los estudiantes, ni?os y j��venes,?hab��amos preparado toda clase de justas y torneos.
223.
Comenz�� el bureo en la danza,?por causa de la m��sica y poes��a que alternaban;?vino luego la lucha y esgrima que pon��an a prueba?la bizarr��a y habilidad de cada uno.
224.
Despu��s representamos la tragedia?de los dos nietos de una misma madre,[32]?y hermanos del padre que les crio,?hijo y esposo de la reina Yocasta.
225.
Me toc�� el papel de Eteocles,?y el de Polinice, a Adolfo.?un condisc��pulo represent�� a Adrasto,[33]?y el de Yocasta, al ilustre Minandro.
226.
Al comenzar la primera escaramuza,?donde jugamos papel de enemigos en lidia,?cuando debi�� decir que yo le reconociese,?que era hermano m��o, hijo de Edipo,[34]
227.
Se inyectaron de sangre los ojos y dijo,?no lo que rezaba el original,?sino el decir: "T��, que arrebataste?mi honra, debes morir."
228.
Y al mismo tiempo me acometi��?con el acero mort��fero que ten��a preparado,?y, si no me hubiera hurtado de ��l, me hubiese tendido en el suelo con los tres desaforados tajos que solt��.
229.
Como cayera a fuerza de huir el bulto,?a seguida me larg�� un bravo tajo;??gracias a t��, oh querido Minandro,?si no por tu agilidad, mi vida hubiera acabado!
230.
Le par�� el golpe que era mi muerte,?salt�� la espada que esgrim��a Adolfo,?y entonces acudieron nuestro maestro?y los alebrestados camaradas y amigos.
231.
Terminado que hubo el juego,?de terror y pesadumbre,?a Adolfo no le alcanz�� el amanecer,?fue conducido, en el mismo momento, a la patria Albania.
232.
Todav��a dur�� un a?o m��s en Atenas,?esperando la voluntad de mi querido padre;?por mi desdicha, recib�� entonces carta?donde cada letra me era pu?al venenoso.
233.
Imaginaci��n que nunca cesas de apurar,?a quien no consigui�� arrollar el ��mpetu de mis l��grimas,?turbas mis ideas y sentimientos?y no permites que mi alma tenga paz.
234.
Ponzo?a eres, dejaci��n de la muerte,?que no respetaste a mi idolatrada madre,?refrescas la herida hecha?por carta-saeta que recib��.
235.
Te ayudar�� ahora a agudizar?el dolor que en mis entra?as no consigo acallar;?muri�� mi madre ?ay, qu�� gran desdicha!?esta fue la primera que amarg�� mi vida.
236.
Me recogieron muerto por la lectura?de la carta escrita con mortal pluma.??Y has tenido valor, padre m��o, de escribir?lo que ha de quitar la vida de tu querido hijo?
237.
Dos horas, poco m��s o menos, que perd��?el ��nimo, sin saber d��nde me hallaba?y, no fuera por los auxilios de mis camaradas,?no conversar��as hoy conmigo.
238.
Recobrado del accidente, aqu�� del agobio;?mis dos ojos se convirtieron en fuentes,?y si los ?ay! ?ay, madre! cejaban,?era porque hab��a dejado de respirar.
239.
En aquel tiempo cre��a?que el mundo hab��a desaparecido para m��?que estaba aislado en medio de mis pesadumbres,?luchando con la propia existencia.
240.
Mi cruel tormento despreci��?la tranquilizadora voz de mi maestro,?ni las l��grimas de los condolidos camaradas?mitigaron el dolor que cabalgaba sobre mis hombros.
241.
Desacat�� los dictados de la justicia?la harta agrura del dolor,?y bastaba una punzada del pesar ufano?para enajenar toda mi paciencia.
242.
Dir��ase que por la fogosidad de su ��mpetu,?era preferible que el pecho se desencajara,?para que el veneno que criaba?se llevase la sangre en su estallido.
243.
Muy cerca de dos meses que no gustaba?sabor de reposo ni entretenimiento,?cuando la segunda carta de mi padre lleg��?con el barco que ven��a por m��.
244.
La carta ordenaba que embarcase inmediatamente?y retornase a la patria Albania;?cuando me desped�� de mi maestro,?Florante, dijo, mi encargo ten presente:
245.
No te descuides, y s�� cauto?con la celada que te ha de armar el conde Adolfo;?huye de ��l como de un basilisco,?cuya mirada es muerte para t��.
246.
Si a tu llegada te recibe?con rostro alegre y muestras de aprecio,?tu cautela sea mayor, y por taimado enemigo?le tengas y con quien habr��s de lidiar.
247.
Pero no le des a entender?que al cabo est��s de sus negros prop��sitos;?prepara secretamente el arma?con que habr��s de defenderte en el d��a de la lucha.
248.
Dicho esto, se le cayeron las l��grimas,?me abraz�� fuertemente,?y, por ��ltimo encargo, "benjam��n, s�� sufrido,?que te esperan muchas penalidades."
249.
Comenzar��s ya a luchar?en el mundo, criadero de brillante bellaquer��a;?no termin��, y, de tristeza,?contuvo la lengua y enmudeci��.
250.
Abatidos ambos nos separamos;?mis condisc��pulos lloraban,?Minandro se desesperaba,?por lo mismo que era fiel camarada.
251.
Del enlace de nuestros hombros?el querid��simo amigo no lograba desasirse,?hasta que le permiti�� seguirme?nuestro maestro, su t��o.
252.
Al cabo, las despedidas tuvieron fin,?entre sollozos de unos y otros;?y, con el ruido y alboroto de los "adi��s",?los suspiros se entreveraron.
253.
Hasta el embarcadero me acompa?aron?nuestro maestro y los compa?eros que dejaba,?sopl�� el viento y pronto se apart��?de la playa de Atenas nuestro barco.
254.
Semejaba a saeta disparada?la velocidad de nuestra proa navegando,?as�� que, en breve tiempo, mis pies pisaron?la playa de la ciudad de Albania.
255.
Al desembarcar, presto me dirig�� a la quinta,?sin separarse de m�� el amigo fidel��simo;?al besar las manos de mi se?or padre,?se hizo agudo el dolor que por mi madre padec��a.
256.
Sangr�� nuevamente la herida del coraz��n,?superando el pesar que irrumpi�� al primero,?y a las l��grimas ca��das siguieron:?"?Ay padre!" al mismo tiempo que el saludo "?ay, benjam��n!"
257.
En pocas palabras, la dicha nuestra de mi padre?qued�� ahogada por la dureza de un singular dolor,?alcanz��ndonos todav��a abrazados?el embajador del pueblo de Crotona.
258.
Ven��a ya del palacio
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