasta que lo conseguías, ibas besando?mi rostro con tus labios de rubí.
52.
No parabas hasta averiguarlo,?pronto le aplicabas el remedio,?me conducías al jardín para allí buscar?de entre las flores la que podría darme huelgo y solaz.
53.
Cogías las más hermosas,?y en mi cuello colgabas?ensartadas y alternadas flores,?para desterrar mi tristeza.
54.
Si mis dolores no calmaban,?tus pesta?as se inundaban de lágrimas;??dónde están ahora esos halagos?que apacigüen mis torturas?
55.
Vente, Laura, que necesito?ahora tus solicitudes de pasados días,?ahora recaba de tí auxilios?tu infeliz amante en agonía.
56.
Y ahora que es inmenso mi infortunio,?no te imploro caudal de lágrimas,?una gota, aliviadora, bastará,?si arranca de tu corazón amante.
57.
Palpa ahora mi cuerpo,?examina mi herida no inferida por espada,?lava la sangre que brota de las huellas de la atadura?de mis manos, pies y cuello.
58.
Vente, amor mío, y cata mi ropa,?en la que no querías manchas de herrumbre;?desata la cuerda y remúdame,?para que hallen lenitivo mis aflicciones.
59.
Fija los ojos?en mi traza, echadero de amarguras,?para mitigar la veloz carrera?de lo que ha de acabar con mi vida.
60.
Nadie, Laura, tú eres la única?que podrá sanar estos tormentos;?pon tus manos en este cuerpo,?y, aunque cadáver fuera, volvería a la vida.
61.
Pero, ?infeliz de mí! ?ay, en la gran tribulación,?no existe ya Laura a quien llamo!?se ha alejado, alejado, y no quiere acudir;??fue desleal a mi fiel amor!
62.
En otro regazo enajenó?el corazón que mío era ya, y me enga?ó;?todo mi amor lo desvió de sí,?olvidó el suyo y despreció sus lágrimas.
63.
?Qué desolación es ya la que no tengo???Habrá muerte que todavía no sufra??Huérfano de padre y de adoptiva madre,?sin amigos y olvidado por su adorada.
64.
Castigo a mi honor perdido;?flecha envenenada hincada en mi corazón;??compasión por mi padre, enclavado dardo;?me están abrasando estos celos!
65.
Dolor de los dolores,?la infidelidad de Laura es la que emponzo?a?y viene sepultando mi vida?en la fosa de los malhadados.
66.
?Oh, conde Adolfo! aunque desencadenado?hubieras todos los males de la tierra,?tu perfidia habría agradecido,?si no me hubieses robado el corazón de Laura.
67.
Aquí se desga?itó espantosamente,?que resonó en el interior del bosque;?espíritu y cuerpo se lo llevaron?ansias, y desatóse en río de lágrimas.
68.
Abatióse la cabeza en el tronco del árbol,?vencido el cuello por el cordel que lo sujetaba,?puro cadáver era, y el color de yema?de su rostro, tornóse blanco puramente.
69.
Ocurrió que recaló en el bosque?un guerrero, valiente de traza,?con turbante hermosísimo por cimera,?y traje moro de la capital de Persia.[12]
70.
Hizo alto y escudri?ó con la mirada,?como si buscase sitio donde descansar;?de repente tiró?pica y adarga, y juntó las manos.
71.
Luego alzó la vista y clavó los ojos?en la copa del árbol, tapia del cielo;?parecía estatua muda de pie,?sin pausa en los suspiros.
72.
Cansado en tal guisa,?se sentó en el tronco de un árbol,?y habló, "?Oh suerte!", lanzando al mismo tiempo?de los ojos lágrimas como saetas.
73.
La cabeza apoyó en la mano izquierda,?luego cogió la frente con la diestra,?como si hiciese memoria?de cosa importante olvidada.
74.
Después se reclinó a la ventura,?sin dar tregua al manantial de sus lágrimas;?sus desesperaciones iban entreveradas?de palabras: "Flérida, ay, se acabó la alegría."
75.
Por momentos sembraba?todo el bosque de ayes,?que entonaban con el canto melancólico?de las aves nocturnas que allí reposaban.[13]
76.
Luego se incorporó atónito,?requirió la pica y el escudo,?imprimió en su rostro ferocidad de Furias,[14]?"No lo permitiré", exclamó.
77.
Si de Flérida el
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